Escrito y verificado por el psicólogo. ObtenerCrecimientoPersonal.
Última actualización: 19 de febrero de 2022
Cuando te abruma la ansiedad, todo parece más borroso. El miedo a perder el control se apodera de nosotros porque dejamos que nuestras emociones más adversas tomen el timón, mientras que los pensamientos intrusivos nos dibujan un escenario amenazador del que defendernos. Son momentos en los que tenemos miedo de lastimar a alguien, momentos que hay que gestionar.
No te sorprenderá saber que perder el control es uno de los miedos más comunes que experimentamos los seres humanos. Lo padecen, por ejemplo, aquellos que viven una situación estresante en el trabajo y que temen que en cualquier momento toda la tensión acumulada durante algún tiempo en silencio pueda acabar estallando de la peor manera posible.
"Tienes el control de tus emociones, no lo pierdas".
-Colina de Napoleón-
Los padres también sufren al tener que cargar sobre sus hombros un sinfín de responsabilidades y problemas, así como el bulto agónico de sus propias preocupaciones. Son situaciones en las que se vive con el miedo de perder el control en cualquier momento y de reaccionar con una palabra o un gesto de más. frente a las personas que más quieres.
Nadie es ajeno a esta realidad. Como esto, si bien es normal que el factor “miedo” esté presente en este u otro aspecto de la vida cotidiana, no es lícito que se le atribuya todo el poder. Es como vivir con otro "yo" dentro de nosotros, un Mr. Hyde que puede sacar la peor versión de nosotros mismos en cualquier momento.
Cuando se le da todo el control a la ansiedad
Roberto atraviesa una etapa de su vida llena de altibajos y dominada por la ansiedad. Después de casi un año de desempleo, se siente en jaque en todos los ámbitos de su vida. Sus padres, por su parte, están preocupados por su situación y tratan de aliviarlo invitándolo a cenar la mayoría de los días. Sin embargo, la última vez que Roberto se dio cuenta de que empieza a tener miedo de perder el control en cualquier momento.
Durante el almuerzo del fin de semana pasado, su hermano hizo un pequeño comentario sobre su situación y lo interpretó de la peor manera posible. Respondió de forma desproporcionada por impulso, reaccionó con enfado, alzó la voz y dijo una serie de malicias de las que ahora se arrepiente. La comida terminó con las lágrimas de su madre y un portazo de su hermano. Nuestro protagonista sabe que tiene un problema, pero carece de los recursos para gestionarlo adecuadamente...
Es posible que esta situación no sea conocida, por tanto, lo primero que hay que entender es cómo la ansiedad altera nuestra conducta, nuestros pensamientos y nuestro estilo de respuesta ante determinados estímulos. Veámoslo en los siguientes párrafos.
El demonio de la ansiedad y su mecanismo de acción
Cuando un individuo se enfrenta a un exceso de preocupaciones, miedos e incertidumbres, su cerebro desarrolla una interpretación un tanto primaria: cuidado, todo lo que te rodea es una amenaza. Siguiendo tal conclusión, determina la existencia de una sola salida: defenderse de todo y de todos.
- Nuestro juicio deja de ser racional y cedemos el control del timón a un piloto automático demasiado instintivo, menos reflexivo y obviamente nada sensato.
- Experimentamos una sensación de irrealidad muy molesta, como si algo no fuera auténtico y extraño para nosotros (despersonalización).
- Caemos en un estado de hipervigilancia constante, estamos siempre a la defensiva, reaccionamos desmesuradamente ante las cosas más triviales, dando lugar a pensamientos obsesivos, negativos y anticipando cosas que aún no han sucedido.
Cómo lidiar con el miedo a perder el control
Un consejo que suele leerse en los libros de autoayuda es la idea de que “Independientemente de cuál sea la situación, cada uno de nosotros tiene la capacidad de reaccionar de una forma u otra. Elegir el camino correcto es nuestra responsabilidad”. Bueno, aunque como mensaje puede parecer algo sugerente, cuando una persona sufre de ansiedad, le resulta muy difícil determinar cuál es el camino correcto.
Una mente ansiosa no piensa, reacciona. Una mente ansiosa no tiene control total sobre sí misma y, por lo tanto, no siempre puede tomar las mejores decisiones. Todo esto nos obliga a comprender lo difícil que es manejar estas situaciones, y que las buenas intenciones no son suficientes cuando hay un nudo dentro de nosotros que nos impide respirar y pensar con claridad.
En el siguiente apartado reflexionaremos sobre qué estrategias son las más adecuadas para combatir el miedo a perder el control.
Pasos para evitar que la ansiedad tome el control
- Abandona la necesidad de controlar. Piénsalo un momento: pasamos la mayor parte del tiempo manteniendo a raya nuestra frustración, ocultando nuestros pensamientos, tragando emociones, fingiendo estados de ánimo… Intentamos cortar toda esta contención y hacer un gesto catártico. Destapamos lo que hay dentro de nosotros, expresamos en voz alta cómo nos sentimos, sin miedo.
- Habla de tus miedos, piensa en ellos. Una buena manera de no potenciar el miedo es poniéndole un nombre y hablándole: “Tengo miedo de perder a mi familia porque soy consciente de que últimamente estoy perdiendo el control de mis emociones, digo cosas de las que luego me arrepiento”.
- Controla tus pensamientos para controlar tus emociones. Este objetivo es la premisa de la terapia cognitivo-conductual, una de las más efectivas para los casos caracterizados por el miedo a perder el control sobre uno mismo.
- El último paso requiere que liberes tu cuerpo para darle libertad a tu mente. Este objetivo se puede conseguir mediante múltiples terapias, como la relajación muscular progresiva de Jacobson, el Mindfulness, el yoga o cualquier ejercicio físico. Al emplear estas estrategias, liberaremos la tensión física permitiendo que el cerebro se relaje al máximo.
Recuperar el control sobre nosotros es posible, solo trabaja en ello.