Escrito y verificado por el psicólogo. ObtenerCrecimientoPersonal.
Última actualización: 15 2021 noviembre
Mi hijo también me dice te amo, busca mis abrazos, es cariñoso y no duda en darme demostraciones de cariño y dulce ternura. Porque incluso los niños, como las niñas, tienen esa mirada sensible e íntima que hay que respetar y potenciar mediante una adecuada inteligencia emocional; no debemos inhibir sus sentimientos, necesidades, tesoros emocionales.
Sin duda merece la pena invertir nuestra atención, nuestro tiempo y, sobre todo, nuestra intuición en el desarrollo, o más bien en el fomento, de este lado más sensible de nuestros hijos. Sin embargo, y por extraño que parezca, aunque la sociedad e incluso las familias se dediquen a fomentar esta “aparente” igualdad de género, son numerosos los matices que se nos escapan.
“No es la carne ni la sangre lo que nos hace padres e hijos, sino el corazón” -Friedrich Von Schiller-
Recientemente se realizó una encuesta entre niños y niñas de diferentes escuelas. Los resultados mostraron que la mayoría de las chicas había interiorizado la necesidad, para alcanzar el éxito social, de integrar en su vida habilidades positivas como el aprendizaje, el riesgo, el coraje o la acción, dimensiones que hasta hace poco tiempo estaban ligadas exclusivamente al género masculino. .
Por extraño que parezca, mientras que las mujeres son plenamente conscientes de poder hacer suyos muchos de los atributos que hasta hace no mucho tiempo ostentaba el sexo opuesto, los hombres a menudo continúan siendo víctimas de la masculinidad defensiva, por lo que no consideran adecuado integrar los aspectos tradicionalmente atribuidos al universo femenino. Hablemos de sensibilidad, delicadeza, ternura...
Por tanto, podríamos decir que, a pesar de los numerosos avances sociales, el sexismo sigue siendo una limitación natural en el enfoque educativo destinado a muchos niños. También es necesario recordar que el sistema patriarcal no solo discrimina y oprime a las mujeres, sino que también limita a los hombres y les “dicta” cómo deben ser, actuar y reaccionar.
La trama simbólica del "debes ser" y los círculos masculinos
Roberto rompió con su novia. Después de ocho años de relación, ella le dijo abiertamente que ya no lo ama. El mundo de nuestro protagonista se ha fragmentado y cada una de sus piezas se ha quedado grabada en su corazón y mente. Le duele tanto que no puede respirar, no sabe qué hacer ni cómo reaccionar.
Siente la necesidad de buscar el apoyo de sus amigos. Sin embargo, se da cuenta de que con la mayoría de ellos tiene una amistad de "actividad": con algunos juega al baloncesto, con otros hace kárate o juegos de rol. Sin embargo, tiene a su viejo amigo, Carlo. Sabe que podría hablar con él, hay confianza y podría escucharlo, ser un hombro sobre el que dejarse caer…
A pesar de eso, hay un problema aún más complicado, profundo y desconcertante para Roberto: no tiene el coraje de buscar tal intimidad, no sabe cómo hacerlo, le faltan habilidades. Finalmente, y después de unos meses de oscuridad y algunos pensamientos suicidas, decide buscar ayuda profesional. Tras varios meses de terapia, la psicóloga le aconseja a Roberto algo de lo que nunca había oído hablar, algo que, curiosamente, le hará bien y resultará terapéutico: los círculos de hombres.
Características de los círculos de hombres.
A través de la socialización, a menudo se logra una clara homogeneidad.. Nuestros padres a veces nos inculcan -como hicieron con Roberto- una trama simbólica y funcional sobre "cómo se debe ser, actuar y pensar" en función del sexo. Esto provoca, tarde o temprano, la aparición de contradicciones, sufrimientos y múltiples frustraciones.
Los clubes de hombres buscan crear espacios seguros y confidenciales en el que los hombres puedan hablar de sus pensamientos, de sus necesidades y, sobre todo, desahogar sus “tormentas emocionales”. Un aspecto en el que todos están de acuerdo, y que sin duda ayudará a nuestro protagonista, es saber que eres libre de dejar caer tu propia armadura antibalas que te ha impuesto la sociedad. Son libres de llorar, de ser sensibles, de hablar de lo que quieran sin ser juzgados por el clásico esquema patriarcal.
Mi hijo también es dulce y cariñoso, mi hijo guardará su lado sensible para siempre.
"No llores", "no seas indeciso", "reacciona", "no parezcas débil", "no hables así, pareces un maricón, levanta la voz"... Todas estas expresiones son, en realidad, mandatos sexistas y discriminatorios que prohiben totalmente el desarrollo emocional de nuestros niños. Si desde una edad temprana comenzamos a integrar los códigos y roles que finalmente cumplen con la definición cultural de masculinidad, le daremos al mundo una persona emocionalmente limitada con un apego inseguro.
Lo más probable es que estos muchachos sean idóneos y competitivos en cuanto al dominio del espacio y las habilidades instrumentales, de eso no hay duda. Sin embargo, no tendrá habilidades emocionales, no podrá tolerar la frustración y no tendrá mecanismos efectivos para procesar y gestionar sentimientos tan comunes como la tristeza o el miedo.
Vamos a pensarlo: ¿Realmente vale la pena criar hijos que algún día serán infelices y crearán ambientes igualmente frustrados? Evidentemente, no.
La mayoría de nuestros pequeños, niños o niñas, son cariñosos y dulces por naturaleza.. Estamos programados para conectarnos con nuestros semejantes y entender que las caricias emocionales, la sensibilidad y la ternura nos permiten vincularnos mucho mejor.
Respetemos y potenciemos este lado del carácter de nuestro hijo, que desarrolle libremente su expresión emocional, que sea libre de pedir o dar un abrazo, que no se avergüence de llorar cuando lo necesite, que comprenda los universos interiores que nos dignifican. como personas sin distinción de géneros.