Última actualización: 04 de febrero de 2016
Desde la historia de Adán y Eva en el Edén, lo prohibido siempre ha tenido cierta fascinación en los hombres.
En las distintas relaciones interpersonales y según las distintas fases evolutivas del hombre, las prohibiciones y prohibiciones han desencadenado distintas reacciones.. Cada una de las reacciones demuestra atracción precisamente por lo prohibido.
Para comprender la psicología de la atracción y el encanto frente a las prohibiciones, conviene comprender la evolución psicológica desde la infancia y, a partir de ahí, conocer las estrategias más eficaces para evitar generar atracción o encanto en torno a lo que queremos prohibir.
En la infancia: el instinto de la curiosidad
Desde pequeños la curiosidad siempre nos empuja a descubrir el mundo, a interesarnos por lo que nos rodea ya experimentar cosas nuevas.. Esto, sin lugar a dudas, es parte del aprendizaje humano, desde la más tierna infancia.
Podríamos decir que es un instinto básico para aprender, crecer, madurar y por tanto sobrevivir. Por eso, nada ni nadie puede impedir que ya en el período de la infancia exploremos, experimentemos con nuestras manos y descubramos cosas nuevas..
En esta fase, la prohibición se convierte en una curiosidad muy fuerte por descubrir qué hay más allá de lo que ya sabes, por lo que se convierte en algo muy fascinante, a lo que difícilmente podrás resistirte.
En lugar de prohibir, se deben ofrecer alternativas
En la infancia, lo que no se nombra no existe o al menos no despierta interés.
Si queremos que un niño no se acerque a un lugar concreto, lo ideal no es insistir en que no lo haga, sino darle alternativas para que haga lo que queremos, asegurándonos de despertar el interés y la curiosidad hacia lo que no es problemático. .
La adolescencia: una cuestión de autoafirmación
En plena adolescencia, los jóvenes necesitan afirmarse y al mismo tiempo conocerse y descubrirse. Por eso, una necesidad de la fase juvenil es distinguirse de los modelos de los padres, afirmando sus ideas y definiendo su propio camino.
En este proceso, los jóvenes desarrollan el carácter y la personalidad que aún estaban latentes en la infancia.; por lo tanto necesitan su espacio y tomar sus propias decisiones, para sentirse claramente diferentes a sus padres.
La prohibición en la adolescencia es un motivo más para desmarcarse de los cánones inculcados por los padres, que ahora ya no hacen falta. Lo prohibido es más fascinante y se convierte para los jóvenes en motivo de distinción y autoafirmación como personas únicas.
En lugar de prohibir, necesitamos negociar
Cuando pretendemos que un adolescente no hace algo, será útil explicarle las razones y los valores de esa opción equivocada. Siempre mostrando respeto hacia su persona, su opinión y su decisión. Muy a menudo, los jóvenes inevitablemente aprenden de sus errores..
En este caso, podríamos intentar llegar a un compromiso, una negociación por ambas partes, algo que resulte ser una ventaja para los adultos y también para los jóvenes.
En cualquier caso, es importante tener en cuenta que si un adolescente quiere hacer algo, por mucho que se lo prohibamos, tiene muchas formas y medios para hacerlo.. Por lo tanto, siempre será más conveniente un compromiso con respecto al conflicto con el consiguiente desapego a nivel físico y emocional.
La libertad de ser adulto
La edad adulta es la etapa de la libertad, la madurez, la responsabilidad y el compromiso. Es cuando el adulto decide libremente sobre su vida, se independiza de sus padres y toma decisiones personales que marcarán su vida.
A partir de este momento, nadie tiene derecho a decidir nuestro camino, solo depende de nosotros los adultos hacerlo, ganándonos así el respeto de quienes nos rodean..
En este caso, la prohibición genera rechazo hacia quien la impone y, sin duda, también fascinación por la prohibición misma, en un intento de demostrar al mundo que somos dueños de nuestra vida y que nada ni nadie puede decidir por ella. a nosotros.
En vez de prohibir, respetar
Todo adulto tiene derecho a decidir su propia vida, incluso si comete errores. Para ello debemos mostrar respeto hacia la decisión de quienes nos rodean, expresando nuestra opinión al respecto, pero sin prohibiciones, sin juicios, sin amenazas ni reproches..
Prohibición: una opción interesante
Dado que las prohibiciones generan sentimientos, actitudes o reacciones contrarias a su intención, es obvio que debemos aprender a expresarnos de una manera diferente, respetando la etapa del proceso evolutivo en la que se encuentra la persona que nos ocupa.