1. Estamos pensando en algo complicado
En 1964, algunos psicólogos de la Universidad de Chicago reclutaron a un grupo de personas y les pidieron que resolvieran varios problemas. La clave fue que estos problemas aumentaron gradualmente en complejidad. Mientras la gente resolvía problemas, los investigadores los analizaban. Pudieron descubrir que cuanto más difícil es el problema al que nos enfrentamos, más se dilatan nuestras pupilas.
2. Nuestro cerebro está saturado
En 1973, psicólogos de la Universidad de California se preguntaron si los estudiantes podrían indicar cuándo alcanzaron los límites de su capacidad cognitiva. Entonces, reclutaron a un grupo de voluntarios y les pidieron que resolvieran un problema que aparecía en la pantalla de la computadora lo más rápido posible. Se trataba de elegir una única respuesta entre cuatro opciones diferentes. El truco era que los problemas fluían cada vez más rápido, hasta el punto en que la gente se sentía incapaz de continuar. De esta forma se pudo observar que cuando nuestro cerebro está sobrecargado, nuestras pupilas reducen considerablemente su tamaño.
3. Captaron nuestro interés
En 1977, también los psicólogos de la Universidad de California realizaron un experimento muy interesante: reclutaron a un grupo de personas pidiéndoles que escucharan la lectura de un libro erótico, la historia de una mutilación y un contenido neutro que no despertaba ningún particular. emoción. Lo interesante es que las pupilas se dilataron al inicio de cada cuento y se quedaron dilatadas, pero solo en quienes escuchaban los relatos eróticos o violentos. Por tanto, cuando alguien realmente nos llama la atención, las pupilas se dilatan y se quedan así.
4. Sentimos asco
En 1960 un grupo de psicólogos de la Universidad de Chicago preparó una serie de imágenes que podían desencadenar distintas reacciones. Una cámara capturó a los estudiantes mientras veían las imágenes. Así se pudo observar que cuando la gente miraba imágenes violentas, de mutilación o con personas que lastimaban a los niños, reaccionaban con profundo disgusto. Lo interesante es que en un principio sus pupilas estaban dilatadas pero poco después el tamaño disminuyó considerablemente, en un intento inconsciente de evitar las imágenes que despertaban repugnancia.
5. Sentimos dolor
En 1999, los psicólogos de la Universidad de Washington reclutaron a un grupo de personas en un doloroso experimento por una buena causa: la ciencia. A estas personas se les aplicaron pequeñas descargas eléctricas en la punta de los dedos, mientras tanto se analizaban sus pupilas. En este caso se pudo ver que cuando sentimos dolor nuestras pupilas están muy dilatadas, es una respuesta automática del sistema nervioso autónomo que nos prepara para escapar del peligro y, por supuesto, necesitamos que nuestra visión esté al 100%. para identificar cualquier amenaza en el entorno circundante.
6. Revelan nuestra elección política
En 1969 se llevó a cabo uno de los estudios más curiosos sobre lo que comunican nuestros alumnos. En ese caso, los psicólogos de la Louisiana State University reclutaron a personas que tenían posiciones políticas muy diferentes y estaban seguras de ellas. Así, les mostraron imágenes de grandes personajes tradicionalmente liberales o conservadores. En este punto, los investigadores notaron que nuestras pupilas se dilatan cuando vemos a personas que comparten nuestros puntos de vista políticos y se contraen cuando vemos a alguien opuesto.
7. Revelan algunos rasgos de nuestra personalidad.
Esta vez no se trata de pupilas dilatadas o contraídas, sino de líneas del iris. Según investigadores del Instituto Karolinska, si miramos lo suficientemente de cerca a los ojos de una persona, podemos descubrir algunas características de su personalidad. Cuando las criptas que se encuentran en el iris (filamentos ondulados) irradian hacia afuera desde la pupila, las personas tienden a ser más sensibles, honestas, amables y experimentan emociones más positivas. Cuando aparecen círculos concéntricos alrededor del iris, las personas tienden a ser más nerviosas e impulsivas. La clave está en el gen Pax6, que participa no solo en el crecimiento del tejido ocular, sino también en el desarrollo de la corteza cingulada anterior, que participa en la regulación del estado de ánimo y el autocontrol.
¿Cambios demasiado pequeños para notarlos?
En este punto, probablemente esté pensando que estos detalles son demasiado pequeños para notarlos. Sin embargo, según un estudio del Dartmouth College, probablemente no notamos muchos de estos cambios de manera consciente, pero ciertamente no pasan desapercibidos para nuestro inconsciente. Estos neurocientíficos han analizado la actividad cerebral de decenas de personas mientras observaban a otras. con pupilas dilatadas, normales o restringidas. Para que pudieran ver que nuestros cerebros reaccionan de manera diferente, especialmente la amígdala, que es nuestro centinela emocional. De hecho, cuando las pupilas se dilatan, la amígdala aumenta su actividad, quizás para indicar que debemos tener cuidado.