Última actualización: 08 2017 noviembre
Casi ningún padre está dispuesto a admitir que no ama a su hijo. Aún así, es algo que sucede con mucha más frecuencia de lo que debería. Y basta mirar a un hijo no amado para identificar esas huellas imborrables que deja el desamor. Hay una gran diferencia entre un niño amado y aceptado y uno que no lo es.
Hay muchas razones para esta falta de afecto. Entre los principales está el hecho de que la decisión de tener hijos no se produjo como resultado de un deseo consciente sobre el que se dio razón suficiente. No había lugar para este niño en el corazón de los padres y no fue posible crearlo.
Cuando un niño es desatendido, desarrolla comportamientos y expresiones que muestran su desconcierto y malestar. El propio niño no entiende lo que le pasa, sobre todo si es muy pequeño. Un niño que no es amado percibe el mundo como una amenaza, se siente solo y haría cualquier cosa para cambiar las cosas.
La situación se vuelve más complicada cuando los padres conscientemente se niegan a admitir su rechazo al niño. En estos casos crean toda una serie de razones racionales para justificar la frialdad o el maltrato. En resumen, argumentan que cualquier agresión o indiferencia es por el bien del niño. El niño, por lo tanto, se siente confundido, cree que siempre se está comportando mal.
"Nunca es demasiado tarde para tener una infancia feliz".
-Tom Robbins-
La culpa en un niño no amado
Hay madres que les dicen a sus bebés que los exasperan o que son "insoportables". Seguramente muchas de estas madres en realidad simplemente perdieron la paciencia, pero también es cierto que muchas otras ya tenían un alto nivel de estrés antes de comenzar a interactuar con el bebé.
Algo similar sucede incluso cuando se hacen peticiones al niño que no puede conceder, porque son demasiados o porque han sido mal expuestos o porque requieren habilidades superiores a las correspondientes a su nivel de desarrollo. Por ejemplo, la exigencia de que esté constantemente parado, que permanezca concentrado durante mucho tiempo, que ponga la mesa como lo haría un adulto. En estos casos son los propios padres, con su incapacidad para evaluar, quienes crean no sólo su propia frustración, sino también la sensación de frustración e incompetencia del niño. Peor aún.
Un niño no amado siente que casi todo lo que hace molesta a sus padres, y que nada de lo que hace es suficiente para que finalmente lo acepten. Como no tiene la oportunidad de evaluar objetivamente esta situación, acaba desarrollando fuertes sentimientos de culpa. Creará una interpretación negativa de sí mismo y desarrollará una indefensión aprendida: sentirá que, haga lo que haga, el resultado siempre será el mismo y, en consecuencia, fuera de su control.
Las huellas del desamor
Cuando un niño no es amado, su corazón se rompe. Al no poder dar forma o sentido al sufrimiento que experimenta, lo manifiesta indirectamente. Desarrolla conductas o ideas cuya función es dejar salir la angustia y el dolor que habitan en él.
Aquí hay algunos comportamientos que revelan la falta de afecto de un niño:
- Desarrollar miedos o fobias.. Miedo a la oscuridad, a algunos objetos o animales, a algunas situaciones. Para el niño son incontrolables.
- Se vuelve muy impulsivo. No puede contener la ira, el llanto, la risa o cualquier otra emoción. Sus expresiones emocionales siempre tienen un tono exagerado.
- es inestable. Hoy quiere una cosa, mañana otra. También cambio mi actitud de un momento a otro. Es típico en todos los niños, pero en aquellos que se sienten no amados es particularmente pronunciado.
- Desarrolla conductas ansiosas., por ejemplo, no puede quedarse quieto y curioso todo el tiempo, o cualquier otro tipo de comportamiento repetitivo.
- es dificil concentrarse, para mantener la atención. También suele tener problemas escolares.
- Hazte invisible o intenta hacerlo. Está ahí, pero es como si no estuviera ahí. Intenta esconderte, protegerte, "no existir".
- Tiene poca habilidad social.. Se siente incómodo o muy impetuoso con otros niños o adultos.
Un niño sin amor, privado de afecto, se desanima mucho. Muestra muchos signos de confusión e inquietud. A veces es muy distraído, a veces demasiado enyesado y formal para su edad. En general se muestra triste, servil y deseoso de recibir confirmación.
El ser humano necesita caricias, abrazos y palabras de cariño a lo largo de su vida. En los primeros años en particular, estas muestras de cariño son el alimento emocional necesario para crecer: son una necesidad básica tanto como comer o dormir. Ningún padre es perfecto, pero cuando tienes un hijo no hay alternativa, hay que trabajar duro para que se sienta querido y aceptado en la familia en la que crecerá.