Última actualización: 27 de enero de 2015
Cuando las relaciones terminan, no somos capaces de admitir que han terminado, tal vez porque nos sentimos heridos y tristes, especialmente cuando se ha destruido repentinamente una relación que parecía prometernos la felicidad eterna. Podríamos decir que no aceptamos el pasado porque guardamos rencor o porque somos demasiado orgullosos para perdonar. Muy a menudo no somos sinceros, porque no queremos olvidar a quien hemos amado. De hecho, nunca dejamos de amar totalmente a quien alguna vez amamos apasionadamente.
Y a veces hemos tenido que trabajar duro para renunciar a una cosa u otra, pero lo cierto es que a veces, por mucho que lo deseemos, hay relaciones que no tienen futuro, aunque haya amor. A mí me pasó, y me parece volver a verme cuando continuamente trataba de olvidar a alguien que siempre parecía estar ahí, que reaparecía en mis días de nostalgia, de ilusión, porque cuando estoy triste quisiera volver a esos días en los que fui particularmente feliz. Y cuando me sienta feliz quisiera recuperar aquellos días en los que podía sonreír con ese alguien a mi lado que ya no está.
Me siento parte de otras mil historias que conozco mientras vivo; el amor ha entristecido a otras personas, dejando solo recuerdos que a veces, siendo humanos, nos gustaría dejar atrás. ¿Cuál es el punto de recordar? Quizás sea inútil, sin embargo... Recordar es volver a vivir, así me lo dijo alguien hace unos días. Y seguro, ¿te ves recordando algo? Comprometiéndote a recordar un momento en particular, esa sonrisa o ese recuerdo feliz o tal vez infeliz...
La vida con su acelerada rutina nos aleja continuamente de estas reflexiones, pero no tengas miedo de decir que no olvidas o no has olvidado. Piensa, pues, sin pensar en a quién has amado. Porque reflexionando, a veces pienso que me comprometo, que nos comprometemos con esto, porque en secreto anhelamos esos días felices con alguien que, aunque sea después de un tiempo, es muy importante. La vida nos ha quitado el placer de sentirnos enamorados, pero retomemos nuestra vida y sigamos recordando. Porque una cosa es cierta: nada queda tan vivo en nuestro corazón como un amor que no pudimos contener.
