Las promesas y el compromiso son parte de la dinámica de cualquier relación, pero no todas finalmente se materializan. A veces hay que prestar atención a lo que dicen.
Última actualización: 16 de marzo de 2022
Las promesas de amor siempre han ido de la mano del amor romántico. Son compromisos de futuro que suelen celebrarse en los momentos más emocionantes de la relación amorosa, por pasión o por miedo.
Lo más probable es que quienes hacen una promesa de amor estén sinceramente dispuestos a no desatenderla, pero no siempre saben que muy probablemente no podrán honrar ese compromiso futuro. Por eso muy a menudo son comparables a una mentira.
Gran parte de la confianza entre una pareja se basa en la credibilidad de las palabras de la pareja. Cuando esto resulta inconsistente o vacilante, la confianza en la otra persona también se resiente.
Las promesas de amor, en efecto, generan expectativas que no siempre se cumplen. ¿Vale la pena decirlas, entonces? ¿O es mejor abstenerse de ellos?
"Olvidémonos de los juramentos de una vez por todas, si es que nos importa encontrarnos".
-William Shakespeare-
Las románticas promesas de amor.
Suena como una paradoja, pero las promesas de amor tienen la función de hacer sentir segura a la pareja y brindarle estabilidad. El “te amaré de por vida” es una afirmación que pretende dar certeza al otro y forjar expectativas a largo plazo. Lo mismo ocurre con "nunca habrá nadie más para mí" o "siempre puedes contar conmigo".
El matrimonio es la formalización de una serie de promesas. Un acuerdo por el cual la pareja se obliga a adoptar conductas precisas entre sí. Las expectativas quisieran que fuera así para siempre.
Hay quien interpreta las promesas de amor como parte del entusiasmo inicial. Quien hace la promesa escucha lo que dice desde el fondo de su corazón, pero eso no significa que pueda cambiar en el futuro.
Otras personas, en cambio, se aferran a esas promesas como el náufrago a un salvavidas. Una persona que ya sufre de carencias afectivas, que es adicta o que reconoce en la relación la máxima realización de su deseo de vida puede tomarse esa promesa mucho más en serio y profundamente.
Las promesas de amor y conflicto.
Hay, pues, otras promesas de amor mucho más problemáticas. Son las que hacemos después de un problema o una riña de pareja. Muy a menudo se promete que nunca se repetirá un determinado comportamiento que ambos consideran reprobable.
"No te volveré a mentir" o "Nunca te volveré a traicionar", por poner un par de ejemplos. Más que promesas románticas, estas son las que, si no se cumplen, pueden hacerte perder la confianza en tu pareja. Además de esto, son espías de las relaciones tóxicas, aquellas en las que el valor de la palabra se desvanece con el paso del tiempo.
Las consecuencias de estas promesas incumplidas son la decepción y la comunicación. que se deteriora. Todo lo que dice la otra persona es cada vez menos creíble, por lo que las promesas empiezan a perder valor.
Se configura un diálogo nefasto, en el que priman los reproches, la falta de confianza en la pareja y la sensación de que las palabras no sirven. Todo esto desgasta la relación, que para ser sana debe basarse precisamente en la comparación.
¿Perdonar o revisar el valor dado a las promesas?
Las promesas de amor incumplidas muy a menudo resultan en nuevas promesas, en intentos de lucha para buscar refugio o en el perdón no concedido. Puede ocurrir que el socio no cumpla su palabra por imprevistos excepcionales.
El hecho de que en ese momento no sea posible mantener el compromiso adquirido no significa que nunca más lo logremos. En estos casos, el perdón es un nuevo comienzo, un nuevo pacto que esta vez se materializará.
Sin embargo, es importante evaluar el peso que le damos a la palabra en nuestra relación. De ella depende la estabilidad, tanto la tranquilidad como el mismo afecto. Nada da más solidez a la relación que la confianza y el diálogo.
Quizá la solución no sea respetar la promesa de amor hecha al pie de la letra, sino piénselo bien antes de formularlo o hágalo sólo si es realmente posible respetarlo.
El "para siempre" o el "nunca más"
Las promesas de amor que incluyen palabras como "siempre" o "nunca" son generalmente difíciles, si no imposibles, de cumplir. Estamos sujetos a cambios constantes y esto debe tenerse en cuenta antes de afirmar que siempre nos comportaremos de la misma manera con nuestra pareja.
Sobre asuntos de cierta importancia es esencial sopesar cuidadosamente el contenido de las promesas. Tal vez deberíamos establecer plazos más precisos o adaptarlos a las posibles circunstancias. Dar un nuevo valor a la palabra ayuda a construir relaciones más sanas, en las que la alegría prevalece sobre la decepción y la confianza sobre la desconfianza.