Última actualización: 12 de diciembre de 2017
Hay personas que en algún momento sienten que el camino que están siguiendo no tiene ningún sentido. Ninguna de las posibilidades que tienen ante ellos parece tener sentido para ellos, por lo que se desesperan en sus innumerables intentos fallidos de hacer un cambio que borre ese sentimiento. No hay futuro, no hay metas ni objetivos. No sabes qué hacer con tu vida.
A todos nos ha pasado sentirnos así, como si estuviéramos en un callejón sin salida. Hay un gran vacío interior, no hay nada fuera y poco dentro. Persistimos en encontrar a los culpables, pero la verdad es que esta situación depende solo de nosotros.
Aunque no queramos admitirlo, todo lo que hemos hecho hasta ahora, nuestras decisiones, nuestras negativas, nuestra forma de vida, nos han llevado a recorrer este camino que parece no tener salida.
Una oportunidad para redescubrirte a ti mismo
Cuando no sabes que hacer con tu vida, cuando has llegado a ese punto donde no encuentras salida, sin importar la angustia, la ansiedad, las ganas de salir de ella, tienes que encontrarte a ti mismo.
¿Cuándo empezamos a centrarnos en los demás y a olvidarnos de nosotros? ¿Cuándo dejamos de preguntarnos qué es lo que realmente quieren hacer? ¿Cuánto tiempo hace que qué hacer con nuestra vida se ha convertido en la máxima prioridad para nosotros? Nuestra forma de vida nos lleva a operar en piloto automático y actuar como si fuéramos robots, ajenos al momento presente.
Cuando te encuentras en un callejón sin salida, sin saber qué hacer con tu vida, entonces tienes que parar. Es el momento perfecto para tomar conciencia de ti mismo y de lo que te rodea., para volver a conectar con el mundo exterior e interior. ellos mismos y lo que nos rodea.
Nuestros anhelos, nuestras esperanzas, lo que realmente nos motiva, estará ahí para señalarnos todas las metas que teníamos, pero que hace tiempo que no queríamos ver porque nos hemos desviado de nuestro camino. Pensamos que no hay salida cuando en realidad la solución está dentro de nosotros. La motivación viene de dentro, pero para que llegue necesitas saber lo que quieres.
Sabemos dentro de nosotros mismos cuál es el camino correcto. Excepto que el tiempo que vivimos en piloto automático ha embotado nuestros instintos haciéndonos sentir perdidos.
Es cierto que al principio, cuando no sabes qué hacer, la reacción es dar la vuelta, patear, intentar correr en todas direcciones, como si fuéramos un caballo desbocado. Pero es necesario llegar al punto en que te des cuenta de que tienes que parar para tomar conciencia de lo que se acaba de mencionar.
Si no sabes que hacer con tu vida, tienes que empezar a aceptar la realidad
Es un paso muy importante para poder cambiar la situación. Sin embargo, también es probable que nos demos cuenta de que aceptar la realidad fue lo que nos llevó a encontrarnos en este callejón sin salida.
Tendemos a vivir con varias expectativas sobre cómo deberían ir las cosas.. “Termino mis estudios, encuentro un trabajo, luego el amor de mi vida con el que tendré hijos y seré feliz”. Suena perfecto, ¿verdad? Es el ideal al que aspiran muchas personas. Pero, ¿y si todo sale de otra manera?
Las expectativas que tenemos no nos dan la menor garantía de que las etapas de nuestro viaje sean exactamente estas. Muy probablemente surgirán problemas, dificultades y adversidades que nos harán sentir frustrados, enojados, decididos a rechazar en muchos casos que lo que nos sucede no cumple con nuestras expectativas.
Si nos abruma una gran indecisión, quizás es el caso de consultar a un especialista con lo que podemos saber si lo que tenemos que hacer es volver atrás para identificar la encrucijada en la que nos hemos perdido o si la solución es buscar alternativas para proceder en la misma encrucijada en la que ahora estamos estancados. Muchas veces la elección de una opción sobre otra dependerá del precio que estemos dispuestos a pagar para intentar llegar a uno u otro destino.
Hay momentos más propicios que otros para tener esta crisis existencial. Quizá la primera sea cuando seamos adultos, cuando tengamos que elegir a qué nos queremos dedicar y cómo queremos que sea nuestra vida. El segundo llega a una edad más madura, en torno a los 40 años, con una crisis conocida por todos aquellos que dejan atrás una etapa de la vida para iniciar otra.
Las expectativas a veces nos impiden ser flexibles con los problemas y dificultades que puedan surgir.
En muchos momentos de cambio, en los que pasamos de una fase a otra, podemos sentirnos perdidos. Es una sensación natural y en principio no debe asustarnos. Sin embargo, si sucede, debemos evitar que el sentimiento de malestar nos lleve al abandono. Los momentos de cambio son también momentos de inteligencia y paciencia, para decidir con la cabeza, pero también para tomar la decisión correcta con confianza. Independientemente de lo que elijamos, no faltarán personas que nos dirán que estamos equivocados.
Dando un paso atrás o encontrando alternativas, en cualquier caso, todas las situaciones tienen salida. A veces es lógico y predecible, otras veces sorprendente, arriesgado y enigmático. El primero es fácil de lograr; para el segundo, como ya se dijo, no nos dejemos abrumar poragitación, que sobre todo nos impide ver oportunidades.