Última actualización: 01 de diciembre de 2015
Las madres valientes son las que han tenido perdición, pero no han permitido que el viento rompa sus ramas, las que han recobrado fuerzas para proteger su nido, las que se han recuperado y han seguido adelante con sus crías.
Son mujeres que han luchado con una vida difícil, que han reconstruido su mundo aunque hayan sido abandonados o marginados por la sociedad, aunque hayan sido traicionados por aquellas personas que deberían haber estado cerca de ellos.
Trataron de garantizar la mejor protección y educación para sus hijos, dieron un pan para que sus hijos no sufrieran hambre, ni en el estómago ni en el alma, cocinaron a fuego lento abrazos llenos de amor y esperanza.
Los maestros de superación y amor
Son los maestros de la lucha y la superación.. Saben lo que significa avanzar con el carro de las dificultades y de las injusticias contra ellos, luchando para que a sus hijos nada les falte y no sufran daño.
Cuando hablamos de madres valientes, debemos expresarnos con solemnidad, ponernos la mano en el corazón y recuperar la sabiduría de todos sus acogedores refugios.
Porque ellos son los responsables de que hoy seamos adultos completos, de que podamos respirar y sentir con orgullo que todas esas aventuras y adversidades han sido superadas. Su único pensamiento era que los niños caminaran acompañados por el camino del amor.
Por eso, crearon un universo en el que sus hijos pudieran encontrar cariño, protección y satisfacción. Intentaron proteger a sus hijos de la injusticia, las privaciones y las enfermedades.
Así han pasado los años, y su mejor reconocimiento estuvo en las sonrisas de sus hijos, sus éxitos, su determinación, su felicidad, su crecimiento. Es de ahí que absorbieron la fuerza para sacar lo mejor de sí mismos y definir la esencia de sus hijos.
“El peor defecto de las madres es que mueren antes de que se les pueda devolver parte de lo que han hecho.
Nos dejan mutilados, culpables y terriblemente huérfanos. Afortunadamente solo hay uno. Porque nadie soportaría el dolor de perderla dos veces".
(Isabel Allende)
El mejor legado de una madre a sus hijos es su realización como mujer
Una madre realizada es aquella que muestra a sus hijos cómo se disuelven las prioridades que van ligadas a los roles de mujer, madre, hija, esposa, compañera y amiga. De esta forma, enseña a sus hijos los valores del respeto al mundo femenino.
Una madre valiente no es necesariamente la que se sacrifica por el mero hecho de ser mujer, pero la que no renuncia a su autorrealización, a pesar de tener que soportar un peso considerable. No somete sus necesidades y no transforma su esencia, sino que la consolida.
Este paso las convierte en mujeres fuertes, que renuncian al papel del sufrimiento; de esta forma, dan a sus hijos el mejor ejemplo a la hora de ponerles límites emocionales.
Una madre valiente lleva dentro de sí todas las facetas de su carácter, las tiene muy presentes, las escucha, se llena de sanas expectativas, supera las imposiciones y hace crecer a sus hijos con la fuerza del amor.
Una madre valiente es, ante todo, una mujer llena de poder. Por eso, tales mujeres deben ser vistas como un lazo universal que nos une, porque ellas son la fuente de la vida misma.
El recuerdo de las madres valientes huele a abrazos puros y sinceros, a misterios inciertos, a inseguridades transformadoras, a corazones palpitantes, a crecimiento sin límites.
Si te adentras en el mundo femenino, seguro que descubres que has conocido a mujeres valientes que han decidido caminar en el profundo océano de la adversidad, entre las que se han visto obligadas a vivir.
Sin saberlo, gracias a su valentía nos dejaron un gran legado emocional, de los que hoy nos alimentamos y por los que les rendimos homenaje. Porque son mujeres dignas, porque tienen un corazón universal y porque su caridad es infinita.
