Escrito y verificado por el psicólogo. ObtenerCrecimientoPersonal.
Última actualización: 15 2021 noviembre
El orgullo a menudo se esconde detrás de la ira. Hablamos de personas que necesitan tener siempre la razón, que no toleran que las contradigan o las corrijan y que, además, son víctimas de su propia frustración. Es importante señalar que el orgullo a su vez encubre el narcisismo, delineando un perfil de personalidad agotador..
Se dice que el que es orgulloso nunca reconoce sus pecados. No hace esto porque su nariz está tan cerca del espejo que ni siquiera puede verse a sí mismo. Nos acostumbramos a este tipo de presencia en nuestra vida y, sin darnos cuenta, empezamos a considerar normales el narcisismo y el orgullo. Los vemos en la política, en la vida empresarial, también los vemos en las nuevas generaciones.
Las personas que cumplen este perfil, aparentemente distantes entre sí, en realidad tienen características en común. Independientemente de la edad, son personas que quieren saberlo todo, que no tienen nada que aprender porque “ya tienen mucha vida detrás”. También eclipsan las necesidades de los demás y, a menudo, tienen la madurez emocional de un niño de 6 años.
Cualquiera que trate con esas personas a diario también está familiarizado con sus frecuentes arrebatos.. Son muy quisquillosos y orgullosos, por lo que pierden el control con poco y adoptan conductas de rencor, como dejar de hablar con quienes les han contradicho aunque sea en un aspecto insignificante.
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Arrebatos frecuentes: ¿qué esconden?
El orgullo no es más que una máscara, un disfraz de puercoespín cuyas púas actúan como una barrera defensiva para evitar que nadie se apodere de sus miedos, debilidades e inseguridades. Si le decimos a una persona orgullosa que se tome las cosas con calma y sea paciente, no dudará en esconderse detrás de sus plumas.. No importa si nuestro comentario fue de buena fe: lo tomará como una afrenta.
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La autoestima de estas personas es muy baja. Sin embargo, el sentimiento de inferioridad a menudo se convierte en agresión, ira, desprecio y amarga frustración. Es más, la necesidad de estar por encima de los demás en cualquier situación, circunstancia o contexto configura esta pretensión de autoridad por la que nadie debe desacreditarlos ni oponerse a ellos hasta en las cosas más insignificantes. Lo consideran un insulto.
El orgullo en estos casos es un sofisticado mecanismo de compensación. Lo más interesante de estos perfiles es que forjan su armadura de púas desde la infancia para ocultar sus inseguridades. Con el tiempo, esta armadura se convierte en una forma de reaccionar ante problemas o decepciones. La personalidad soberbia, en efecto, explota la arrogancia y la agresividad para marcar el territorio, para afirmarse.
En realidad, no hacen más que aumentar las distancias y moverse en un círculo de relaciones superficiales.
¿Qué hacer cuando estas personas nos arrojan la ira que sienten?
Los enfados frecuentes esconden un claro problema de gestión emocional, baja autoestima y falta de equilibrio psicológico. Nadie puede sobrevivir a la ira crónica, como un león que ruge cada dos por tres. Por lo tanto, si en nuestro círculo hay una persona que activa esta dinámica, debemos tener clara una cosa: no es nuestro problema, no somos la causa de su malestar.
Cualquiera puede enfadarse, es algo muy sencillo. Pero enojarse con la persona correcta, y en el grado correcto, en el momento correcto, con el propósito correcto y de la manera correcta: esto no está al alcance de nadie y no es fácil.
Aristóteles
Cuando la ira se convierte en una forma de ser, ya nada crece a su alrededor. Y si detrás de la ira hay soberbia, narcisismo y el deseo de controlarlo todo o sacar siempre un beneficio personal, entonces lo mejor es alejarse de gente de este tipo y no perder tiempo y energia en una pelea.
Porque el orgullo no se cura con discusiones, es necesario que el orgulloso se mire al espejo, liberándose de las fauces del león y las púas del puercoespín. Todos escondemos debilidades, carencias, laberintos de inseguridades y, por qué no, hasta un niño interior todavía asustado que responde con ira cuando algo anda mal..
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Los arrebatos frecuentes, lo creas o no, son comunes para muchas personas. Por eso vale la pena invertir tiempo, atención y una buena dosis de cariño en la vida de nuestros hijos que muchas veces acumulan demasiada frustración y se enojan con poca.
Aprendamos a manejar estas situaciones, eduquémoslos de la manera correcta.