Proteger a los niños: preocupación obsesiva

Proteger a los niños: preocupación obsesiva

Proteger a los niños: preocupación obsesiva

Última actualización: 13 marzo, 2018

  1. Cuando eres padre, proteger a tus hijos es una prioridad que nace e instala como motivación de los más poderosos. Aun sabiendo que es imposible, muchos padres no desisten, en su estructura mental, de proteger a sus hijos de todo tipo de peligros o amenazas, reales, probables o improbables. De este modo, protegerlos del sufrimiento o de la carencia se convierte en una necesidad por sí misma.

Como regla general, un padre comienza a comprender, con el tiempo, que mantener a sus hijos a salvo de todas las amenazas es una tarea imposible, especialmente cuando comienzan a ganar autonomía en sus movimientos. Por muy cuidadoso que sea un padre, hay sufrimientos que no pueden ni deben evitarse en un hijo porque forman parte de la riqueza de estímulos necesarios para el crecimiento.



“La gente habla de la mayoría de edad. esto no existe El que tiene un hijo está condenado a ser padre de por vida. Son los niños que se alejan de nosotros. Pero los padres no podemos alejarnos de ellos".

-Graham Greene-

Sin embargo, algunos padres deciden no aceptar este hecho. Asumen, podríamos decir, una actitud de omnipotencia frente a la vida de sus hijos. Creen que por estar siempre ahí, no pasará nada. Como si fuera concebible, como si no hubiera mil peligros imposibles de evitar dirigiendo todas las energías a la seguridad del niño.

Proteger a los niños se convierte entonces en una obsesión. Este pensamiento se traduce sobre todo en una vigilancia continua que poco a poco los agota. Al mismo tiempo, este tipo de padre tiende a sospechar de los demás y del mundo.



Proteger a los niños: un desafío que abarca la censura 

Sin darnos cuenta, el padre y la madre que estamos esbozando empiezan a tomar el aspecto de la censura. La palabra "no" está siempre en sus labios y casi siempre acompañada de una amenaza. “No lo hagáis porque puede pasar que…”.

Del mismo modo, a menudo sin saberlo o al menos sin ser consciente de ello, comienzan a limitar severamente la experiencia del niño. “Mejor no vayas al parque porque hace demasiado frío y luego te resfrías”. “No te quedes mucho tiempo fuera porque el camino está lleno de peligros”.

Los animales transmiten enfermedades, el fuego quema, el agua moja... el mundo se convierte en un gran peligro. Y se transmite a los hijos la idea de que lo único capaz de evitarlo es la presencia del padre o de la madre.. Y a veces, el niño se convence de que es verdad.

Obsesión y control

Los padres obsesionados con mantener a salvo a sus hijos dirán que solo quieren protegerlo y que lo hagan por su propio bien. Y si alguien cuestiona este comportamiento, presenta una larga lista de razones en su defensa, que en la mayoría de los casos suenan como una acusación contra los demás. "El tipo dejó solo al niño que luego se cayó y se rompió el dedo". “Gaius no le hace caso a sus hijos, de hecho mira lo maleducados que son”.

Lo llaman "proteger", pero en realidad es algo menos aceptable. La palabra correcta es "control". Son padres controladores, no tienen problema en dirigir y proteger la vida de sus hijos, hasta los niveles más extremos. Quieren monitorear cada paso dado, para intervenir fuertemente en cada uno de sus proyectos. Estar ahí, siempre presente, como una sombra omnipotente. Esta actitud generalmente dura mucho más allá de la infancia del niño.



¿Qué hay detrás de esta obsesión?

Cualquier padre puede sentirse tentado a actuar como si el hijo fuera un objeto de propiedad en un momento determinado. No se trata de ser malas personas; más simplemente, ver nacer a un niño, ser responsable de él, genera un vínculo muy fuerte. No siempre estamos preparados para un amor tan visceral, sabiendo, al mismo tiempo, que tenemos que asumir el riesgo intrínseco que conlleva.


La mayoría de los padres obsesionados con el control, después de todo, quieren algo más. Es posible que su sueño sea extender este vínculo por más tiempo. No renuncies a la idea de que los niños siempre los necesitarán, para todo. Quitar el pensamiento de que la ley de la naturaleza prevé que un niño termine haciendo su vida, sin sus padres. Es, en definitiva, el miedo a admitir que la relación entre padres e hijos es una relación destinada a cambiar, destinada a una separación paulatina.

Es muy probable que estos padres obsesivos no hayan tenido una buena experiencia con la pérdida. Tal vez todavía tengan un dolor que superar. Les aterroriza la posibilidad de que sus hijos dejen de necesitarlos o al menos empiecen a necesitarlos menos y sigan conquistando el mundo solos. Así que se encargan de asustarlos, de mostrarles todas las cosas horribles por las que podrían pasar sin su capa protectora.


En otras ocasiones, la negativa se esconde en el exceso de cuidado.. El padre o la madre no aman al niño tanto como les gustaría. Y se defienden de este sentimiento inconsciente exagerando con preocupación. En cualquier caso, detrás de estas formas obsesivas de protección siempre hay algo malsano, que merece ser analizado.

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