Última actualización: 19 de febrero de 2022
Enseñarás a volar, pero no volarán tu vuelo.
Enseñarás a soñar, pero no soñarán con tu sueño.
Enseñarás a Vivir, pero ellos no vivirán Tu Vida.
Pero en cada Vuelo, en cada Sueño y en cada Vida,
quedará para siempre la huella de la enseñanza recibida.
Madre Teresa de Calcuta
Ser madre no significa solo cambiar pañales, calentar biberones o discutir con la comida del bebé. Eso es solo el comienzo, es solo el momento en que una madre se da cuenta de que puede hacer cualquier cosa por ese mundo al que entregó su vida. Ese mundo es su hijo, en quien ha depositado millones de expectativas.
Ser madre significa cambiar tu vida, tu tiempo y tu forma de pensar por tus hijos. Es dar todo el corazón y todas las fuerzas cada día para sacar adelante a tus hijos y enseñarles a vivir.
Significa tener una razón de ser para el resto de tu vida. Con ganas de disfrutar y vivir cada momento al máximo. Experimentar sentimientos encontrados al ver crecer a los niños, sentir orgullo y nostalgia a medida que avanzan, a pasos agigantados, en la vida.
Si hay un amor que se puede llamar verdadero, es el amor sincero de una madre, un amor eterno e infinito. En realidad, ser madre implica seguir los pasos de nuestros pequeños maestros, los niños, hasta que crezcan; sólo existiendo y sin saberlo, los niños enseñan a las madres a amar incondicionalmente.
Ser madre significa nunca estar sola contigo misma, porque una madre siempre piensa por dos: por sus hijos y por ella. Una madre se siente tremendamente afortunada porque sabe que sus hijos son el mayor tesoro que pudo haber tenido.
Ser madre no siempre significa sonreír, sino también llorar, mucho. Requiere muchas noches de insomnio abrazado a la almohada. Significa tener muchas preocupaciones; horas para dedicar a tus hijos; días, meses, años inventando mil maneras de disfrazar verduras y pescados; aguantar las peleas y tolerar con toda la paciencia del mundo la infinidad de cosas sin sentido a que nos somete la vida.
Lo que una madre hace por sus hijos
A una madre le duele decirle NO a sus hijos, regañarlos, azotarlos, verlos caer, verlos abandonar sus sueños o disminuir sus capacidades. Sin embargo, conoce la importancia de los límites y espera que sus hijos los aprendan.
Una madre no puede vivir para sus hijos, sino que trata de compartir todo con ellos. Por eso, una madre intenta todos los días coser alas enormes y ligeras que permitan a sus hijos volar muy alto.
Una madre quiere que todo en la vida esté bien para sus hijos, pero también quiere que aprendan a superar las tormentas y navegar mar adentro.
Conocen las faltas de sus hijos mejor que nadie, pero las aceptan y nunca las ocultan. Saben si sus hijos están enfermos con solo mirarlos, porque las madres son expertas adivinas de las emociones.
Viven sus pecados con extremo terror, porque sentirse responsables y culpables de los problemas de las personas que más se aman en este mundo es tremendamente doloroso. Por eso una madre lleva el peso de todos sobre sus hombros. Quizás se trata de un acto heroico, pero sobre todo generoso.
Probablemente sacrificar sus metas, sus aspiraciones o su vida por sus hijos no las convierte en madres valientes, sino en personas más tenaces y generosas.
Las noches en que sus hijos se despiertan con fiebre, se enfrentan al mundo y superan todos los miedos, llevan adelante a sus hijos y los protegen de todo... esto es lo que hace a una madre el mejor ejemplo de valor y amor.
Porque las madres son las personas más fuertes del mundo, porque su debilidad es su punto fuerte y este siempre será el amor para quienes encienden su corazón y sus ganas de vivir cada día.
Imagen principal cortesía de Analia Heredia Celayes e imagen interna de Carla Pott (Mamá, ¿de qué color son los besos?)