Última actualización: 23 de febrero de 2015
Muchas personas actúan y hablan sin preocuparse por las repercusiones que tendrán sus acciones en el futuro. Y es algo bueno, pero solo a veces: no siempre una mala acción o experiencia no tendrá consecuencias. Debemos entender, por tanto, que las experiencias de hoy serán los recuerdos de mañana. Por eso, si sabemos disfrutar de la vida y vivir experiencias enriquecedoras y placenteras, en el futuro podremos mirar hacia atrás y volver a experimentar la felicidad que generan esos recuerdos positivos.. Y los buenos recuerdos son los que nos mantienen vivos: es poder mirar atrás y sumergirse en un mundo lleno de emociones, en su mayoría positivas, que nos harán sonreír mañana.
Vivir es generar recuerdos
El problema surge cuando buscamos en nuestro pasado y no encontramos nada positivo o lo que encontramos nos da asco. En cualquier caso, fíjate bien: siempre hay algo que vale la pena recordar. Y los recuerdos no aparecen de la nada, se crean. La construcción de una memoria muchas veces parte de nosotros mismos: se puede crear una experiencia, en la que nosotros somos los protagonistas. Esto quiere decir que estar todo el día sentados en el sofá, sin establecer relaciones con los demás, no nos ayudará a construir recuerdos. La relación con otras personas o la realización de actividades es lo que quedará en nuestra memoria.
La felicidad acumulada no debe impedirnos buscar nuevas experiencias
Sin embargo, a pesar de todo esto, incluso los buenos recuerdos pueden, en ocasiones, ser un veneno para nosotros. Si no ha pasado nada interesante en nuestra vida durante mucho tiempo, los recuerdos de la felicidad pasada pueden devorarnos. La nostalgia es, en períodos de inactividad social o amorosa, un gran enemigo. En estos casos, cuando recordamos los buenos tiempos en los que éramos felices, en lugar de sentirnos felices nos sentimos tristes, porque esta etapa de nuestra vida ya es cosa del pasado y no podemos revivirla. Por eso, debemos alimentar continuamente nuestra hambre de experiencias. Por supuesto que no todo lo que nos pase será positivo, pero Las experiencias gratas quedarán en el cajón de nuestros recuerdos y nos ayudarán a seguir adelante: son las que nos darán felicidad y ganas de vivir.
No se puede negar que, por desgracia, el tiempo perdido no vuelve. Para ello debemos conocer gente, hacer cosas diferentes, enamorarnos… Todo para alimentar esa hambre de vida que acompaña al ser humano y nos hace sentir vivos.. No debemos dejarnos enjaular por la inactividad y seguir dando vueltas en el círculo de la nostalgia. No nos llevará a ninguna parte y nos devorará lentamente desde dentro. Hay que avanzar, avanzar, vivir.
Construir memorias, por tanto, está en nuestras manos. Y podemos empezar a hacer esto hoy: ¿por qué esperar?
