Última actualización: 06 marzo, 2017
La relación entre madres e hijas es un vínculo que se alimenta de complicidad y fortaleza. Pocos lazos pueden ser tan intensos y complejos a la vez como el de esta mujer que educa a su hijo, deseando ser su pilar cotidiano, su refugio, su cómplice, pero también esa figura capaz de ofrecerle su libertad para encontrar su camino personal. , Lo que quieras.
Hay un libro muy interesante sobre el tema llamado "No estoy loco, ¡solo te odio!" (No estoy enojado, solo te odio), de la Dra. Cohen-Sandler, que habla sobre las complejidades y la belleza de la relación entre madres e hijas. Según la propia autora, este vínculo es como una danza que oscila entre la dependencia y la independencia con momentos de odio y amor absoluto.
A menudo se usa para decir que cuando una mujer da a luz a una niña, decide no cometer los mismos errores que su madre cometió con ella. Todos, de alguna manera, tenemos ese vínculo afectivo un tanto complejo que no deseamos proyectar en nuestros hijos. Sin embargo, a veces lo mejor es dejarse guiar por el instinto y la sabiduría de las emociones que nos dicen lo que es correcto para nuestros hijos.
Te invitamos a reflexionar sobre el tema.
Madres e hijas: la inercia de un vínculo complejo
Hay muchos tipos de crianza y casi siempre todos se basan en el estilo de educación de sus madres. Los hay autoritarios, narcisistas, asfixiantes, sobreprotectores, pero también los hay maravillosos., aquellas que favorezcan el adecuado crecimiento emocional de las niñas, que puedan ver en sus madres un modelo de referencia a imitar, para sustentarse a sí mismas para ser parte del mundo. Hijas de la vida avanzando en libertad.
Un aspecto que suele estar siempre presente es la “danza de la interdependencia” de la que hablábamos al principio. Las hijas desean disponer cuanto antes de su libertad, de sus espacios privados; sin embargo, a veces, la propia inercia de la relación les lleva a buscar la aprobación, el cariño, la típica complicidad entre madres e hijas.
Se trata pues de un vínculo complejo en el que la fuerza es siempre intensa, tanto en el lado positivo como en el aspecto un poco más traumático. La parte más compleja suele depender del hecho de que hay madres que ven a sus hijas como su propio reflejo, a las que proteger y encaminar para lograr lo que ellas mismas no han logrado. Exigen que sus hijas llenen los vacíos de sus heridas no cicatrizadas como mujeres.
Madres educando niñas felices y mujeres sabias
Primero debemos aclarar que la educación debe ser la misma para un hijo o una hija. Sin discriminación, sin estereotipos de género, con los mismos derechos y las mismas responsabilidades. También sabemos que a veces cada niño tiene sus propias necesidades emocionales y es en este ámbito en el que tendremos que prestar más atención, para poder ofrecer la mejor respuesta.
Para una madre es bueno saber qué estrategias adoptar con sus hijas para que se conviertan en mujeres independientes, sabias y felices, pero con raíces lo suficientemente fuertes como para sentirse orgullosos de este vínculo construido con quienes les dieron la vida. Te invitamos a reflexionar sobre los siguientes puntos: