Aceptar que nuestros padres están envejeciendo puede ser complicado. De un día para otro tenemos que protegerlos, solucionar sus problemas y poner en marcha la mayor demostración de amor: cuidarlos.
Última actualización: 02 de junio de 2022
A medida que los padres envejecen, perdiendo progresivamente su autonomía, nuestra realidad cambia por completo. Dicen que es ley de vida, que el tiempo presenta giros inesperados y que quienes siempre nos llevaron en sus alas ya no aguantan nuestro peso. Es entonces cuando nuestros héroes pierden el manto con el que cubrían nuestras espaldas.
Nuestra responsabilidad es inmensa, además de aterradora. No es fácil afrontar esa fase en la que, de repente, los papeles parecen cambiar casi por arte de magia: los niños deben ser padres y los padres deben aprender a dejarse ayudar.
Aunque siguen vigentes en muchos aspectos, muchas veces su autoridad falla, el cansancio inmoviliza y la salud es más caprichosa que nunca.
No es fácil aceptarlo. El orgullo no falla, pero se impone con el mismo ímpetu juvenil, negándose a aceptar la fragilidad del cuerpo y los diversos cambios.
Después de todo, después de toda una vida protegiendo y cargando el peso del mundo sobre tus hombros, es difícil delegar. Menos aún cómo aceptar tu vulnerabilidad.
El niño interior que llevamos dentro suele experimentar un gran dolor y ansiedad cuando vemos que los padres dejan de cuidarse a sí mismos. Un cambio no exento de dificultades que acabamos aceptando.
Los cambios a aceptar a medida que los padres envejecen
Los buenos padres no son los que dan vida, sino los que dan amor. Cuando tenemos la suerte de crecer rodeados de ese cariño y dedicación constante, duele verlos envejecer. Notar la edad que pesa sobre ellos es casi inesperado. Un día, de repente, alteran su rutina.
Puede ser que su salud les esté fallando por primera vez y el doctor diga que “los años empiezan a pasar factura”. Puede surgir un olvido repentino o una dificultad y, casi sin saber cómo, descubrimos lo frágiles que se han vuelto. Ellos, que primero manejaron todo, inesperadamente se convierten en figuras que necesitan más ayuda de la que pueden ofrecer.
Un artículo de la Dra. Christine A. Price y Whitney A. Brosi de la Universidad Estatal de Montclair indica que nos convertiremos en una sociedad cada vez más vieja. Por ello es necesario adoptar estrategias adecuadas en el ámbito familiar.
No es fácil aceptar que los padres envejecen ni abordar los factores que acompañan este proceso. Por ello es interesante analizar las fases que la componen.
Los padres han sido fuertes para nosotros toda nuestra vida. Eventualmente, llega un momento en que tenemos que ser fuertes por ellos.
1. Autosuficiencia
Los padres son autosuficientes durante casi todo el ciclo de vida. Son independientes y siempre están ahí para nosotros, nos ayudan, nos guían y nos protegen. No importa si ya somos adultos y ya no vivimos con ellos, en su mente seguimos siendo sus hijos.
2. La relación de dependencia
A medida que los padres crecen, comienzan a necesitar nuestra ayuda.. La vejez no tiene que ver con la edad o las arrugas, sino con la pérdida de autonomía.
Cuando llega esa fase adictiva en la que necesitan que vayamos al médico, tomemos medicamentos o realicemos ciertas tareas, entonces todo cambia.
si no hace mucho eran figuras omniscientes que se ocupaban de todo, en un momento dado esta realidad da un giro de 180º. Y una parte de nosotros, el niño que aún llevamos dentro, sufre y está estresado por este cambio. Pero ojo, porque hasta el adulto mayor lo hace.
Los padres no siempre nos pedirán ayuda cuando la necesiten, no están acostumbrados. Por ello, debemos ser conscientes, cercanos e intuitivos para anticiparnos a esas necesidades.
3. Ayuda constante
Cocinar para ellos, lavarlos, tomarlos de la mano cuando la tristeza o el miedo se apoderan de ellos, hacerlos sonreír, acompañarlos a las visitas médicas... En la vejez, cuando los padres ya son figuras dependientes, reciben de ellos el amor más puro que existe. sus niños.
Se otorga a través de la dedicación constante, la compasión y el afecto. Aunque es una fase difícil, podemos seguir disfrutándola y descubrirlos de otra manera.
Debemos tener el coraje de aceptar el ciclo de la vida. Ver a nuestros padres envejecer es una normalidad y una fase que debemos saber aprovechar para intensificar el vínculo afectivo con ellos.
4. Gestión de crisis a medida que los padres envejecen
El envejecimiento trae consigo momentos de crisis que ponen a prueba nuestras habilidades de gestión. A medida que los padres envejecen y alcanzan la vejez, es común enfrentar accidentes, enfermedades y diagnósticos inesperados.
Nadie nos prepara para esa etapa en la que puede surgir desde una demencia hasta una fractura de cadera. Sin embargo, como niños, encontramos la fuerza para enfrentar cualquier situación; nos volvemos tan fuertes como ellos lo han sido para nosotros.
5. terminal
Disfrutamos de la compañía de nuestros padres siempre que los tengamos a nuestro lado. Hagámoslo todos los días, hablando con ellos por teléfono o pasando tiempo juntos siempre que sea posible. Porque los padres no son eternos.
Solo somos breves inquilinos en este mundo donde solo hay una certeza: la vida terminará tarde o temprano. Aprovechamos la presencia de las personas que amamos, especialmente aquellos que dieron todo por nosotros: nuestros padres.