La crítica no siempre es positiva, hay críticas que esconden resentimientos, frustraciones e incluso envidias. Pero hay otras críticas, críticas constructivas, que pueden ayudar a crecer o corregir errores.
Sin embargo, para que una crítica sea bien recibida y produzca un cambio positivo en la persona, no solo debe ser honesta, veraz y realizada con la mejor de las intenciones, también debe expresarse de la manera correcta y en el momento adecuado. Si falta alguno de estos ingredientes, es probable que las críticas se reciban con sospecha y fracasen.
Por eso, a la hora de hacer una crítica, es importante ser consciente de que la persona no cambia porque insistimos en criticarla, aunque tengamos razón.
La frustración de la persona que critica.
A menudo, el crítico sabe que tiene razón, por lo que insiste en su punto de vista. Pero cuando ve que el otro no es receptivo, o al menos no tan receptivo como a ella le gustaría, comienza a sentirse frustrada.
Pero el problema es que cuando se repite la crítica tiende a convertirse en reproche, por lo que quien critica acaba acumulando frustración y estrés que luego descarga en el otro. Evidentemente, cuando aparecen los reproches, la persona pierde el control y no se da cuenta de que ha entrado en una espiral negativa. En este punto la crítica empieza a ser destructiva, se convierte en esa gota que cae con insistencia y acaba por desbordar el lomo del camello.
La persona que critica se da cuenta de que está insistiendo en la dirección equivocada, que aunque tenga razón y quiera ayudar al otro, sus palabras, actitud o simplemente su insistencia, tienen un efecto contraproducente.
La ira de los criticados
Además, la persona que es criticada tiende a percibir estas palabras como un ataque y se pone a la defensiva. Evidentemente, este estado de ánimo no le permite ver cuánta verdad puede haber en la crítica. Como resultado, la persona puede sentirse vulnerable, culpable o enojada, pero es muy poco probable que se sienta inclinada a cambiar.
Tampoco se le puede culpar, porque las críticas suelen ser repetitivas y contienen una enorme carga emocional que es difícil de soportar. Además, a menudo se convierten en generalizaciones erróneas que solo expresan resentimiento.
Algunos ejemplos comunes de reproches que alguna vez pudieron haber sido críticas constructivas son: "¡Haz siempre esto!", "A estas alturas deberías haber entendido ..." o "¿No crees que cambiarás tarde o temprano?" Estos reproches pueden ir acompañados de palabras hirientes que producen heridas emocionales difíciles de eliminar.
Te molesta y te hace sentir incómodo, pero no fomenta el cambio.
Eventualmente, las críticas repetidas en forma de regaños solo terminan dañando la relación, sin resolver nada. Cuanto más critica una parte, más se cierra la otra sobre sí misma, dificultando la comunicación.
En algún momento, todos comienzan a vivir en su mente. Los críticos piensan que el otro no tiene en cuenta sus puntos de vista y necesidades, y lo lamenta. Quienes son criticados piensan que el otro no lo considera suficientemente y no lo comprende, y sufre.
¿Cómo salir de este círculo vicioso?
Primero, es importante asumir su parte de responsabilidad. Si quieres que una persona considere tu opinión, debes expresarla con respeto, sin herir al otro ni intentar imponer tu punto de vista.
Si esa persona no te escucha de inmediato, siempre puedes repetir la crítica, pero ten cuidado de no convertirla en una reprimenda. Tienes que decir lo que piensas sin hacer juicios de valor, expresar cómo te hace sentir un determinado comportamiento o actitud y ofrecer una posible solución.
5 puntos fundamentales de crítica constructiva:
1. Vaya directo al grano. Muchas veces las personas se ven obligadas a repetir la crítica simplemente porque no tienen el coraje de decir abiertamente lo que piensan y dar la vuelta al punto, esperando que el otro entienda. De esta forma solo generan molestias. Si algo te molesta, te hace sentir mal o crees que es necesario cambiarlo, dilo de manera clara, directa y asertiva.
2. Exprese sus sentimientos y asuma la responsabilidad de sus emociones. A veces la crítica se percibe como ataques, por lo que una gran estrategia para hacer que la otra persona sea más receptiva es conectar a nivel emocional. Y para eso, necesitas expresar cómo te sientes. Por ejemplo, en lugar de decir "me asustas", frase que genera culpa en el otro, puedes decir "cuando llegas tarde me pongo nervioso", para así distribuir la responsabilidad y enfatizar el comportamiento que te gustaría cambiar.
3. Sea concreto, no generalice. Nadie puede cambiar por completo, sería pedir lo imposible. Entonces, si dices algo como "eres insoportable", la otra persona no sabrá cómo reaccionar y qué esperas de ella. Al contrario, la clave es ser lo más específico posible. Por ejemplo, puede decir: "Estos días he notado que estás enojado, ¿pasa algo?"
4. Concéntrese en el presente, no busque en el pasado. El pasado es pasado, no podemos cambiarlo, y si bien puede servir como respaldo, la crítica será mejor recibida si se enfoca en el presente y mira hacia el futuro, en lugar de ahondar en los errores de ayer. Por lo tanto, en lugar de decir "siempre llegas tarde", puedes decir "Me gustaría que te esforzaras por no llegar tarde, ¿crees que puedes hacerlo?"
5. Sea amable. Si bien a veces es difícil controlar las emociones, es importante evitar la ironía en las críticas y usar el tono correcto. A veces, un simple "por favor", "lo siento" o "gracias" puede predisponer positivamente a la otra persona a escuchar lo que usted tiene que decir.
Finalmente, recuerde que la otra persona es libre de decidir si acepta las críticas. Una vez que te hayas asegurado de que comprenda lo que te gustaría que cambie y por qué, debes darle espacio para que reflexione y tome una decisión. Insistir no servirá de mucho.