Última actualización: 21 octubre, 2017
Hasta la fecha podemos decir que hemos derribado las barreras de las dificultades, pero que hemos pasado a una estandarización de la superficialidad. El ser humano siempre ha necesitado simplificar las cosas para lograr sus metas o proyectos. La rueda, por ejemplo, permitía transportar grandes cargas de un lugar a otro. Gran parte de la historia de la humanidad se ha basado en la lucha por la simplificación de los procesos. La desventaja de esta lucha es que ha creado un ejército de personas tranquilas.
Primero fue la revolución industrial, luego la revolución informática. Los dos fenómenos han simplificado y acelerado la vida cotidiana de las personas. En otras palabras, han minimizado el esfuerzo requerido para realizar varias actividades que requerirían más energía y más tiempo. Por ejemplo, información. El boca a boca ha sido sustituido por la prensa, ahora la información llega en tiempo real gracias a los internost.
Cabría preguntarse si todo esto realmente nos facilita la vida. Quizás sea más correcto decir que ahora nuestra existencia es más rápida y requiere menos energía desde el punto de vista físico, pero se ha vuelto extremadamente complicado hasta el punto de que la incidencia de enfermedades mentales también está aumentando. Al mismo tiempo, la superficialidad o el descuido ha surgido como forma de abordar esta complejidad.
De la facilidad a la superficialidad
El propósito de la industrialización y la tecnología de la información no ha sido realmente hacer la vida más fácil a los seres humanos. El objetivo era acelerar y simplificar la producción, pero también se extendía a la vida cotidiana. Gran parte de este progreso encuentra su explicación en el concepto de dinero más que en el de bienestar.
Sin embargo, lo cierto es que el principio de que todo debería funcionar más fácil se ha infiltrado en nosotros de varias maneras. La peor forma es la que nos hace creer que "fácil" y "rápido" son adjetivos deseables. Por el contrario, "lento" y "difícil" son vistos como defectos. La superficialidad encuentra su fundamento en esta forma de pensar.
En su expresión más positiva, la ciencia y la tecnología nos han relevado de realizar tareas mecánicas o de fuerza bruta. Simplificar ciertas actividades, como hacer la colada rápido o llevar objetos muy pesados con mayor comodidad, supondría tener más tiempo libre para dedicarnos a las cosas que más nos gustan y que nos satisfacen. Este propósito, sin embargo, no se ha realizado o, más bien, se ha realizado en parte y sólo para unos pocos. Más bien se ha extendido una actitud de desprecio hacia el esfuerzo, hacia el cansancio..
Descuido y dignidad
Se ha construido un falso ideal, el de eliminar los problemas. Se ha extendido la idea de que no hay nada positivo en los problemas y, peor aún, que realmente existe una vida sin dificultades, un mundo sin obstáculos..
Algunos lo creen hasta el punto de estresarse porque nunca llega el día en que los problemas desaparezcan. La paradoja es que nunca antes habíamos sentido que teníamos que enfrentarnos a tantos problemas. Casi todo se ha vuelto difícil. Come poco o mucho. Tener trabajo o no. Estar en una relación o no. Y la lista es muy larga.
Desde un punto de vista psicológico, el descuido puede tener dos caras. Por un lado, es una respuesta defensiva a lo que se percibe como un conjunto de problemas irresolubles. Por otro lado, podría ser una actitud infantil, entonces queremos permanecer en una posición que no requiera compromiso, esfuerzo o responsabilidad, como cuando somos niños.
Tomar tal posición significa no aceptar que la realidad y las dificultades van de la mano. La verdad, en efecto, es que son las dificultades las que nos permiten a nosotros ya toda la humanidad buscar, encontrar, evolucionar. La invención del fuego también fue una respuesta a la solución de un problema. Una vez resuelto, se han sentado las bases para proceder en la evolución con el homo sapiens.
En general, la tendencia a considerar todo fácil no hace más que acentuar y agravar los problemas. Nos priva de la oportunidad de ponernos a prueba, de medirnos y de aumentar la confianza en nuestras capacidades..
Tal actitud nos impide disfrutar de una de las cosas más hermosas de la vida, que es el orgullo de ser quienes somos, lo que tenemos y lo que somos capaces de hacer. Ciertamente hay dificultades que son casi imposibles de resolver, como el hambre en el mundo, pero muchas otras son solucionables. Lo que falta es confianza en uno mismo, amor propio o ambos..