Hay muchas personas a las que les hubiera gustado tener un padre más presente y comprensivo o una madre más amorosa… ¿Qué podemos hacer cuando la sensación de vacío por lo que no hemos tenido afecta nuestro presente?
Escrito y verificado por el psicólogo. GetPersonalGrowth.
Última actualización: 15 2022 noviembre
Los padres que nos hubiera gustado tener y no tuvimos: un vacío acompañado del sentimiento casi persistente de que algo faltaba en nuestra existencia. Una herida que sigue doliendo y acompaña toda la vida, mientras mantiene relaciones con los “verdaderos” padres que son, al fin y al cabo, una parte importante de la vida.
Hay infinitas formas de ser una buena madre y un buen padre. Es sorprendente, pero también hay múltiples formas de no serlo. Sin embargo, persiste el mito cultural de que la paternidad o la maternidad casi automáticamente le da a una persona buenas habilidades de crianza. Se asume que todos los niños son amados y su bienestar siempre es considerado una prioridad.
Es evidente que no siempre es así. A veces nos vemos obligados a aceptar que el mundo puede ser tan injusto como extraño. Que hay malos padres y madres que no quieren, así como hay hijos que no aman a sus padres y que son violentos con estos últimos.
Pero, ¿qué se puede hacer cuando no hemos tenido los padres que queríamos y llevamos una profunda tristeza dentro de nosotros?
Padres que no aman a sus hijos
Hay algunos tipos de modelos educativos y de crianza que son invisibles para la mayoría. Hablamos de esos estilos de crianza que, aun sin maltrato físico, tienen carencias que pasan desapercibidas a los ojos de los demás. Estas formas de crianza no tienen nada que ver con el descuido de los niños y, a menudo, incluso son compatibles con actividades como llevar a los niños al parque, al zoológico o al cine.
Cuando ciertos comportamientos están ausentes, el niño lo percibe, independientemente de su edad. Porque toda persona que viene al mundo necesita amor, seguridad y un vínculo válido que enriquece emocionalmente. Si éste no está presente o no de manera adecuada, el niño lo siente, tenga 3 o 12 años.
Los padres que no pueden dar afecto tienen una serie de rasgos y comportamientos específicos.. Son perfiles en los que suele aparecer la desaprobación, los gestos sin sentido, la frialdad emocional o las altas expectativas. Analizamos estos tipos a continuación.
Padres que no dan cariño
Hay padres que no aman a sus hijos. Así como hay padres que, amando infinitamente a sus hijos, lo hacen de manera equivocada. Las razones por las que esto sucede son muchas y no es tan fácil definirlas. En algunos casos en realidad no querían ser padre o madre, pero aun así dieron el paso.
En otras ocasiones, podemos estar ante trastornos mentales o simplemente un conflicto con otros intereses. Sea como fuere, el daño psicológico resultante es enorme. Tanto es así que según estudios como el realizado en la Universidad de Columbia, este tipo de experiencias son experimentadas por el cerebro de la misma manera que procesa el dolor físico.
padres narcisistas
¿Quién no sueña con un padre y una madre capaces de dar amor sin compromiso? En cambio, a veces tenemos que lidiar con padres narcisistas que solo se priorizan a sí mismos.
En estas situaciones, no importa lo que un niño quiera o necesite, sus prioridades son secundarias. Sólo importa lo que quiera el padre o la madre.
Los padres que quieren ejercer el control
Hay familias a las que les encanta ejercer el control, que no permiten que sus hijos sean ellos mismos, crezcan, maduren o tomen sus propias decisiones de vida.. Los padres autoritarios recurren al castigo y dejan marcas profundas mientras les cortan las alas y llenan la mente de profundas inseguridades. Este tipo de crianza y educación deja una profunda huella en el desarrollo personal.
Padres con amor preferencial
Hay padres y madres que profesan un amor preferencial por uno de sus hijos. Este amor selectivo por el hijo o la hija predilectos hace que descuiden al otro oa los demás, dejándolos en un segundo plano y desconcertados.
Los niños así expulsados no saben qué hicieron mal, no entienden por qué a veces se condiciona el afecto de los padres.
El signo de la escasez.
Padres que desearíamos tener y no dejar una marca permanente. Es el signo de la carencia, del sentimiento de no haber recibido lo que necesitábamos. A veces es el malentendido de por qué ciertas cosas salieron como lo hicieron. La desilusión que se entrelaza con la tristeza ya veces incluso con la ira, recorre el pasado y el presente.
¿Cómo podemos lidiar con esos sentimientos?
Aceptar que nuestros padres no son perfectos
El primer paso para superar la herida que muchas veces nos lleva a tener una mala relación con nuestros padres es la aceptación. También es bueno entender que nuestros padres no son perfectos, que no han actuado de la mejor manera y que el pasado no se puede cambiar.
Aceptar la experiencia no significa rendirse, significa validar cada emoción sentida, cada decepción y experiencia para poder seguir adelante.
la culpa no es nuestra
Son muchas las personas que, aún en la edad adulta, siguen pensando que no han recibido el cariño de sus padres por haber hecho algo malo.
Ningún niño o adulto es culpable de que uno o ambos padres no lo amen como se merecen. La responsabilidad siempre es de los padres.
merecemos amor
Si los padres que nos ha dado la vida no son los que esperábamos es difícil darles una segunda oportunidad o compensar el pasado. Sin embargo, una cosa debe quedar clara. Merecemos amor, y el cariño que no recibimos de nuestros padres puede provenir de muchas otras personas: amigos, socios, hermanos, tíos...
El amor, cualquiera que sea su origen, siempre nutre y enriquece. El cariño sincero del presente es la cura de toda carencia del pasado.