Última actualización: 21 de mayo de 2017
Vivir con prisas pensando en lo que va a pasar, al “debe” o al “debería”, vivir lejos de nosotros mismos o de lo que nos rodea. Detengámonos un momento, miremos alrededor, respiremos: estamos aquí y ahora, ¡disfrutémoslo!
Cuenta una leyenda que hace muchos años los humanos caminaban y convivían junto a unas hermosas aves llamadas Ora. Se quedaron contigo día tras día con su canto y sus plumas en el cuerpo en mente.
Cada vez que los humanos veían un hermoso paisaje, hablaban con alguien o sentían algo especial, los pájaros ahora los picoteaban en la cabeza y empezaban a cantar, entonces la gente se daba cuenta del momento que estaban viviendo y lo recordaban. Disfrutaron el presente y fueron felices.
Las aves ahora se alimentaban de las emociones de esos momentos e hicieron que los humanos a los que acompañaban disfrutaran más intensamente de la vida., a pesar de no tener televisores de pantalla grande con muchos colores. Un día las cosas cambiaron y la gente empezó a convivir con otras aves, las de plumaje negro (el Antes) y las de plumaje blanco (el Después).
Poco a poco los pájaros perdieron el canto y quedaron casi sin voz. Los momentos de conciencia se desvanecieron. Pero la leyenda no acaba ahí: aunque los pájaros ahora ya no vuelen junto a nosotros y su canto sea menos intenso, siguen viviendo en nosotros, esperando que el ser humano tome conciencia de cada momento que tiene y que si disfrute. .
Algunos dicen que si cerramos los ojos, respiramos profundamente y sonreímos, podremos escuchar el canto y el picoteo de los pájaros del Ahora en nuestros corazones y mentes.
Oscar Soria
La prisa es mala consejera
Siempre estamos apurados, condicionados por horarios, obligaciones, reuniones. Los más pequeños tienen sus agendas repletas de actividades y es entonces cuando queremos decirles: “No corras, frena”. La vida es parte de nosotros y somos nosotros los que buscamos lo que nos da. Es cierto que muchas veces nos reserva sorpresas, pero son más las ocasiones en las que encontramos lo que buscábamos.
Si no podemos cambiar la agenda, entonces, debemos cambiar la forma en que vemos la agenda. Adquirir conciencia de nuestro “ahora” interior para poder estar donde estamos en cada momento, para conectar con nuestra mente y cuerpo, sin prisas y pensando en el “después”. Vivimos cada segundo, hora, día, mes o año escuchando lo que nos dice el corazón.
El pájaro del después o los susurros del pasado no deben silenciar la voz de nuestra conciencia presente. Nos esforzamos por escuchar el canto del pájaro en nuestra mente Ahora y valoramos cada momento que vivimos. Pensemos en cuánto podríamos alimentar su influencia; de esta manera, se quedará con nosotros más tiempo.
Vive y conéctate al presente
Cada día es un nuevo comienzo y nos da la oportunidad de vivir otro momento presente, de mirar el pasado, de dejarnos sorprender por el después y de alimentarnos del aquí y ahora. Mantener los recuerdos en la memoria requiere primero vivirlos plenamente, emocionarse. Si somos conscientes del aquí y ahora, tendremos los medios para dejar una buena huella a la que podamos acceder en el futuro.
Si por el contrario vivimos apurados, sin detenernos nunca y sintiéndonos a nosotros mismos, no nos damos la oportunidad de ver y observar dónde estamos, cómo nos sentimos, qué pasa a nuestro alrededor en ese momento, por qué sonreímos. , por qué sentimos mariposas en el estómago o, lo que es más importante, si estamos donde queremos estar.
Detengámonos, dejemos fluir nuestros sentimientos. Disfrutemos el presente y emocionémonos. Sonreímos y guardamos el recuerdo en el recuerdo. Dejemos todo a un lado y vivamos el momento presente. Entonces podemos continuar. Vivir el presente nos empuja a disfrutar cada momento, el tiempo no existe sin nosotros, somos nosotros quienes le damos sentido y lo hacemos nuestro. Si nos hacemos conscientes de nosotros mismos en cada momento, podremos aprovechar cada segundo al máximo.