Última actualización: 22 de enero de 2018
Qué difícil es decir adiós, dejar atrás algo que nos hacía felices, abandonar a ciertos amigos o concluir algunas etapas de la vida. Cuanto daño a veces duele saber que tenemos que decir un adios sin retorno. Cómo duele separarnos de algo que nos gusta, de algo que sabemos que no tenemos que seguir aguantando.
Es necesario, lo sabemos, a veces es necesario concluir algunas fases. Tenemos que cambiar de trabajo, se pierden amistades, la casa se queda pequeña para tanta gente, los niños empiezan a ocupar todo nuestro tiempo, la juventud nos saluda de memoria… Es difícil, mucho, pero es parte del ciclo. Cerramos diciendo "adiós" y abrimos diciendo "hola" al nuevo.
Agregamos capítulos a la experiencia, pero necesitamos puntos y saltos de línea. Necesitamos páginas en blanco para seguir escribiendo, el mismo capítulo necesita un final, necesita un cierre, pero tendrá su propia continuidad, sus huellas estarán en la página siguiente. Todo tendrá sentido cuando sepamos por qué hemos terminado y por qué necesitamos hacerlo. Tendrá sentido cuando se lo demos.
Que difícil es decir adiós, pero es bueno saber que a veces es necesario hacerlo, que una vez superado el dolor estaremos preparados para lo que vendrá. A veces el dolor de lo perdido es más saludable que el dolor de continuar.
Que dificil es decir adios y enfrentar el vacio que se forma
Es difícil de explicar, pero ciertamente se entiende porque todos lo hemos experimentado en alguna medida. Hay despedidas que son para los más valientes, esas que nos dejan un vacío que luego lucharemos por llenar. Es difícil enfrentarse a lo desconocido, nos cuesta salir de nuestra zona de seguridad, es difícil poner un punto final, porque la idea de tener que empezar de nuevo nos aterra..
Queda un vacío, sí, porque el dolor de la pérdida es un dolor, y cubriéndolo no hacemos más que nutrirlo para que salga con más fuerza. Debemos aprender a decir adiós, debemos aprender a tolerar este vacío, debemos saber que es necesario cerrar, que ahora puede doler, pero mañana ya no será así.
La magia de decir adiós rara vez se ve en el momento en que lo decimos, toda la magia está en lo que viene después, en todo el mundo de posibilidades que se nos abre cuando empezamos algo nuevo, en todo lo que nos espera cuando curamos heridas. La magia del adiós es que suele llevar de la mano un saludo posterior.
Si aprendemos a soportar este vacío, si no lo hacemos más grande de lo que debe ser, si le damos el espacio que necesita, si nos permitimos llorar si lo necesitamos y nos tomamos un tiempo para sanar, lograremos prepárate para lo que llegará. Que difícil es decir adiós, pero así aprendemos a curarnos y a cuidarnos. Aprender a decir adiós significa crecer.
Es necesario decir adiós para avanzar
Necesitamos despedirnos para continuar, necesitamos cerrar algunas fases y abrir otras nuevas. Las despedidas hay que afrontarlas porque hay que aventurarse en lo nuevo. El mundo no se detiene y nosotros somos parte de este mundo. El miedo, nuestro fiel compañero de viaje en la vida, se aferra al conocido miedo a lo desconocido, pero dentro de nosotros está la fuerza para vencerlo.
Si damos la vuelta, nos damos cuenta de cómo cambian las vidas. Ni nosotros mismos, con todo ese conocimiento que atesoramos, podríamos haber dicho exactamente dónde estamos hoy hasta hace unos minutos, unas horas, días, meses o años. Hemos logrado nuestro lugar con nuestras decisiones, que también incluyen nuestras decisiones de decir adiós.
Que difícil es decir adiós, pero tenemos que aprender a hacerlo. No es fácil visualizar lo que vendrá, ese “hola” que viene de la mano del adiós. No es fácil, pero ciertamente trae algo bueno también. Cuesta decir adiós, pero la magia de lo nuevo también es algo sorprendente por lo que muchas despedidas merecen la pena.
"Se despidieron y en la despedida ya hubo una bienvenida"
-Mario Benedetti-
