Última actualización: 23 de enero de 2016
El amor no correspondido es quizás una de las situaciones más dolorosas que uno puede experimentar en la vida. Quien lo ha vivido lo sabe y lo ha sentido con todo su ser.
Precisamente por eso, sin embargo, también representa nuestra mayor oportunidad de aprender una valiosa lección en nosotros mismos En estos momentos nos encontramos totalmente destapados desde el punto de vista sentimental, somos mucho más frágiles e hipersensibles a lo que sucede a nuestro alrededor.
Vivir una situación así puede ser traumático y angustioso, pero al mismo tiempo puede enriquecer y ayudar a despejar la mente. Nos permite obtener, sin ninguna duda, una perspectiva única a través de la cual ver todas las facetas que no creíamos tener.
Es como si el tiempo se detuviera de repente. Los latidos de nuestro corazón se aceleran cada vez que pensamos en la persona que amamos y por la que tenemos una fijación.
La melancolía de amar
La melancolía es fiel compañera del amor no correspondido. Es la enfermedad del amante insatisfecho por el afecto no correspondido, el deseo y la constante necesidad de fusión.
“Cualquier amante cuyo amor sea sincero y que no pueda gozar de la pasión del amor, ya sea por separación, por desdén de ser amado o porque, movido por sus propias circunstancias, mantiene en secreto sus sentimientos, inevitablemente llegará a la frontera. con la enfermedad mostrándose frágil y agotado, condiciones que en ocasiones lo obligarán a acostarse”
-Ibn Hazm-
Nos mueve el deseo de compartir cada parte de nuestra vida con esa persona, recordemos lo que recordemos. Cada lugar en el que ha estado se vuelve sagrado., nos emocionamos y emocionamos cuando lo pasamos, aunque sea solo fantasía.
Vivimos a la expectativa de cada pequeño contacto, y como resultado solo podemos sentir nostalgia: una tristeza alojada en lo más profundo de nuestro corazón. Es en estos casos que sentimos verdadera soledad, ya que no estamos al lado de la persona que queremos.
Al igual que en el caso de la melancolía del amor -sentimiento en el que tanto insistieron los trovadores en la Edad Media-, esta enfermedad reúne causas y remedios en una sola persona: ser amado.
La frustración del amor no correspondido
Durante el largo y tortuoso proceso del amor no correspondido, es inevitable verse abrumado por la frustración, que nos invade por las expectativas, ilusiones y fantasías que el paso del tiempo no ha podido satisfacer.
La falta de amor recíproco puede darse en dos casos: un enamoramiento de alguien que no se corresponde o un abandono derivado de una situación previa de amor mutuo.
En ambos casos, la intensidad de la frustración puede traer consigo diversos problemas físicos y psicológicos, debido a la autodestrucción que lleva a cabo el cuerpo, y que es provocada por todas las esperanzas y expectativas que quedan eternamente incumplidas.
¿En qué momento pierdes la esperanza y las ganas de estar con una persona? La respuesta a esta pregunta quizás sea conocida por aquellos que ya han pasado por esta situación. Pero hay un aspecto particular a tener en cuenta: la respuesta y la solución serán diferentes para cada uno de tus seres queridos.
Aceptar que no se le pague
Todo el proceso de madurez y autoconocimiento finaliza con la fase de aceptación. Terminamos entendiendo e interiorizando que el amor no se puede controlar, que no depende de nuestra voluntad, y que nadie puede intentarlo, por mucho que quiera.
“No ser amado es una simple desgracia; la verdadera desgracia es no amar.”
-Albert Camus-
Asimismo, el que ama no puede hacer desaparecer sus sentimientos a su antojo.. Sólo puede limitarse a observar cómo se transforman a medida que experimenta la vida.
El amor es parte de la esfera de la espiritualidad, no se puede objetivar. Es una alegría profunda que nos embarga y nos llena de deseo de ser amados, convenciéndonos de que nada en el mundo importa sino el bienestar de esa persona.
Sólo quien ama en estas condiciones sabe cuál es su límite, que es el momento en que tendrá que entregarse a la aceptación de la realidad.
Se trata de ese momento en que la desesperación, el malestar y la melancolía han alcanzado su máxima intensidad; cuando los sentimientos no son correspondidos, en lugar de reprimirlos, se dejan morir; esto lleva a que la relación se transforme en lugar de romperse.
Quejarse de haber amado y no haber sido correspondido es señal de una gran ingratitud, ya que el hecho mismo de haber experimentado el amor es el regalo más grande que uno puede recibir. La magnitud y la intensidad del amor existen para hacer florecer nuestras almas, así como para tallarnos a través de las heridas.
"Lo guardo de verdad,
pase lo que pase:
Lo siento cuando más sufro:
Es mejor haber amado y perdido
Que nunca he amado".
-Lord Alfred Tennyson-