Última actualización: 05 de febrero de 2015
En todas las familias pasa. Los seres humanos somos frágiles, y cuando menos lo esperamos, un familiar cercano nuestro puede sufrir un accidente o ser golpeado por una enfermedad que lo incapacita, temporal o permanentemente, y puede depender de nosotros cuidarlo. Incluso los miembros mayores de nuestra familia pueden necesitar nuestro cuidado y asistencia en cualquier momento.
La mejor opción siempre es que un enfermo sea atendido por alguien cercano, y es maravilloso que sea posible. Sin embargo, también se debe reconocer que esto puede ser un gran desafío para quienes asumen esta responsabilidad. Puede cambiar nuestra rutina y sacarnos de nuestra zona de confort de forma abrupta.
Uno de los retos de la cuidar de los demás es precisamente la de no olvidar nuestras necesidades físicas y emocionales.
Ser o no ser
Victor Frankl, un psiquiatra que logró sobrevivir al horrendo holocausto nazi, dijo que lo que ni las experiencias más terribles de la vida nos pueden quitar es “la posibilidad de elegir cómo vivir y cómo afrontar lo que nos sucede”. Esto quiere decir que, aunque no siempre lo entendamos, en realidad tenemos la libertad de elegir lo que queremos hacer con lo que la vida nos pone por delante.
Al principio, una situación inesperada y dolorosa puede golpearnos y causar confusión y conmoción., es normal porque hay muchas cosas nuevas que tenemos que aprender a gestionar: la rutina diaria, los límites y la vorágine emocional que vivimos cuando vemos a un ser querido en determinadas condiciones, así como la conciencia de lo que ha pasado en nuestra vida
Sin embargoUna vez que logramos superar esta fase de shock y establecer una nueva rutina, es hora de definir nuestra actitud existencial. ¿Cuáles son nuestras opciones?
- No aceptar la situación genera sentimientos de ira, frustración, tristeza e impotencia.. Si bien es humano sentirse angustiado y tener un sentimiento de rechazo ante algo negativo, si esta actitud se mantiene en el tiempo, el resultado será un estado de estrés crónico y consumo emocional, que afectará tanto a nuestra salud como a nuestro capacidad de cuidar al otro.
- Aceptar la situación como una obligación moral sería en realidad una aceptación superficial, a medias, ya que estaríamos divididos entre el querer y el deber: esto implica asumir la responsabilidad sin entusiasmo ni corazón, por lo que no estaríamos haciéndonos un favor ni a nosotros mismos ni a la persona que tenemos que cuidar.
- Aceptar la situación como una oportunidad para crecer y salir fortalecidos es la actitud más sabia, que nos ayudará a aliviar el peso que llevamos y a mantener nuestro estado de ánimo más aliviado. Si conseguimos, a pesar de que la situación nos exige mucho, mantener una armonía interior, seremos capaces de irradiar esta actitud positiva también a nuestro ser querido y ambos se beneficiarán de ello.
¿Cómo cuidarnos?
No es raro que aquellos que cuidan a otra persona estén tan inmersos en su papel como cuidadores de un ser querido que comienzan olvidarse de sí mismo, y llegas a un nivel peligroso de agotamiento físico y/o emocional. Existen algunos secretos para evitar que el agotamiento nos impida seguir realizando nuestra tarea de la mejor manera:
- Reconocer nuestras limitaciones: entender que no podemos hacer todo y que somos humanos.
- Pedir ayuda material y emocional cuando la necesitemos, a familiares o amigos. Podemos pedir que nos sustituyan en el cuidado de los enfermos o que nos ayuden en algunas tareas, por ejemplo yendo de compras o llevándonos algo que necesitemos. Desde un punto de vista emocional, muchas veces necesitamos desahogarnos con alguien que nos escuche y nos entienda, o simplemente que nos pueda hacer reír y distraernos.
- Rodearnos de un equipo de profesionales competentes, como médicos, enfermeras o terapeutas dignos de nuestra confianza, que sean buenas personas y que nos hagan sentir seguros y seguros de que nuestro ser querido está en buenas manos.
- También buscar ayuda psicologica es una buena opcion, ya que nos permite tener un espacio garantizado en el que hacer circular nuestras emociones y reflexionar sobre el sentido de lo que nos está pasando.
- Redescubrir la espiritualidad: cualquiera que sea nuestro credo, puede ser fuente de inspiración y trascendencia, ayudándonos a superar los momentos difíciles, a dar sentido a la situación ya renovarnos constantemente.
Nada sucede sin una razón: tenemos que aprender una lección de cada situación que estamos llamados a enfrentar, y… ¿Quién sabe? Quizás al final descubramos que la vida nos ha dado una gran lección cuando nos encomendó la tarea de cuidar a un ser querido. No solo nos enseñó a cuidar a los demás, sino también a hacerlo con nosotros mismos.
Imagen cortesía de Rosie O'Beirne