Nutrición consciente: la relación con la alimentación

Nutrición consciente: la relación con la alimentación

¿Te sientes culpable después de comer? ¿Siempre tienes hambre? Hoy hablaremos de la alimentación consciente.

Nutrición consciente: la relación con la alimentación

Última actualización: 25 de mayo de 2020

El verano ha terminado, pero todavía quedan algunos días agradables en los que podemos relajarnos con amigos y familiares alrededor de una mesa. Muchos se encuentran en la situación de decidir si ponerse a dieta o dejarla. La alimentación consciente nos ayuda a gestionar este momento y a mejorar nuestra relación con la comida.



En algunos casos, una dieta informal es el resultado de una vida ocupada. En otros, la relación con la nutrición hacia y con el propio cuerpo se pierde por completo. Nos damos cuenta de esto cuando nos sentimos mal después de las comidas o cuando comienzan los primeros problemas relacionados con el sobrepeso.

Es en ese momento cuando nos planteamos el problema de eliminar ciertos alimentos y seguir una dieta que nos ayude a perder los kilos de más. Surge el sentimiento de culpa y nos culpamos a nosotros mismos por los alimentos que comemos y por lo que deberíamos comer en su lugar.

La alimentación consciente no se trata solo de lo que ingerimos, sino también de cómo lo ingerimos. De nada sirve cambiar el tipo de dieta si luego comemos demasiado rápido, sin masticar lo suficiente y sin permitir que nuestros sentidos disfruten del momento y la experiencia de comer.

Comer más de lo que debería

Nuestro cerebro tarda unos veinte minutos en recibir y analizar las señales de saciedad que envía el estómago. Al comer muy rápido, es probable que terminemos la comida habiendo consumido más alimentos de los necesarios.


Masticar y tragar no significa comer conscientemente. El acto de comer siempre va acompañado de diferentes estados emocionales. Cuando comemos con conciencia, experimentamos una sensación de satisfacción. Por el contrario, cuando comemos inconscientemente, no nos sentimos cómodos con nuestro cuerpo, demasiado lleno, e incluso aparece una especie de letargo.


Un estudio de Langer, Warheit y Zimmerman indicó que el 44% de los sujetos creían que tenían un problema de sobrepeso después de cada comida. Más del 45% se sintió culpable después de comer.

Nutrición consciente: las cuatro preguntas

Para introducir la alimentación consciente en nuestra vida, debemos prestar atención a algunos aspectos. En primer lugar, uno debe comprometerse a crear un continuo de conciencia. Cuanto más seamos conscientes de nuestra relación con la comida, mayores serán las posibilidades de mejora.

Cuando nos alimentamos, debemos ser conscientes de lo que queremos y lo que debemos comer. Para ello, es bueno plantearse cuatro sencillas preguntas:

  • ¿Mi satisfacción con la forma en que me relaciono con la comida es alta o baja?
  • ¿El nivel de placer que me da la comida cuando como es alto o bajo?
  • ¿Como porciones normales o tiendo a elegir porciones más grandes de lo normal?
  • Cuando termino de comer, ¿me siento feliz o incómodo?

Si prestamos atención a responder estas preguntas, iniciaremos un proceso que nos conducirá a una alimentación consciente. Ser conscientes nos permitirá adoptar una alimentación más saludable.

Por el contrario, si estamos distraídos e inconscientes, no tendremos control sobre lo que comemos. Lo importante es planificar bien qué comer y cuándo.


hambre emocional

Il nuestra forma de comer está muy influenciada por el contexto sociocultural en el que vivimos y está íntimamente ligada a nuestras emociones. En función de cómo desarrollemos nuestra capacidad de gestionar las emociones, seremos capaces de seguir los hábitos adecuados para llevar una alimentación consciente.

Comemos emocionalmente cuando somos incapaces de distinguir las emociones agradables (o desagradables) de la sensación real de hambre. Además, la baja tolerancia a la angustia emocional conduce a una alimentación irracional. Esto es lo que comúnmente conocemos como "asalto al frigorífico".



Utilizamos la comida como válvula de escape para sobrellevar la mala gestión de las emociones. La comida no debe verse como entretenimiento, alivio, ansiolítico o antidepresivo. Esta forma de utilizar los nutrientes no es más que una estratagema del cerebro para reducir temporalmente el estrés acumulado. El problema es que esta actitud acaba convirtiéndose en un hábito.

Desarrollar una alimentación consciente a través de la conciencia.

La observación constante de nosotros mismos nos ayuda a manejar mejor nuestras habilidades en cuanto a la alimentación consciente. También es una forma de evitar el autosabotaje. La solución es construir nuevos hábitos alimenticios conscientes. Es fundamental comenzar a preguntarse si el hambre que sentimos es física o emocional. Necesitamos identificar nuestras emociones y gestionarlas correctamente.

Debemos practicar el aplazamiento de la sensación de hambre hasta el momento de la comida y no fomentarla con justificaciones de ningún tipo. Puede participar conscientemente en algunas actividades agradables que no están relacionadas con la comida.


Seguir una dieta consciente es una habilidad que se adquiere y se entrena. Cuando pasas de comer emocionalmente a comer conscientemente, te sientes mejor porque te cuidas. En esta fase entendemos que tenemos control sobre lo que comemos y, por tanto, control sobre nuestro cuerpo.

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