Última actualización: 06 de diciembre de 2017
Experimentamos muchas emociones, a veces muy intensas, como la culpa, la ira, la tristeza, la ira. A menudo, sin embargo, no mencionamos una emoción que puede tener un impacto tan fuerte que nos destruye: la humillación.
La humillación es un estado emocional negativo que nos afecta profundamente. El sentimiento de que no vales nada, de que eres mediocre, de que te ves ridículo hagas lo que hagas es una cruz pesada de llevar.
Siempre ha sido un misterio para mí por qué los hombres se sienten honrados cuando imponen humillaciones a sus semejantes.
Mahatma Gandhi
La humillación activa áreas del cerebro asociadas con el dolor
Investigadores de la Universidad de Amsterdam realizaron un estudio cuyo objetivo era comparar las reacciones de 46 voluntarios ante distintos estados emocionales. Analizaron las ondas cerebrales de los participantes mientras leían insultos o elogios en una pantalla.
Los voluntarios escucharon diferentes historias y fueron invitados a ponerse en la piel de los protagonistas. Solo así podrían entender sus emociones. Por ejemplo, una de las situaciones involucraba una cita con una persona, quien en cuanto la vio se fue.
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Los eruditos han encontrado que el sentimiento de humillación desencadena una actividad cerebral mucho más rápida e intensa que la alegría, más negativa que la ira, además de activar las zonas asociadas al dolor.
Aunque el elogio despertó alegría, el sentimiento de humillación fue mucho más intenso que esta agradable emoción. El resultado más desconcertante es que la ira tampoco se mantuvo: muchos participantes se enfadaron o molestaron por los insultos, pero la humillación tenía una carga mucho más negativa.
El sentimiento de humillación está presente en la vida cotidiana.
La humillación está presente en la vida cotidiana. De hecho, muchas personas son incapaces de comunicarse excepto humillando a quienes tienen delante, pensando que lo hacen por su propio bien. Carecen de la empatía necesaria para transmitir lo que quieren decir de una manera más amena y cortés..
Un ejemplo clásico es el de la madre que elogia al amigo de su hijo tomándolo como punto de referencia de actividades y conductas. Sin saberlo, desprecia y menosprecia el esfuerzo de su hijo. Si hace una comparación cuando ambos niños están presentes, el malestar del niño puede aumentar debido a la humillación a la que es sometido.
Situaciones de este tipo no faltan en la vida cotidiana, especialmente en el ámbito laboral o en las relaciones. Este sentimiento se produce cuando uno de los dos miembros de la pareja se burla del otro y le hace sentir inferior.
La humillación es una emoción desagradable e intensa que puede perdurar en el tiempo por muy profunda que sea tu herida. Afecta la autoestima y de alguna manera la aniquila y es difícil recuperarla.
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¿Humillación? El secreto es la autoestima.
¿Qué se puede hacer en situaciones similares? ¿Cómo podemos evitar que la humillación nos afecte profundamente? ¿Cómo podemos gestionar el malestar que provoca?
La clave está en conocerse y valorarse a uno mismo. No debemos dar demasiado peso y poder a la opinión de los demás.. Necesitamos entender quiénes somos y evitar que otros nos definan. En definitiva, debemos cuidar nuestra autoestima para recuperar la confianza en nosotros mismos en los momentos de duda y desesperación.
En este sentido, es muy importante cuidar nuestro lenguaje interior, la forma en que nos comunicamos con nosotros mismos. ¿Nos decimos cosas buenas o nos decimos constantemente “qué tonto soy”, “siempre me sale mal” o “soy un desastre”?
Debemos tratarnos bien, valorarnos y amarnos. Si somos permisivos con los demás, ¿por qué no ser permisivos con nosotros mismos? Permitámonos equivocarnos, no aspiramos a la perfección.
Valorémonos hasta el punto de que cualquier ataque humillante de los demás nos sea indiferente.. Porque no podemos evitar que los demás nos humillen, pero podemos asegurarnos de que esto no nos haga sentir mal.
He aprendido que humillar a otra persona es imponerle un destino innecesariamente cruel.
Nelson Mandela
Ahora que entiendes que la humillación es un ataque a la identidad con el objetivo de causar dolor, toma precauciones. Empieza a valorarte, no dependas tanto de la aprobación de los demás y cree más en ti.