El concepto de inteligencia emocional fue propuesto en la década de 90 por los psicólogos Peter Salovey y John D. Mayer
Última actualización: 18 de marzo de 2020
En los últimos años, el tema de la inteligencia emocional ha captado la atención de un público cada vez más amplio, especialmente interesado en gestionar mejor sus emociones. Sin embargo, pocos conocen realmente su origen. El término aparece por primera vez en 1990 en un libro de Salovey y Mayer, que ilustran la estructura de la inteligencia emocional y su acción sobre el comportamiento y la mente.
Salovey es profesor en la Universidad de Yale, mientras que Mayer era investigadora postdoctoral en ese momento. Juntos han estudiado y publicado numerosos artículos sobre el tema. A pesar de ello, la mayoría atribuye el término a su máximo divulgador Daniel Goleman, quien popularizó el concepto de inteligencia emocional en 1994, tras la publicación del libro titulado Inteligencia emocional, qué es y por qué puede hacernos felices.
El concepto de inteligencia emocional de Salovey y Mayer es levemente diferente a la de Goleman. Por esta razón, ha surgido cierta confusión sobre la atribución de la teoría original. En este artículo nos centraremos únicamente en los dos autores que le dieron luz.
¿Qué es la inteligencia emocional para Salovey y Mayer?
Según la definición contenida en su primer libro, La inteligencia emocional es la capacidad de procesar información a partir de las propias emociones y las de los demás.. Además, también incluye la posibilidad de utilizar esta información como guía para el pensamiento y la conducta.
Las personas con alta inteligencia emocional escuchan, utilizan, comprenden y gestionan las emociones. Por otro lado, estas habilidades promueven funciones adaptativas que los benefician tanto a ellos como a los demás. Para establecer si una persona posee una inteligencia emocional alta, los dos autores se refieren a cuatro habilidades básicas:
- Percibir, evaluar y expresar correctamente las emociones propias y ajenas.
- Recurrir a las emociones que favorecen los procesos de pensamiento.
- Comprender las emociones, el lenguaje emocional y las señales emocionales.
- Manejo de las emociones para la consecución de objetivos.
En este modelo de inteligencia emocional, cada habilidad se desarrolla en cuatro fases diferentes. Este proceso, sin embargo, no tiene que suceder espontáneamente. Por el contrario, suele requerir un esfuerzo consciente por parte del sujeto. Pronto veremos las cuatro fases en detalle.
1- Percepción, evaluación y expresión de emociones
La primera habilidad de la inteligencia emocional según Salovey y Mayer es laidentificación de las propias emociones y las de los demás. Primero, la persona debe ser capaz de entender lo que está sintiendo. Esto incluye emociones, pero también pensamientos, tanto derivados como generados. Posteriormente, en la segunda etapa, se adquiere la capacidad de hacer lo mismo con los estados externos. Por ejemplo, los sentimientos de otras personas o los expresados a través del arte.
En la tercera etapa, la persona adquiere la capacidad de expresar correctamente sus emociones. Así que también aprende un expresar sus necesidades relacionadas. Finalmente, en la cuarta fase se obtiene la capacidad de distinguir entre expresiones apropiadas e inapropiadas de las emociones de los demás.
2- Facilitación emocional del pensamiento
En la primera fase, la persona dirige sus pensamientos a la información más importante. Aquí, los sentimientos de uno todavía no se tienen en cuenta. En la segunda fase, por el contrario, las emociones comienzan a percibirse con la intensidad suficiente para ser identificables. Por lo tanto, el sujeto es capaz de usar las emociones para ayudar a tomar una decisión.
Según Salovey y Meyer, en la tercera etapa las emociones pueden hacer que la persona fluctúe de un estado emocional a otro, con la posibilidad de considerar diferentes puntos de vista sobre un tema. Finalmente, en la cuarta etapa, los sentimientos de la persona los llevarían a tomar mejores decisiones y a pensar de manera más creativa.
3- Comprensión y análisis de las emociones
Primero, uno adquiere la habilidad de distinguir una emoción de otra y usar las palabras adecuadas para describirlas. Entonces esta habilidad lo lleva un paso más allá, permitiendo a la persona reconocer la relación entre las palabras y las emociones.
En la tercera etapa, la persona es capaz de interpretar emociones complejas. Por ejemplo, una reacción que mezcla asco y fascinación o miedo y sorpresa. Finalmente, la habilidad de detectar la transición entre dos emociones como de la ira a la vergüenza o de la sorpresa a la alegría.
4- Habilidad de manejar las emociones para alcanzar metas
Esta habilidad requiere la voluntad de no limitar el papel que juegan las emociones. Realmente. Esto es más fácil de lograr con las emociones positivas, mientras que es más difícil con las negativas. En esta fase iremos más allá, permitiéndonos elegir con qué emociones identificarnos en función de cuánto nos sean más o menos útiles.
En el paso anterior, la persona ha adquirido la capacidad de estudiar las emociones en relación consigo mismo y con los demás según lo influyentes, razonables o claras que sean. Al final, el sujeto es capaz de gestionar sus propias emociones y las de los demás moderando las negativas y manteniendo las positivas.
La inteligencia emocional es una habilidad práctica.
El modelo de inteligencia emocional de Salovey y Mayer pierde, incluso remotamente, lo que sabemos hoy sobre la inteligencia emocional. Sin embargo, nos retrotrae al origen del concepto, a lo básico, y a lo que fue una auténtica revolución en su día.
Quizás la fuerza de este modelo es su sencillez y la gradualidad que facilita su comprensión. Un magnífico punto de partida para sumergirnos en el maravilloso mundo de las emociones. Que, nos guste o no, es la nuestra.