Última actualización: 08 octubre, 2017
Siempre estamos esperando algo. Creemos que cuando tengamos un mejor trabajo, cuando nos mudemos a un nuevo hogar, cuando viajemos con más frecuencia o cuando hayamos ganado más a fin de mes, entonces sabremos lo que significa ser feliz. Pero no.
Si no lo somos ya, probablemente no lo seremos cuando todas estas cosas se hagan realidad (si alguna vez suceden), porque quien no sabe apreciar lo que ya tiene está condenado a ser esclavo de su propia ambición.
Esta reflexión pone de relieve un problema muy frecuente, tanto en las personas como en las situaciones. Hemos aprendido a ser ambiciosos, a querer más, a no conformarnos con lo que nos dan y siempre persiguiendo algo más. Pero se nos escapa que la meta no es la cima, que drogarse no sirve de nada si no hemos disfrutado de la vista mientras subíamos, que ser feliz es vivir el momento. Porque en la cima, sea lo que sea, te quedas ahí por muy poco...
“Si no eres feliz con lo que tienes, tampoco serás feliz con lo que te falta”
-Erich Fromm-
Cuando somos capaces de visualizar lo que nos falta desde el punto de vista en el que nos encontramos, con energía durante todo el camino y conscientes de lo que hemos conseguido, para vemos lo que estamos por realizar con entusiasmo y voluntad, entonces nos acercamos a la felicidad. Y no es ni arriba ni abajo: está en nosotros.
No estamos hablando de conformismo o de limitarte a tu zona de confort, necesitas querer más y saber que puedes conseguirlo, sino afrontar el reto con una amplia sonrisa inspiradora, para dar más valor a todo lo que ya tienes. Si podemos sentirnos satisfechos con todo lo que ya es nuestro, y aun así queremos tener más, habremos descubierto la clave del éxito, de nuestro éxito.
"El placer no está en el cuando, sino en el mientras"
-Carlos Andreu-
Sé feliz y entrena la visualización positiva
En 1967 el psicólogo australiano Alan Richardson realizó un interesante experimento con el que destacó el poder de la visualización. En la primera fase de la investigación propuso a las personas a las que había implicado que hicieran tiros libres a canasta mientras él tomaba nota. Posteriormente, dividió este grupo de personas en tres subgrupos. La idea era ver cómo cambiaría su técnica de tiro en los próximos veinte días.
El primer grupo dedicaba veinte minutos diarios a entrenar en tiros libres, el segundo grupo nunca entrenaba y el tercero tampoco, pero los integrantes de este último dedicaban veinte minutos diarios a visualizarse golpeando la canasta.
Después de veinte días, Richardson revisó nuevamente la habilidad de los jugadores y encontró que el primer grupo había mejorado su rendimiento en un 24 %, el segundo no había mejorado en lo más mínimo, mientras que el tercer grupo, el que practicaba la visualización, había mejorado un 23 %. .
Otro experimento realizado por Daniel Gilbert, profesor de la Universidad de Harvard, permitió establecer que podemos obtener el doble de las situaciones que quienes nos hacen felices.. En su experimento, se invitó a un grupo de personas a cenar gratis en un buen restaurante. Todo el mundo podía elegir en qué día cenar. Las personas que retrasaron la cena quedaron más satisfechas: no solo disfrutaron de la velada, sino también de la idea de cuánto les gustaría cenar.
¿Qué conclusiones podemos sacar de estos experimentos? La importancia de una imagen positiva de nosotros mismos o de nuestras experiencias de futuro, alcanzar metas, divertirnos, alcanzar metas y superar desafíos, entrena nuestro cerebro para que sea más fácil superar estos desafíos.
Como sostienen diversas teorías, pensar en algo con mayor intensidad no permite acercarnos a ello. Sin embargo, entrenar la mente nos acerca a la meta. Los atletas que compiten en carreras de velocidad lo saben muy bien: durante el calentamiento ensayan mentalmente la salida, repetidamente, la visualizan.
Que el entrenamiento mental pueda tener un efecto similar al entrenamiento real se debe a unas neuronas muy especiales: las neuronas espejo.
¿Lo que ya tienes te hace feliz?
Podemos pasarnos la vida buscando la felicidad, como hacen aquellos que buscan metales preciosos escondidos en la arena de la playa o que sondean la tierra en busca de pepitas de oro. Podemos hacer esto o intentar encontrar un equilibrio, en el que ciertamente cuenten nuestros sueños, pero también las emociones positivas. Esas que desprenden positividad cuando nos detenemos a observar lo que hemos conseguido.
Este equilibrio nos hará vivir el presente al máximo y nos ayudará a afrontar nuestras aspiraciones de otra manera. Nos permitirá verlos como destinos deseables y accesibles, pero no indispensables.. No dejará de motivarnos en nuestro progreso, pero al mismo tiempo mitigará el impacto que pueda tener el retroceso. ¿Se te ocurre algo más precioso para ser feliz?
“La felicidad es como un truco que estás buscando y que no te das cuenta cuando lo tienes. Es retroactivo, lo sabes después. Puedes encontrar la felicidad en cualquier parte, pero hay que saber capturarla, saber que la tienes.
-Stephane Brosse-