Mientras estés vivo, nunca es demasiado tarde

Mientras estés vivo, nunca es demasiado tarde

Mientras estés vivo, nunca es demasiado tarde

Última actualización: 19 octubre, 2016

Hay muchos mitos sobre la edad que aún sobreviven hoy en día, aunque la evidencia para disiparlos es notable y muy visible.

El primero es el que ve la edad como un determinante de posibilidades. Hoy en día, nadie es demasiado joven o demasiado viejo para alcanzar esos sueños que parecen pasados ​​o para los que, se dice, no es el momento adecuado. Lo vemos todos los días, pero aún no podemos convencernos de que, mientras estés vivo, nunca es demasiado tarde.



Son los jóvenes los que más ganan, porque son los que han desmentido el mito de que se necesitan décadas de experiencia para alcanzar el éxito.

Steve Jobs, Bill Gates o Mark Zuckerberg son prueba de ello. Al igual que estas personas que, sin muchos años a sus espaldas, han conseguido metas por las que nadie hubiera apostado, no faltan los casos de personas mayores que han conseguido hacer realidad su sueño.

“Envejecer es como escalar una gran montaña: durante la ascensión, las fuerzas se reducen, pero la mirada es más libre, la vida es más amplia y serena”.

-Ingmar Bergman-

A pesar de esto, los años, las canas y todas las características de la vejez ciertamente no están de moda. Por eso, habitualmente, quienes han vivido más de cuatro décadas piensan que ya no tienen edad para proponerse nuevas metas o perseguir aquellas esperanzas que les han tocado en los momentos más valientes de sus vidas. No hay nada más malo. Mientras estés vivo, nunca es tarde.

Las nuevas oportunidades no tienen que ver con la edad, sino con tres virtudes básicas: constancia, concentración y pasión. Los dos primeros casi siempre llegan con la madurez, pero la pasión es una de esas cualidades que se va abandonando con el tiempo.



Por eso, muchas personas mayores no creen que tengan derecho a soñar oa perseguir todo lo que siempre han querido, aunque estén teniendo el momento perfecto para hacerlo. Veamos algunos ejemplos famosos que deberían ser suficientes para convencernos.

Charles Darwin sabía que nunca era demasiado tarde

La publicación de El origen de las especies cambió por completo la historia de la ciencia contemporánea. Aun así, ¿sabías que Charles Darwin tenía cincuenta años cuando triunfó? Aunque se embarcó en su aventura de investigación a los 22 años, tardó casi 30 años en completar su tarea. La suya fue la investigación más innovadora de su tiempo, aunque ya podía ver sus propias canas..

En su autobiografía, Charles Darwin dedicó unas frases para describir perfectamente su idea al respecto:

Mi éxito como hombre de ciencia, cualquiera que haya sido, se debe, me parece, a diversas y complejas cualidades y condiciones intelectuales. Los más importantes fueron: amor por la ciencia, paciencia infinita para reflexionar extensamente sobre cada tema, gran diligencia en la observación y recopilación de hechos y cierta dosis de imaginación y sentido común. Es realmente sorprendente que, con habilidades tan modestas, haya podido influir en las opiniones de los científicos sobre algunos temas importantes de una manera tan notable.

Escritores y genios tardíos

José Saramago es, todavía hoy, uno de los escritores más leídos del mundo. Sin embargo, lo que muchos no saben es que este escritor portugués logró su primer éxito literario a los 58 años, con su novela Una tierra llamada Alentejo, éxito que logró consolidar en los años siguientes con otras novelas, que le trajeron entonces para ganar el Premio Nobel en 1998.


La escritora afroamericana Toni Morrison publicó su primer libro a los 40 años. Luego, 22 años después, ganó el Premio Nobel de Literatura. De manera similar, la gran escritora británica Penelope Fitzgerald publicó su primer libro poco antes de cumplir 60 años. Tras muchos naufragios personales y literarios, finalmente logró cumplir su sueño de publicar una de sus obras y, un par de años después, ganó el Premio Booker, uno de los galardones más prestigiosos del Reino Unido.



Otro caso interesante es el de Winston Churchill, que no llegó al poder hasta los 66 años. Fue uno de los políticos más importantes de toda la historia de Gran Bretaña y, además, decidió el destino de la Segunda Guerra Mundial. También ganó el Premio Nobel de Literatura a la edad de 76 años.

Estas y muchas otras historias, como la de Alexander Flemming, quien descubrió la penicilina, Walt Disney, Raymond Chandler, Ang Lee y muchas otras, son prueba de que la edad no tiene nada que ver con lograr los sueños. Es demasiado tarde cuando dejamos de soñar o cuando la muerte viene a reclamarnos y, por lo que sabemos, nos priva de cualquier nueva oportunidad.


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