Última actualización: 12 de mayo de 2015
¿Existe realmente una distancia infranqueable entre la mente y el corazón o son dos cosas en una? ¿Primero viene el corazón y luego la mente o viceversa? ¿Quién te guía en tu búsqueda de la verdad?
A lo largo de nuestra vida nos enfrentamos a interminables batallas entre estos dos polos que controlan nuestros sentimientos, emociones, decisiones, éxitos y fracasos. Nos encontramos cuestionándonos ante grandes dilemas que terminan por anularnos, hacer colapsar nuestra consistencia y hacernos sentir inseguros, porque la mayoría de las veces no sabemos hasta el final si estamos tomando la decisión correcta. Y es precisamente cuando tenemos que tomar una decisión que la mente y el corazón entran en juego.
¿A cuál de los dos debemos seguir y escuchar?
Lo cierto es que ninguno de estos dos elementos es mejor que el otro. No podemos guiarnos sólo por corazónde lo contrario nos veríamos abrumados por impulsos y ansias sin ningún control: la mente necesita analizar nuestros deseos con sabiduría y cautela, para evitar que momentos de locura determinen nuestro final. Sin embargo, ni siquiera podemos seguir fielmente el mentede lo contrario nos privaríamos de la libertad de sentirnos y construiríamos un muro que bloquearía el paso a todas las emociones y pasiones que nos quedan por descubrir y experimentar.
De esta breve descripción se puede entender que no existe el blanco o el negro ante una elección: se trata más bien de una amplia gama de grises, de distinta intensidad, que se reflejan en nosotros mismos. No hay dos tonos idénticos, al igual que no hay dos personas iguales: para esto no hay una regla fija que se aplique a todos, sino que cada uno debe ser capaz de saber y saber usar la suya. Debemos aprender a escuchar, a comprender, a conocernos.
Si lo conseguimos, no habrá situaciones, decisiones, circunstancias ante las que no sepamos qué hacer. Siempre podremos usar nuestra "regla", la creada especialmente para nosotros, porque es extraída de nuestro corazón y de nuestra mente. Cada uno de estos dos polos habrá puesto lo suyo, porque deben conectar sin crear conflictos: son dos partes de nosotros destinadas a entendernos y colaborar, solo así podremos ser verdaderamente nosotros mismos.
Detenerse y conocerse: es un largo camino, pero la meta es alcanzable. Encuentra el tono adecuado para ti y utilízalo como guía. Es difícil, pero no imposible si eres fiel y honesto contigo mismo. Siente y experimenta para poder crear tu propio vínculo entre mente y corazón.
