Las palabras son tan importantes como los hechos.

Las palabras son tan importantes como los hechos.

Las palabras son nuestra esencia y forman la base de nuestras relaciones.

Las palabras son tan importantes como los hechos.

Última actualización: 15 agosto 2020

Los estudios han demostrado que las palabras provocan diferentes reacciones en el cerebro. Los destructivos, por ejemplo, aumentan la producción de la hormona del estrés. Los edificantes, por otro lado, conducen a una mayor secreción de las hormonas del bienestar.

A menudo repetimos frases como "Las palabras si se las lleva el viento" o "Son solo palabras", a la luz de los desarrollos en la teoría del lenguaje que tuvieron lugar durante el siglo XX. Hoy sabemos que las palabras son verdaderos medios de comunicación y las personas son "hablando andando".



Todos estamos hechos de palabras, que no son más que la materialización de ideas. Y las ideas materializan la cultura. Nos relacionamos con nosotros mismos, con los demás y con el entorno a través de la cultura, las ideas y las palabras. Por ello, estos últimos forman parte de la esencia del ser humano, con un impacto bastante significativo.

"Una sola palabra puede influir en los genes que regulan el estrés físico y emocional".
-Andrew Newberg-

Las únicas palabras que se lleva el viento son las que no nos conciernen. Los que en cambio tienen que ver con nosotros, o con nuestros escenarios, cuentan y cómo. No se van volando, se quedan allí, moldeando nuestros sentimientos y emociones, hasta llegar a nuestra conciencia. Podemos decir que las expresiones verbales son tan importantes como los hechos.

El lenguaje y su impacto en el cerebro

Uno de los supuestos más interesantes de la neurociencia es que cada palabra genera reacciones diferentes en el cerebro. Las expresiones verbales positivas y negativas desencadenan cambios cuantificables. Uno de los estudios más completos al respecto es el realizado por los psiquiatras Mark Waldman y Andrew Newberg, autores del libro Las palabras pueden cambiar tu cerebro.



El libro demuestra algunas curiosas reacciones cerebrales provocadas por las palabras "sí" y "no". Cuando una oración comienza con la palabra "no", el cerebro comienza a secretar más cortisol, la hormona del estrés. A su vez, si la oración comienza con "sí", hay una mayor producción de dopamina, la hormona del bienestar.

En la misma onda, un estudio realizado por la Universidad Friedrich Schiller ha demostrado que las expresiones afectivas y positivas activan la corteza prefrontal dorsomedial del cerebro, un área relacionada con la autoconsideración y la toma de decisiones emocionales.

Palabras positivas y negativas

Llamamos "palabras negativas" a aquellas que llevan un mensaje violento o agresivo y que, de una forma u otra, son destructivas. Aparentemente, tienen un impacto mucho más fuerte y duradero que las expresiones positivas.

Solo piensa que al leer una lista de palabras negativas, los niveles de ansiedad aumentan. Ejemplos son "muerte", "enfermedad", "tristeza", "dolor", "miseria", etc.

Algunos estudios sostienen que el efecto de una palabra negativa no es el mismo que el de una positiva. Este aspecto se acentúa particularmente cuando el término negativo en cuestión se dirige expresamente a la persona y sus características. Para suavizar el efecto de una palabra negativa, se necesitan al menos cinco positivas.. Una excusa no es suficiente. Debemos hacerlo mucho mejor.

También se observaron fenómenos interesantes en el lugar de trabajo. Se ha demostrado, por ejemplo, que si un empleado recibe a menudo palabras de reconocimiento y aprecio por el trabajo realizado, tiende a apegarse cada vez más a su propia actividad laboral y es llevado a ser más cooperativo y productivo.


Ten cuidado con lo que dices

Una persona llega a decir un promedio de 70.000 palabras al día. Al ser un acto tan frecuente y cotidiano, no podemos subestimar su valor. Después de todo, como hemos dicho, las palabras son nuestra esencia y forman la base de nuestras relaciones. El uso correcto de las palabras tiene el gran potencial de mejorar o empeorar nuestras vidas.



Es muy importante, por tanto, prestar atención a la forma en que usamos el lenguaje. Especialmente en situaciones de tensión, conflicto o malestar. En estos casos, debemos prestar atención no solo a lo que decimos a los demás, sino también a lo que nos decimos a nosotros mismos. A veces, simplemente necesitamos un momento de silencio para encontrar los términos adecuados para expresar mejor lo que pensamos o sentimos.


El potencial de las palabras es enorme. El psiquiatra colombiano Carlos Cuéllar sugiere comenzar y terminar el día agradeciendo por estar vivo. Este simple gesto es suficiente para mejorar considerablemente nuestra salud física y mental. Transformamos nuestro idioma en un aliado para nuestro bienestar personal y no en una trampa.

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