Última actualización: 07 septiembre, 2017
Una de las características de las personas con trastorno límite de la personalidad es la dificultad para gestionar sus emociones. Por lo general, se sienten abrumados por ellos y no logran ser estables.
Pueden experimentar muchos altibajos emocionales que dificultan, y en algunos casos comprometen, sus relaciones con el mundo exterior. Precisamente por eso, necesitan una ayuda específica que les dote de herramientas útiles relacionadas con el comportamiento social.
Debe entenderse que una persona con trastorno límite de la personalidad (TLP) se comporta de forma rígida e inflexible. Estamos hablando de personas que no pueden relacionarse fácilmente con uno vida social desequilibrada, profunda inestabilidad emocional y una autoimagen muy negativa.
Pero, ¿por qué es tan difícil para las personas con este trastorno manejar sus emociones?
La teoría biosocial del trastorno límite de la personalidad
La teoría biosocial sostiene que el principal problema del TLP es la ausencia de regulación emocional. Además, esta deficiencia podría tener varios orígenes: una determinada predisposición biológica, un contexto ambiental de invalidación y la interacción de ambos factores. Según esta teoría, los desequilibrios emocionales serían consecuencia de la vulnerabilidad emocional y la falta de estrategias afectivas para regular las emociones.
La vulnerabilidad emocional se define como una forma de hipersensibilidad a cualquier emoción, independientemente de su valor (positivo, negativo o neutro). Esta hipersensibilidad suele dar lugar a una respuesta muy intensa y variable por parte de la persona con TLP. Esta intensidad produce un desequilibrio que las personas con TLP difícilmente saben cómo remediar.
Por otro lado, la inestabilidad y falta de regulación emocional, según la teoría biosocial, tiene una fase biológica, pero esto no significa que sea hereditaria. Esta predisposición biológica puede ser diferente en cada persona, por lo tanto aún no se ha identificado un factor biológico común presente en todos los casos de trastorno límite de la personalidad.
Un entorno familiar discapacitante perjudica la regulación emocional
Uno de los factores que inciden en la difícil regulación emocional de las personas con TLP, pero también de quienes no lo padecen, es el contexto y entorno familiar en el que crecieron. Por lo general, se trata de familias que no han validado las necesidades emocionales de sus hijos. Las emociones son vistas como expresiones sin importancia..
Una familia discapacitante puede socavar gravemente la autoestima de una persona, ya que se forma en la infancia. Si los padres ignoran o responden de manera extrema a las necesidades del niño, éste no se sentirá importante, condición que generará en él rechazo e incomprensión. El ambiente crítico promueve las emociones de frustración, ira, tristeza y miedo como características de la personalidad del niño.
Entonces, por ejemplo, si el bebé llora, en lugar de lidiar con eso o tratar de ver qué le pasa, le dicen que es un llorón y que debe dejar de llorar. De esta forma, el pequeño aprende que no se deben mostrar las emociones y que cuando las expresa, incluso se le regaña. El niño aprende a expresar sus emociones de forma extrema, las inhibe o las desinhibe por completo; a medida que crece esta expresión disfuncional, se vuelve más pronunciada.
¿Cómo responden las personas con TLP a las emociones?
Extrema intensidad y sensibilidad emocional
Las personas con trastorno límite de la personalidad son muy sensibles a las experiencias externas, porque temen el abandono. Por ello, reaccionan con gran intensidad ante cualquier emoción, ya sea ira o alegría. Sufren una inestabilidad emocional severa que les resulta difícil de controlar. Por ejemplo, a menudo tienen intensos episodios de ansiedad y frustración que se proyectan en otras personas a través de conductas irrespetuosas.
Dificultad para recuperar la neutralidad emocional.
Recuperar la calma, siguiendo la intensidad con la que se sienten las emociones, no es fácil. Pueden ser muy impulsivos y en presencia de algo que les molesta a menudo son incapaces de modular sus emociones. En muchas ocasiones incluso delegan involuntariamente el control de las acciones encomendadas a sus emociones.
Además, esta gente está acostumbrada a tener opiniones temerarias, radicales y muy volubles. Su inestabilidad en este sentido también penaliza el círculo social de apoyo con el que cuentan. Este círculo suele ser menos sustancial que el de una persona sin TLP e quienes pertenecen a ella han entendido que muchas de las conductas impulsivas que adopta la persona son producto de la enfermedad.
Vacío y profunda tristeza inhibidos
La sensación de vacío es un sentimiento muy común entre las personas con trastorno límite de la personalidad. Nada les llena lo suficiente y esto les genera un gran vacío inespecífico, por lo que experimentan una tristeza tal que muchas veces no pueden explicar ni expresar. De esta forma llenan su mochila emocional de una melancolía que acaban respirando y de la que no pueden librarse.
Ira reprimida y autolesiones
Es muy difícil para estas personas regular su ira. Por esta razón, estallan fuera de control o inhiben la emoción hasta el punto de lesionarse. La autolesión es una forma de expresar la ira que no saben cómo expresar de otra manera.
En estos casos es fundamental aprender a gestionarla, eligiendo conscientemente cómo descargar la energía que acompaña a esta emoción, para no dejarla salir a través de un impulso inconmensurable con consecuencias de las que luego te arrepentirás.
¿Cómo regular las emociones en el trastorno límite de la personalidad?
Un primer paso será aprender a aceptar y validar tus emociones tal como son. Identifica qué emociones existen en tu horizonte antes de que tomen el control y acéptalas como vienen, sin querer negar la realidad. En este sentido, será importante aprende a tolerar tu malestar emocional con estrategias de regulación emocional.
Una de las terapias que mejores resultados ha mostrado es la DBT (Terapia Dialéctica Conductual) ideada por Marsha Linehan. Esta terapia se basa en enseñar habilidades sociales y motivacionales para reducir la conducta impulsiva y la ideación suicida, de manera que las personas con TLP puedan ver el mundo como un lugar donde también hay espacio para ellos.
Enriquecer las habilidades emocionales de las personas con trastorno límite de la personalidad es un aspecto muy importante para mejorar su adaptación social y personal. La terapia individual, los grupos terapéuticos y las actividades a realizar en el domicilio serán fundamentales para este fin, siempre que estén reguladas y dirigidas por un especialista.