Última actualización: 21 de diciembre de 2016
Que aprendemos de los errores es una verdad casi absoluta, sobre todo si observamos constantemente y si somos analíticos e intuitivos. Por eso se dice que una vez adquirida la enseñanza derivada de un error, será difícil volver a cometerla.
En este sentido, parece bastante simple si cometimos el error. Sin embargo, ¿qué sucede cuando se trata de los errores de los demás? La vida tiene una duración limitada y no tenemos suficiente tiempo para cometer errores muchas veces. Entonces, ¿por qué no centrarse en los errores que otros cometen para evitarlos? No es solo una cuestión de tiempo, es de esta forma que también evitaremos sufrir las consecuencias negativas del error.
Los errores de los que no aprendemos son errores que se repiten
Desde que nacemos, empezamos a darnos cuenta de que el fracaso es una forma de encontrar el éxito a medio y largo plazo. Los primeros años cometemos errores todo el tiempo, pero a la larga cosechamos los frutos de esos fracasos, frutos que tienen un sabor más intenso y duradero. A medida que creces, las consecuencias se vuelven más complicadas, lo que no significa que el proceso se vuelva completamente inválido.
Estas consecuencias también están ligadas al lado positivo que podemos extrapolar de los hechos. Los errores con más consecuencias negativas suelen ser también los que tienen mayor poder transformador. No olvidemos que el mismo proceso de sufrir las consecuencias de un error también puede ser un gran aprendizaje, no sólo un fracaso en sí mismo.
“Los errores - dijo enfáticamente - incluso esos me importan. No los borro de mi memoria ni de mi vida. Y nunca culpo a otros por mis errores”.
-Andrzej Sapkowski-
Aprendemos a guardar las malas experiencias en la casilla etiquetada como “no repetir”. Sin embargo, estas formas erróneas de actuar a veces, afortunadamente, escapan de esta casilla: que no funcionaran en unas circunstancias no significa que no funcionaran en otras. Tal vez a los 18 años no estábamos listos para iniciar nuestro propio negocio, pero a los 30 podríamos estarlo. En nuestro camino de vida habremos experimentado y aprendido de nuestros aciertos y de los errores que han cometido nuestros líderes.
Estar despierto es un arma
Se dice que las personas se pueden dividir en tres grandes grupos: los que asimilan sus propios errores, los que además de los propios asimilan los de los demás y los segundos que no lo hacen.
Sería bueno pertenecer al segundo grupo, principalmente porque hacerlo reduce la probabilidad de caer a un pozo para comprobar su existencia. estar despierto dadelantarnos a lo que sucede a nuestro alrededor es un arma para esquivar heridas que podemos esquivar.
"Porque todos estamos hechos de lo que nos llevó al error, y el lazo del error a veces es más fuerte que cualquier otro".
-Belén Gopegui-
Aprendemos de los demás a través de hechos concretos sin tener que probarlos en nuestra piel. Desde un punto de vista externo, seremos capaces de acercarnos a ellos con empatía y humildad, sin juzgar ni criticar. Del mismo modo, podemos hacerlo con sensibilidad y cautela, también reflexionando sobre las posibles consecuencias que podrían haber surgido de hacer otras elecciones.
Siempre hay algo nuevo que aprender
Sin embargo, ¿cuáles son las otras razones para centrarse en los comportamientos de otras personas? Quizás lo más importante de todo es que siempre hay algo nuevo que aprender. Por esta razón, la vida siempre nos ofrece la oportunidad de aprender cosas nuevas.
Es una oportunidad que forma parte del don que es la vida. Además, más allá del placer que nos aporta y que solo algunos han descubierto, también es una actitud pragmática e inteligente. Puede que no elimine las espinas de nuestro camino, pero podremos localizar algunas y así esquivarlas.
“Todos debemos aprender continuamente a desaprender mucho de lo que hemos aprendido, y a aprender que no hemos sido preparados”
-Ronald Laing-
Por eso, es fundamental pertenecer al grupo de los sabios que aprovechan todo lo bueno que la vida nos tiene preparado. Vivir como alguien que no presta atención a sus propios errores ni a los de los demás es no vivir inteligentemente.