Última actualización: 23 octubre, 2015
La muerte es, hoy en día, un tema tabú. Al menos en las sociedades occidentales, tratamos de evitarlo en todos los sentidos: los cementerios se construyen lejos de la ciudad, la vigilia ya no se hace en la casa del difunto por varios días como antaño y, cuando nos vemos obligados a hablar del tema, tratamos de no pronunciar el nombre o dar vueltas con frases como "Lo siento por tu padre".
Negar la muerte no es la solución, por el contrario, puede ser un problema. en primer lugar porque no tener la muerte en mente no nos hace conscientes del hecho de que solo vivimos una vez y que un día todo esto terminará.
Nos creemos inmortales, pensamos que la vida es muy larga y nada más lejos de la realidad: todos nos vamos No sabemos cuándo ni cómo, pero es la verdad y es maravilloso que así sea.
El problema de pensar que eres inmortal proviene del hecho de que uno deja de vivir intensamente, deja de lado lo que quiere por miedos irracionales. Se queda quieto, deja pasar el tiempo y, cuando se da cuenta, está al borde de la muerte y quizás sea demasiado tarde, no haya otra oportunidad.
No hay otra vida para empezar de nuevo. Pensar en la muerte como un hecho natural e inevitable, por tanto, pone en perspectiva todos nuestros problemas y nos aleja emocionalmente de ellos.
Las cosas dejan de tener tanta importancia porque somos conscientes de que un día estos problemas dejarán de atormentarnos, dejarán de existir y nadie se acordará de ellos. Nadie recordará las deudas que no pudiste pagar hoy o si tu novio te dejó por otra. De hecho, nadie -o casi nadie- nos recordará dentro de cien años.
Debemos aprender a ver la muerte como algo natural y no como algo macabro, lúgubre o místico. Si lo pensamos bien, nos daremos cuenta de que morir es parte del ciclo de la vida: nacemos, crecemos, nos reproducimos y morimos. Es así en todos los seres vivos, por lo que es un hecho natural que debemos aceptar sin oponernos.
Los seres humanos creemos poseer algo llamado "alma" debido a nuestras diferencias con los demás seres vivos. Somos la especie más evolucionada, tenemos sentimientos muy complejos, somos capaces de razonar, pensamos de forma más elaborada, pero todo esto no es más que un producto de la evolución, un complejo cerebral altamente evolucionado.
Todo lo que pensamos, todo lo que sentimos, todo lo que somos está en nuestro cerebro y, al morir, se apaga para siempre. Dejamos de ser, de existir. Abrazar esta perspectiva científica y natural puede ser muy pesimista y también puede generar en nosotros sentimientos de pánico, pero sin duda es la mejor manera de disfrutar de nuestra vida, de darle el sentido que se merece sin miedo a nada y ¡de inmediato!
Si morimos, ¿qué hay que temer? Si lo peor que te puede pasar en una situación es que te mueras, ya sabes que tarde o temprano pasará, así que ¿por qué tener miedo?
La muerte también nos hace conscientes de que todos somos iguales: personas mortales, de carne y hueso, que un día dejaremos este mundo.. Algunos serán recordados más que otros, pero nada más.
Pensar así nos permite ver que nadie es superior a otro, que somos simples seres humanos que tenemos un principio y un final, que nacemos y que morimos. Es indiferente ser blanco, negro, heterosexual, homosexual, rico o pobre: el destino es el mismo para todos.
La mejor conclusión a la que podemos llegar de estas reflexiones es “¡Basta de tonterías!”, “¡Basta de miedos!”. ¿No te das cuenta de que nada es tan importante? ¿No ves que al lado de la muerte no hay nada terrible?
Ahora estás vivo y ahora el mundo está a tus pies. De todas las personas que pudieron haber nacido y no lo han hecho, tienes suerte. saber lo que significa vivir.
Toma la vida como un juego o como una obra de teatro. Sal a jugar, a actuar, a hacer lo que quieras, sin miedo a equivocarte o como "debe" ser, sin miedo al que digan los demás, sin miedo a nada, porque No hay nada que temer.
Hoy estás vivo, mañana no lo sabes… ¡no hay tiempo que perder!
La realidad de que la vida es deslumbrante pasa muy rápido.. ¡haz que valga la pena!