Los padres que son fanáticos del control no dejan de ser fanáticos del control solo porque sus hijos ahora son adultos. De hecho, en esta etapa tienden a ejercer mecanismos de control más sofisticados, como el chantaje emocional o la victimización. Analicemos la situación en este espacio.
Escrito y verificado por el psicólogo. GetPersonalGrowth.
Última actualización: 24 marzo, 2022
Recibir consejos no solicitados, ser víctima de constantes reproches, de recomendaciones sobre cómo se debe o no actuar; hacer uso del chantaje, ese lenguaje manipulador que quita la motivación y hasta la autoestima... La forma en que los padres controlan a sus hijos adultos suele ser tan críptica que podrías escribir un manual.
Este manual sería en realidad una colección de intolerancias y quejas tácitas. Llegar a la edad adulta cargando sobre los hombros la sombra del padre que supervisa y critica o de la madre que utiliza mil artimañas para tener control sobre la vida del niño socava la dignidad e invisibiliza estas dinámicas sociales.
Hablamos de una sociedad que sigue exaltando los negocios de los padres y que ve en la familia ese amor incondicional que todo lo abraza y lo enriquece. Esto también es cierto cuando la crianza de los hijos se convierte en una fábrica de infelicidad. Un sufrimiento que se inyecta desde la infancia y que muy a menudo persiste hasta la edad adulta.
¿Por qué algunos padres supervisan a sus hijos? Y de nuevo... ¿por qué estos niños la mayoría de las veces no logran escapar de esta gripe? Estamos a punto de averiguarlo.
Padres que supervisan a los hijos adultos.
Son muchos los padres que vigilan a sus hijos adultos de cerca e incluso de forma remota. Poco importa si el hijo o la hija ha dejado el nido y tiene una familia propia y una vida independiente. El cordón umbilical no se desprende ya través de él sigue alimentando ese amor envenenado que tiene un solo objetivo: mantener intacta la dependencia de los padres.
Si te preguntas qué hay detrás de la locura por el control, la respuesta es simple: quienes buscan controlar buscan aliviar el sentimiento de vacío que les provoca la independencia de sus hijos.
Los padres, por tanto, tratan de defenderse de la soledad convenciendo a sus hijos de que siguen siendo indispensables para ellos. La cercanía (y el dominio) de los padres hace creer a la persona que no es independiente y la ciega ante el sufrimiento desencadenado por esta actitud.
Aunque los niños son adultos, no se pierde la necesidad del control de los padres. Hay que afinar las técnicas, eso es cierto, pero quien haya sido manipulador durante gran parte de su vida o toda su vida seguirá encontrando nuevos caminos y estrategias. No importa si el niño todavía vive en el hogar de la infancia o si se ha ido. Las redes de manipulación se expanden y asfixian con gran habilidad.
El miedo de los padres
La persona con delirio de control es impulsada por la carencia, pero también por el miedo. Tiene miedo de que su hijo siga con su vida de forma independiente., en nombre de la madurez y la libertad, lejos de casa. Cualquier intento por parte de este último de tomar las riendas de su propia existencia es percibido como un mal y desencadena inmediatamente emociones nocivas, como ira, ira, angustia, etc.
Ver a sus hijos tomar sus propias decisiones sobre el trabajo o la vida privada se ve casi como una amenaza. Además de esto, el padre demostrará que dar ese paso será contraproducente, porque… “¿Cómo puedes irte a otra ciudad dejándome sola?”, “¿Cómo piensas comprometerte ahora que más te necesito?”.
Estos padres construyen muros para impedir que la vida de sus hijos continúe, para así atraparlos día tras día.
Los padres que controlan a los hijos adultos, ¿cómo lo hacen?
Los padres que controlan a sus hijos lo hacen en secreto, indirecta y dolorosamente. Es una manipulación altamente insidiosa, que los niños no pueden explicar bien cuando recurren a la psicoterapia.
Esta red que atrapa y estrangula la libertad en realidad siempre ha estado ahí, y los engulló hasta el punto de considerar actitudes normales que no lo eran en absoluto.
- El padre siempre está ahí para "ayudar", pero esta ayuda aparentemente desinteresada está destinada a tener el control. Entonces, cualquier ayuda es necesaria no solo para controlar a los niños, sino también para chantajearlos y seguir ejerciendo su autoridad.
- Estos padres ejercen una particular manipulación emocional por la que proyectan en sus hijos un perenne sentimiento de culpa ante cualquier intento de "abandonar", "traicionar" o "herir".
- El control también se ejerce con la palabra, a través de esos consejos que saben mandar y nos dicen que “lo hago por vuestro bien, porque sé lo que os conviene”.
¿Cómo salir de la prisión de los padres con delirios de control?
Es necesario reflexionar sobre la relación que tenemos con nuestros padres tomar conciencia de ese vínculo que nos ofrece bienestar y sufrimiento (independientemente de nuestra edad). Algunas personas, de hecho, no se dan cuenta de hasta qué punto la sombra de la familia interfiere y deforma su vida.
Necesitamos ser claros con nuestros padres sobre los comportamientos que estamos dispuestos a aceptar o no. Poner límites es un ejercicio para nuestra salud. No debemos caer en sus redes si no los respetan, si reaccionan mal y practican el victimismo diciéndonos que los estamos abandonando.
Cuando una persona define límites precisos, los demás solo tienen dos opciones: aceptarlos o ver cómo nos alejamos cada vez más. En ambos casos, es recomendable hablar asertivo y claro con los padres, explicando cómo nos gustaría que fueran las cosas, por el bien de todos.
Por último, pero no menos importante, tienes que sanar de todos los años agotadores de manipulación. Estas lesiones suelen dejar una huella de baja autoestima e incluso estrés postraumático. Tengamos eso en mente.