Última actualización: 08 de junio de 2016
Siempre han tratado de convencernos, en nombre de la moral común, de que hay que dar sin esperar recibir nada a cambio y nunca hemos dudado de este principio. Pero me hace preguntarme, ¿No crees que mereces recibir al menos una pequeña parte de lo que das en tus relaciones afectivas? Y esto no significa siempre esperar obtener algo a cambio, sino no siempre mover mares y montañas por alguien que no movería ni una sola piedra por ti.
Mereces reciprocidad, mereces un equilibrio cuando pones en marcha el mecanismo de dar y recibir con los demás. No tienes que estar siempre del mismo lado del mecanismo, tienes que alternar: si hoy eres tú quien se desvive por una amiga porque quieres hacerlo, es más que correcto que mañana lo haga ella. haz lo mismo contigo
Por amistad, por cariño o simplemente porque así tiene que funcionar una relación que se puede definir como sana, necesitas tener a tu lado personas que hagan todo lo posible por mantener tu relación, y que lo hagan con el corazón: A veces no tienes que mover montañas por alguien, solo toma en cuenta lo que los demás hacen por ti.
"La única persona que necesitas en tu vida es aquella que te demuestra que ella también necesita tenerte en la suya".
-Anónimo-
El verdadero amor no es incondicional.
Walter Riso, en Los límites del amor, aborda en parte este tema tratando de enseñar que el amor no tiene que ser incondicional para ser verdadero y que esto es, en ocasiones, un concepto erróneo que muchas veces aceptamos. De hecho, a todos nos molestó alguna vez la pasividad de los demás hacia nosotros cuando, por el contrario, estábamos ahí para ellos.
Por esta razón, cualquier relación basada en un vínculo afectivo específico necesita un equilibrio entre intereses y afectos por ambas partes, para no caer en la dependencia emocional.
En otras palabras, es molesto saber que la otra persona no movería un dedo por nosotros y que, a pesar de ello, seguiríamos moviéndolo por ella: se trata de un desequilibrio que probablemente desemboque en una ruptura. Estar dispuesto a entregarte a los demás según su nivel de importancia para ti te llevará a mover montañas, tierra y aire y convertirlos en tus enemigos.
“Que el amor a los demás no necesite recibir nada a cambio es un invento de la sumisa:
si das, debes recibir. Es normal. "
-Walter Rice-
Un efecto contraproducente
Tenemos el coraje de abrirnos y ofrecer nuestro corazón a las personas que amamos, exponiéndonos totalmente al peligro de no recibir lo mismo a cambio. Pero es precisamente al hacerlo que corremos el riesgo de perder el ánimo y las ganas en el intento.
La experiencia enseña que hacer tanto por los demás no significa necesariamente que los demás hagan lo mismo por nosotros. Por el contrario, a veces el efecto es contraproducente: te desvives por alguien porque te gustaría que formara parte de tu vida a toda costa, olvidando que mover mares y montañas por esa persona no significa que vaya a corresponder. De hecho, puede estar agotado por alguien que luego se irá.
esa relación es irreal porque se basa en un interés evidente, y si no lo es es porque la parte de esa persona no está.
El poder de la reciprocidad
Por lo tanto, hemos llegado a la conclusión de que todas las personas están destinadas a cansarse de afectos no recíprocos, de comportamientos desequilibrados. La reciprocidad es fundamental porque en su ausencia solo pierde uno, pero en su presencia ganan los dos.
Cuando no se encuentra un equilibrio en el mecanismo de dar y recibir, especialmente a nivel emocional, se produce un déficit que puede llevar a la ruptura de los “lazos” que mantienen unidas a las personas. El poder de la reciprocidad está en amar y sentirse amado para que los lazos perduren.
"Lo que me gusta de la ayuda mutua y desinteresada entre dos personas es la incertidumbre de no saber, al final, quién tuvo la suerte de saber quién".
-Anónimo-
Una simple sonrisa, un gesto de agradecimiento o simplemente un abrazo son en sí mismos una señal de querer fortalecer un vínculo: si lo das, solo puedes esperar lo mismo a cambio. Haz por los demás, sin sacrificar tu ser interior.: mover mares y montañas no tiene sentido si nadie quiere ayudarte a hacerlo.