Última actualización: 09 septiembre, 2015
A veces la gente se aleja de nosotros sin darnos explicaciones, dejándonos para hacer frente a una ausencia dolorosa e inesperada que trastorna nuestra vida.
Cuando esto sucede, no podemos pensar en otra cosa que no sea su egoísmo y el gran mal que nos han hecho. Y cuando logramos contener nuestra ira, empezamos a pensar en lo injusto que es, por qué no lo merecemos.
Al mismo tiempo, una nube llena de tristeza y arrepentimiento se posa sobre nuestras cabezas, proyectando una sombra con la que deberíamos convivir durante mucho tiempo.
Esa oscuridad nos introducirá en la desilusión, la desilusión, la traición y la incredulidad. Sin embargo, cuando caemos en este abismo, significa que nuestra libertad está cerca. Porque cuando alguien nos deja así, es que no merece nuestra compañía.
Mejor estar decepcionado que vivir en una mentira
Cuando alguien se va sin darnos explicaciones, algo dentro de nosotros se rompe. Probablemente nunca entenderemos qué nos pasó exactamente, pero sabemos que realmente nos duele.
Sin embargo, las decepciones son menos dolorosas si podemos salvaguardar nuestra integridad. Por eso, aunque sustituir el amor al prójimo por el amor propio es un proceso difícil, lo cierto es que, de esta forma, estaremos cambiando a un tirano insufrible por un buen amigo.
Cuando una persona nos abandona injustamente, cuando nos deja sin una explicación y sin intentar mediar, podemos estar seguros de que pronto llegará el día en que se arrepentirá de habernos perdido.
Como dicen, los que no nos aman no nos merecen. Y si se fue fue porque no estaba a nuestro nivel o porque su nivel de madurez emocional le impedía ver que hay mil maneras mejores de irse o de buscar soluciones a los problemas. En definitiva, escapar es cobarde y no es la solución ganadora, sino la más amarga e ingrata.
¿Qué hacer cuando alguien desaparece de nuestra vida?
Cuando alguien desaparece de tu vida, es posible que nunca lo vuelvas a ver. Pero si pudieras decirle lo que quisieras, ¿qué le dirías? Toma papel y lápiz y escribe una carta. Puede ser infinito o constar de una sola palabra. Escribes la carta, pero no, no la envías, la doblas, la acercas a una llama y la quemas. El viento se lo llevará, y así el dolor no se quedará dentro de ti. -Federico Moccia
Cuando alguien nos deja así, nos enfrascamos en una batalla interna en la que nos debatimos entre esperar que vuelva a nosotros con el rabo entre las piernas o darle un nuevo comienzo a nuestra vida y empezar a vivir de nuevo solo con nosotros mismos. Esta última elección es la que implica mayores dificultades a superar, porque ya no somos capaces de estar solos.
En este caso, probablemente nos quedemos con muchas cosas que desearíamos haber dicho.. El dolor, los arrepentimientos y todas estas emociones no pueden quedarse dentro de nosotros, tenemos que sacarlas de alguna manera, incluso el solo hecho de imaginar que tenemos a esa persona frente a nosotros, desgarrando letras en pedazos o golpeando una almohada.
Una de las mejores opciones es escribirle una carta a la persona que nos hirió, explicándole cómo nos hizo sentir su abandono. Después de hacer eso, es bueno deshacerse de la letra, porque este gesto es la mejor liberación.
¿Cuál es el último paso para liberarnos del dolor?
Cuando guardamos resentimiento hacia otra persona dentro de nosotros, permanecemos apegados a ella oa esa situación, porque es un vínculo emocional más fuerte que el acero. El perdón es la única forma de liberar ese vínculo y alcanzar la libertad. -Catherine Ponder
Después de haber escrito nuestra carta y sacado a relucir nuestros sentimientos y emociones, es hora de perdonare. Dar alas a nuestro sufrimiento es la única manera de no hacer de nuestro cuerpo la tumba de nuestra alma.
Porque detrás de nuestro enfado y nuestro enfado ante ese abandono sin escrúpulos se esconde una gran tristeza, una infinita humillación y la más dolorosa de las decepciones. Para ello, liberarnos de esos sentimientos nos permitirá empezar a dejar de andar por la cuerda floja.
Pase lo que pase, lo que nunca debemos olvidar es que toda experiencia dolorosa contiene en sí misma una pequeña semilla de crecimiento y liberación.