Las caricias no se comen, sino que se nutren

Las caricias no se comen, sino que se nutren

Las caricias no se comen, sino que se nutren

Última actualización: 07 de abril de 2016

El mundo actual nos expone a situaciones de difícil solución, sobre todo porque, en su mayor parte, escapan a nuestro control. Algunos ejemplos podrían ser el desempleo, el terrorismo o el calentamiento global. Necesitamos estímulos afectivos y emocionales que nos reconforten en este ambiente cada vez más frío y distante, necesitamos caricias.

Esto no significa que necesitemos una lista muy larga de consejos sobre cómo manejar nuestros sentimientos y emociones. Lo más importante también es no encontrar oportunidades para distraernos de las dificultades y la ansiedad cotidianas. En realidad, ambos aspectos (oportunidades y consejos) son importantes, pero no son suficientes si pretendemos alimentar nuestro corazón sólo con ellos.



“La caricia trae cada vez más ternura. Lento, las manos vacilan, vuelven y contemplan”

(Jorge Guillén)

En realidad, los estímulos que nos permiten ser fuertes son aquellos que nos hacen sentir reconocidos y apreciados. Las caricias son el alimento por excelencia que la mente necesita para crecer y resistir ante los problemas.

Las caricias y su mundo

El mundo de las caricias no se compone únicamente del contacto físico, aunque sin duda este es un elemento fundamental. En él también hay palabras y todos los gestos cariñosos que somos capaces de dar; hay miradas y voces que acarician con su calor; hay palabras que son como un abrazo para el alma.

De hecho, en la psicología transpersonal se argumenta que las caricias también pueden ser "negativas": son gestos poco sinceros de reconocimiento, rechazo y hostilidad.


¿Cómo estas actitudes pueden ser consideradas caricias? Lo son porque implican un reconocimiento del otro, aunque sea negativo. Lo contrario del mundo de las caricias es la indiferencia total., o el desconocimiento de la existencia del otro. Es una ecuación entre el otro individuo y el vacío, que despoja a la persona ignorada de emociones y sentimientos.


De todos modos, las caricias capaces de nutrir y enriquecer son las que podemos llamar "caricias genuinas". Incluso los animales están involucrados en estas expresiones. Son pequeños gestos que hacen especial un simple momento.

La sed de caricias

Las caricias son tan importantes para el ser humano que una persona puede incluso enfermarse y morir si no recibe ninguno, especialmente durante los primeros años de vida. No ser acariciado entristece, deprime y finalmente mata.

En el mundo de hoy parece haber una sed de caricias muy fuerte, de la que no somos plenamente conscientes. Esto se nota claramente en las redes sociales, por ejemplo: muchas personas publican posts no tanto para expresar lo que piensan o sienten, sino para conseguir un “me gusta” que les dé consuelo y apoyo.

Probablemente, todas las acciones encaminadas a llamar la atención de los demás surgen de la sed de caricias. Es como una forma de gritar en silencio "¡Estoy aquí!". Es una forma de pedir a los demás que reconozcan nuestra existencia; después de todo, todavía somos mamíferos evolucionados y, como tales, nos necesitamos desesperadamente unos a otros.

Acariciar y ser acariciado

No todos sabemos acariciar ni todos permitimos que nos acaricien. En realidad, hay pocos expertos en este arte en particular. La pregunta que surge espontáneamente es "¿por qué, si todos necesitamos caricias, hay alguien que las estorba?".


La respuesta es una sola: por miedo. Es el miedo lo que lleva a estos individuos a levantar grandes barreras que los esconden de los demás, que los muestran como absolutamente autónomos e independientes, incluso si anhelan tener conexiones importantes con otras personas.


Constantemente se promueve la idea de que la excelencia consiste en la total independencia, en ausencia de condicionamiento por parte de otros. Esta idea ha calado profundamente en nosotros, tanto que muchos luchan cada día por hacer realidad esta fantasía. Como si la lucha por la defensa de la independencia pudiera sustentarse en la actitud del "bastian contrario", propia de los adolescentes.


Si bien la independencia puede verse como una gran virtud en algunas áreas, recuerde que el precio emocional a pagar es muy alto.

Las personas verdaderamente fuertes no nacen del trato duro o de la independencia absoluta, al contrario: quien vive en un ambiente capaz de brindar caricias y seguridad tiene más recursos emocionales para enfrentar la adversidad. Acariciar y ser acariciado es un poder que hace más inmensa y feliz la existencia.

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