La indefensión aprendida acaba con las ganas de luchar

La indefensión aprendida acaba con las ganas de luchar

La indefensión aprendida acaba con las ganas de luchar

Última actualización: 08 octubre, 2016

Los seres humanos aprendemos que no podemos hacer nada en determinadas situaciones y por lo tanto no actuamos para cambiarlas. Esta impotencia ante lo que nos sucede puede tener diversos puntos de partida o factores que contribuyan a mantenerla, como el miedo, la falta de compromiso o la baja autoestima..

El concepto de indefensión aprendido en psicología se asocia en particular con un nombre, el de Martin Seligman. Este famoso psicólogo e investigador realizó varios experimentos con animales, observando cómo se comportaban al recibir estímulos negativos.



Algunos animales tenían la capacidad de evitarlos accionando otra palanca; otros, en cambio, no podían controlarlos, eran independientes. Los animales que habían aprendido que no había palanca unida a los estímulos dejaron de actuar.

La impotencia lleva a la desesperación

Según el experimento de Seligman, podríamos decir que los cambios en los hábitos de comportamiento de los animales están ligados a la ausencia de percepción de contingencia entre la acción y el resultado. Para estos animales, el daño se había vuelto incontrolable y, por tanto, se habían resignado a sufrirlo.

El mismo estudio se realizó con humanos para determinar la posibilidad de un comportamiento similar. La pérdida de control sobre el entorno o la expectativa de descontrol aparecen cuando la persona ha intentado diferentes formas de salir de una situación y ha fracasado. La persona en cuestión sufre y llega un momento en el que le fallan las fuerzas y se dice a sí misma: “si tiene que ser, será”.

Sin embargo, el tema no termina ahí. La sensación de abandono suele generalizarse a otras situaciones, de hecho la percepción de control se ve muy influenciada. El pensamiento es claro: si no pueden cambiar nada, ¿por qué tengo que hacer algo?



Si llegamos a la conclusión de que el problema está dentro de nosotros, la autoestima disminuye automáticamente. Pero si es por un factor externo, dejamos de tener el control y nos deprimimos. La depresión es un factor emocional que sólo se desarrolla cuando el descontrol se relaciona con algo que realmente deseamos.

Una teoría complementaria a la formulada inicialmente por Seligman indica que el estado depresivo se debe a la falta de esperanza de mejorar o cambiar una situación específica. Si tenemos una expectativa negativa sobre un hecho importante y no podemos hacer nada al respecto, perdemos la esperanza.. Es muy difícil entonces cambiar este sentimiento. Y también duele mucho.

La impotencia aprendida en la vida cotidiana.

Más allá de las teorías o conceptos de la psicología, es bueno saber qué posibilidades hay de padecer este problema y luego encontrar una solución. La indefensión aprendida es un proceso mental y emocional que nos lleva a actuar de una determinada manera, en base a estímulos o experiencias pasadas..

Suele estar muy presente en personas criadas en un régimen autoritario, con castigos habituales y pocas recompensas. Cuando se nos reprende continuamente por cualquier cosa que hagamos, dejamos de responder y lo hacemos incluso cuando hay recompensas que no dependen de lo que hacemos. La importancia, por tanto, de los premios y del momento en que se deben dar cuando estamos educando a nuestros hijos.

“¿Por qué mejorar mis notas si mi padre me va a regañar de todos modos?” Podría ser un claro ejemplo de este problema que comienza en la niñez y continúa hasta la edad adulta.


¿Qué sucede cuando las circunstancias cambian y nos encontramos frente a alguien que no nos golpea, nos castiga o nos regaña? Si la importancia que hemos aprendido está demasiado arraigada en nuestra mente, será muy difícil actuar de manera diferente a lo que hemos aprendido. Cada acción siempre corresponde a una reacción. La buena noticia es que cambiar tus hábitos lleva tiempo, pero no es una hazaña imposible.


Impotencia en la piel

Tener un jefe que te hace la vida imposible en el trabajo, ser maltratado todos los días en la escuela, tener una suegra o un padre demasiado mandones son algunas de las situaciones más comunes en las que una persona puede fortalecer o desarrollar su indefensión aprendida. No defenderse de las injusticias, los golpes o las palabras va más allá de ser débil o tímido, significa que no puedes o no sabes cómo afrontar estas situaciones..


Si desde pequeños nos han tratado mal en casa o en la escuela o si hemos sufrido actos de violencia física, es probable que no sepamos defendernos, que estemos deprimidos y sin esperanza. Pero esto no solo ocurre en el hogar, en el ámbito académico o durante la infancia, también está presente en el ámbito laboral y personal, como en la relación de pareja.

Es muy común que una persona impotente diga "esto es lo que me pasó a mí y haga lo que haga, nada va a cambiar". De esta forma, deja de luchar por sus derechos, integridad y orgullo. Creer que no tienes posibilidades de mejorar las situaciones y que eres vulnerable sin remedio lleva a las personas a volverse pasivas y conformistas.


Si sientes que tienes cierta propensión a experimentar esta indefensión aprendida, lo mejor es consultar a un especialista. Poco a poco, trabajando aspectos tan importantes como la autoestima o la resiliencia, reeducarás tu pensamiento para resistir y encontrar soluciones a situaciones en las que parece que no existen o en las que se necesita mucha paciencia.

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