Última actualización: 07 de abril de 2022
¿La competencia social afecta cómo nos sentimos? Respóndete a ti mismo: ¿Cómo te sentiste cuando pudiste comunicarte efectivamente con otra persona? o cuando manejaste una discusión para evitar que dañara la relación? Y por el contrario, ¿qué emociones sentiste cuando los resultados fueron negativos?
De hecho esta capacidad de establecer y mantener buenas relaciones con otras personas repercute en nuestro estado emocional y nuestro bienestar. Lo bueno es que esta no es una dimensión rígida y se puede trabajar para mejorarla. ¡Siga leyendo para descubrir cómo conectarse de manera más inteligente con los demás!
"El ingrediente más importante en la fórmula del éxito es saber llevarse bien con la gente"
-Theodore Roosevelt-
Seres humano-sociales: la importancia de la competencia social
En todos los días de la vida tenemos que comunicarnos continuamente con otras personas. Para pedir un café, para hablar con un colega sobre un proyecto, para decirle a nuestra pareja lo mucho que nos importa. Las situaciones de interacción social en nuestra vida diaria son muchas y muy variadas. Su grado de éxito depende de cuán inteligentes o astutos seamos para hacer malabarismos con ese entorno social.
De esta forma, marcaremos la diferencia entre ganar y mantener satisfactorias relaciones de pareja, familiares y de amistad. Y eso no es todo. Disfrutar de una buena competencia social nos permitirá interactuar eficazmente con diversas figuras profesionales y trabajar de forma más coordinada con nuestros compañeros. También podremos resolver mejor los conflictos o hablar en público de forma amena y distendida.
“La amistad solo puede materializarse a través del desarrollo del respeto mutuo y con un espíritu de sinceridad”
-Dalai Lama-
La competencia social también nos permitirá ayudar a nuestros hijos a crecer más sanos. En resumen, conseguiremos un desarrollo total a nivel personal. ¿Porque? Porque una competencia social adecuada implica un mayor bienestar emocional y una mejor adaptación psicológica, junto con una mayor competencia profesional y mayores redes de apoyo social.
La comunicación: la clave de la competencia social
Las habilidades comunicativas -y su grado de desarrollo- determinan en gran medida nuestra competencia social. Un concepto clave en este sentido es la asertividad. Es una forma de comunicación en la que la persona es capaz de expresar sus pensamientos y opiniones teniendo en cuenta los de los demás, en contextos que pueden no ser los más adecuados para ella. En otras palabras, es un ingrediente de la comunicación que, bien manejado, respeta tanto a quien lo usa como a los demás.
Es el equilibrio entre una comunicación agresiva (con la que solo intentaríamos proteger nuestros derechos) y una pasiva (con la que solo intentaríamos defender los de los demás). Una parte esencial de todo esto es tener en cuenta la posibilidad, tanto para nosotros como para los demás, de poder responder "no". a una solicitud
También es muy importante poner en práctica las diversas habilidades sociales, es decir, los diferentes comportamientos que nos permiten responder de manera efectiva a las interacciones con otras personas. Para este propósito, es fundamental escuchar y prestar atención a lo que nos dice la otra persona, sin asumir que sus acciones responden a razones que imaginamos como las más probables.
En esta perspectiva es igualmente necesario expresar lo que sentimos y pensamos. Al igual que nosotros, nuestros interlocutores tampoco son adivinos, por lo que explicar nuestra posición facilitará la relación.. Ser capaz de iniciar, mantener y finalizar conversaciones cuando sea necesario es una de las bases de la competencia social.
“Cuando la gente habla, escucha atentamente. La mayoría de la gente nunca escucha"
-Ernest Hemingway-
Otros factores que afectan la competencia social
Comunicar de manera efectiva es el objetivo final cuando queremos mejorar nuestra competencia social. Además, para lograr este propósito, necesitamos ser hábiles en otras áreas también que nos ayudarán a tener relaciones de calidad y satisfactorias.
Por ejemplo, debemos tener un comportamiento prosocial y una disposición a cooperar. Prácticamente poder actuar en nombre de otros, incluso si no se nos ha pedido. Esto no quiere decir que debamos dejar de preocuparnos por nuestros problemas o hacerlo de forma radical, simplemente tenemos que encontrar un equilibrio entre los dos intereses diferentes para que, al final, cualquier acción nos afecte tanto a nosotros como a quienes nos importan.
Por otro lado, es importante poder prevenir y solucionar problemas. Saber identificar, anticipar y tratar los conflictos de manera efectiva nos ayudará a encontrar una solución que satisfaga mejor a todas las partes involucradas de la manera más justa y pacífica posible. ¡Trabaja en todas estas habilidades y mejora tu competencia social!
Imagen cortesía de Priscilla du Preez, Bryan Apen y Phil Coffman.
