Ruptura de pareja y cerebro: la ciencia de los corazones rotos

Ruptura de pareja y cerebro: la ciencia de los corazones rotos

Ruptura de pareja y cerebro: la ciencia de los corazones rotos

Escrito y verificado por el psicólogo. ObtenerCrecimientoPersonal.

Última actualización: 15 2021 noviembre

Durante una ruptura, el cerebro experimenta una angustia profunda. No solo eso, la ciencia ha demostrado que no es el corazón el que más sufre, sino las estructuras cerebrales. El cerebro no sabe cómo procesar la decepción o el abandono, lo que provoca dolor físico, fatiga y falta de energía.



Pocos hechos han inspirado tanto al hombre como un corazón roto. Hay una infinidad de canciones, poemas, libros. Los autores transmitieron todas las piezas de su corazón. El leitmotiv de todas estas producciones artísticas en las que buscamos un bálsamo calmante para nuestro estado de ánimo tras una ruptura de pareja es precisamente el “dolor”.

“Cómo me gustaría, cómo me gustaría que estuvieras aquí. Somos solo dos almas perdidas nadando en una pecera, año tras año, corremos por el mismo suelo de siempre".

-Pink Floyd-

El fin de un amor, las traiciones y el abandono generan un gran dolor. Todos lo sabemos, pero hay un dato curioso. No es necesario recibir un golpe, un rasguño o una quemadura para sufrir el dolor físico. Una ruptura afectiva también genera este síntoma. Es la huella del sufrimiento. Impregna cada una de nuestras fibras, nuestros tendones y nuestras articulaciones. Todo duele, todo está cansado. El mundo se oscurece y quedamos atrapados por el torbellino emocional que se desarrolla lejos de nuestro corazón, que, sin embargo, consideramos culpable.

El sufrimiento genuino es generado por el cerebro. Veamos cómo reacciona el cerebro ante una ruptura.

Lo que dice la ciencia sobre los efectos cognitivos de una ruptura de pareja

Para hablar de lo que sucede en el cerebro durante una ruptura, tenemos que dejar de lado las canciones, la poesía y la literatura. Más bien, debemos dirigirnos al mundo de la neurociencia. Sabemos que para muchos el amor no se puede analizar en un laboratorio. Sin embargo, por estéril y frío que parezca, es la ciencia la que da las respuestas más reveladoras.



En 2011, Edward Smith, un neurocientífico cognitivo de la Universidad de Columbia, realizó una serie de estudios y pruebas verdaderamente sorprendentes. Gracias a los avances en las técnicas de diagnóstico y neuroimagen, ha sido posible observar cambios en el cerebro de una persona que vive el final de una relación.

Las estructuras cerebrales que tienen una mayor actividad sináptica son las mismas que se activan cuando nos quemamos. El dolor, por así decirlo, es real para el cerebro.

Profundicemos más con algunos datos adicionales.

Los culpables: nuestros neurotransmisores

¿Por qué nuestro sufrimiento parece no tener fin en ciertos momentos? ¿Por qué duele tanto recordar? ¿Por qué nuestra mente vuelve tan a menudo a ese nombre ya esa historia pasada? La respuesta está en nuestros neurotransmisores.

  • Cuando terminamos una relación, la corteza prefrontal "se apaga". Nuestra capacidad de procesar la información de manera objetiva pierde funcionalidad.
  • A su vez, se activan diversas estructuras relacionadas con el apego y los vínculos. Hormonas como la oxitocina y la dopamina, reguladas por el sistema límbico, siguen modulando esta necesidad de estar cerca de la otra persona. Esta hiperactividad nos lleva a querer reconectarnos, a desear una nueva oportunidad. A menudo nos oscurece y no nos permite ver lo que está sucediendo objetivamente.

Un cerebro en estado de abstinencia

Para Helen Fisher, famosa antropóloga experta en relaciones afectivas, el amor es un sistema de motivación. Sería un impulso que intenta ofrecer una serie de recompensas al cerebro. Estos esfuerzos incluyen el apego, la intimidad, el compromiso, el sexo, el alivio de la soledad, etc.


Durante un descanso, el cerebro primero experimenta la pérdida de este tamaño y entra en pánico. El sistema de recompensas, nutrientes y seguridad falla. El cerebro entra en un estado de abstinencia, el mismo que sufre un adicto cuando se le retira cierta cura o determinada sustancia.



El dolor físico es real en una ruptura

Lo hablábamos al principio, el impacto de un abandono o una ruptura se vive en el cerebro de la misma forma que el dolor físico. Cuando alguien a quien amamos nos deja, no pasa mucho tiempo antes de que se secrete un torrente de hormonas del estrés como el cortisol y la adrenalina. ¿Qué significa esto? Que el malestar emocional se vuelva físico y que estos químicos alteren muchas de nuestras funciones.

  • Cuando hay un exceso de cortisol en el cerebro, este envía señales para llevar más sangre a los músculos. Aparecen contracturas, tensiones, cefaleas, dolores torácicos, náuseas, cansancio físico, etc.

Durante una ruptura, el cerebro es como un órgano asustado. De alguna manera este concepto nos obliga a abandonar la idea de que actúa como una computadora. Nada está sujeto y orquestado por emociones como el cerebro. Cada conexión, cada circunvolución y región profunda de sus fascinantes estructuras está llena de sentimientos. Esas pulsiones que, al final, nos hacen humanos.


El cerebro humano ama el amor, la pérdida de esta dimensión lo aterroriza y por ello tiene reacciones intensas. No obstante, también es hábil para encontrar su equilibrio. Necesita tiempo, calma y nueva dirección, pero se adapta. Tenemos las habilidades suficientes para recuperarnos de cualquier evento adverso que pueda ocurrir en nuestra vida. Cuando esto sucede, salimos fortalecidos.

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