Momentos de mayor soledad

Momentos de mayor soledad

Los momentos de mayor soledad son aquellos en los que se produce un cambio radical en relación a los lazos más fuertes y suelen generar una sensación de impotencia. Estas variaciones nos obligan a afrontar nuevos retos y la sensación de haber acumulado un nuevo fracaso.

Momentos de mayor soledad

Última actualización: 13 de abril de 2022

De una forma u otra, a todo el mundo le pasa sentirse solo. Sin embargo, podríamos bautizar algunos momentos como los más solitarios de la vida. Los momentos de mayor soledad corresponden a los episodios en los que nos enfrentamos a dolorosas separaciones, las mismas que nos desgarran un poco.



El sufrimiento experimentado en estos casos no se puede compartir con nadie. El dolor es tan íntimo, ya veces intenso, que es difícil que otros se acerquen y ofrezcan el sentimiento de compañía.

Los momentos de mayor soledad traen consigo una sensación de impotencia y miedo, que suele durar un tiempo. También provocan un cambio importante en la visión del mundo de uno y, a menudo, aceleran transformaciones importantes en la forma de vida habitual de uno.

“La soledad del hombre no es otra que su miedo a la vida”.

-Eugene O'Neill-

Un estudio sobre los momentos de mayor soledad

¿Cómo se identificaron estos tres momentos de mayor soledad? Todo es el resultado de un estudio. realizado por la Universidad de California a la que asistieron 340 personas.

Los voluntarios tenían entre 27 y 101 años de edad. El consenso en las respuestas fue alto, por lo que se consideró que los resultados podían generalizarse.

Los encuestados coincidieron en que la edad en la que habían experimentado momentos de soledad era finales de los años veinte y principios de los treinta; y luego en medio de la cincuenta y después de los ochenta.



Analizando los motivos por los que tendemos a experimentar un mayor sentimiento de soledad a estas edades, los investigadores encontraron que coincidieron con tres eventos importantes de la vida:

  • La separación definitiva de los padres para vivir solos.
  • El abandono de los niños de la casa y el consiguiente efecto del “nido vacío”.
  • La frecuente pérdida de vínculos que se produce en la vejez.

1. Separarse de los padres

Bajo condiciones normales, el lazo con los padres es lo más profundo que se establece en el curso de la vida. Siempre tiene sus pros y sus contras, sus momentos sublimes y sus resentimientos sordos.

Ni los padres ni los hijos son perfectos, por lo que esta relación estará llena de altibajos. Sin embargo, por lo general tiene una vibra sólida y general, es amistosa y afectuosa, y las raíces son profundas.

Por la misma razón, cuando llega el momento de salir de casa, algo muere para siempre dentro de nosotros. Al principio se puede experimentar una gran soledad y no es raro revivir miedos que pueden resultar bastante infantiles.

De cara a este nuevo paso en la conquista de la autonomía, es muy importante gozar de cierta seguridad y confianza en uno mismo.

2. Cuando los niños se van, uno de los momentos de mayor soledad

Los padres también sienten una inmensa soledad cuando sus hijos se van de casa. Ya sea que la convivencia haya sido fácil o difícil, se resisten a "dar" a sus hijos al mundo, aun cuando saben que les toca a ellos. Experimentan una impotencia inversa: creen que los necesitarán, pero no podrán ayudarlos.


La partida de los hijos implica también una importante reestructuración vital. Una parte importante del papel de los padres falla. Por lo mismo, se ven obligados a establecer nuevos hábitos que ya no giran en torno a sus hijos.


3. La soledad de la vejez

A medida que envejecemos, sufrimos dos pérdidas importantes. El primero es el de nuestras facultades: cada vez vemos menos, nos sentimos peor, nos movemos más despacio y no tenemos la velocidad mental de antes, por citar sólo algunos aspectos. Somos iguales y a la vez diferentes.


Allo stesso modo, muchas de las personas que conocemos comienzan a morir. Probablemente nuestro socio también. A partir de los ochenta años, la muerte se convierte en una idea que acecha con frecuencia. Tal situación infunde una sensación de gran soledad.

Conclusiones

La soledad no es una panacea ni un monstruo devastador. Tiene sus ventajas y también implica algunas pérdidas..

Incluso si a veces tenemos que dejar algo oa alguien muy querido para nosotros, eso no significa que todo haya terminado. De nosotros depende llenar de contenido esa inevitable soledad.

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