Ser madre no es fácil: hay muchos retos que afrontar. Por otro lado, este papel es aún más complicado cuando la persona que lo asume lleva consigo profundas heridas que no ha podido curar.
Última actualización: 25 septiembre, 2022
El concepto de sensibilidad materna fue introducido y desarrollado por Mary Ainsworth. Según la psicóloga canadiense, las madres responden de manera diferente a sus bebés según el grado de sensibilidad que tengan hacia sus necesidades.
Desde este punto de vista, podemos distinguir cuatro tipos o estilos de sensibilidad materna: sensible, indisponible, hipervigilante y ambigua. Cada una de estas respuestas y formas de relacionarse genera a su vez un estilo diferente de apego del niño hacia la madre.
Aunque se suele decir que existe un prototipo universal de figura materna, no todas las mujeres son capaces de adaptarse a él. En muchos casos, las circunstancias y experiencias individuales limitan o impiden lo que debería suceder naturalmente. Descubrimos en los siguientes párrafos los cuatro estilos de sensibilidad materna.
“Madre es aquella que puede tomar el lugar de todos los demás, pero cuyo lugar nadie más puede tomar”.
-Gaspard Mermillod-
Estilos de sensibilidad materna
1. Madre sensible, principal forma de sensibilidad materna
Ainsworth define la sensibilidad materna como la capacidad de la madre para interpretar y comprender tres aspectos de la vida del niño.
El primero es la comunicación no verbal, un canal que es muy importante durante los primeros años. El segundo incluye los estados emocionales del niño. Y la tercera está formada por el respeto a los tiempos de diálogo y al silencio que exige el niño.
Cuando la sensibilidad materna opera de la forma más adecuada, la madre es sensible. En este caso la mujer es capaz de capturar la mayoría de las emociones de su hijo y los interpreta adecuadamente. Asimismo, es capaz de regular el flujo de las interacciones, es decir, la alternancia entre el diálogo y el silencio.
2. Madre no disponible
Otro estilo de sensibilidad materna es la "madre indisponible". La madre en este caso es más reticente a satisfacer las necesidades del niño. Suele manifestarse como una minimización de los afectos negativos del niño.
Ella es el tipo de madre que dice que su hijo llora solo por capricho, siente rencor y resentimiento y se pone nervioso fácilmente. Muy a menudo regaña al niño y amenaza con usar la fuerza física para lograr la obediencia.
Ella se esfuerza por mantener el control y cree que el bebé debe adaptarse a ella, a pesar de que ella es la recién llegada. Generalmente, es inflexible y utiliza la humillación para hacerse escuchar y obedecer.
A pesar de ello, hace todo lo posible por transmitir a los demás una imagen de madre modelo. Una vez adultos, los niños exhibirán rasgos antisociales, serán propensos al narcisismo y las adicciones.
3. Madre ipervigilante
Las madres hipervigilantes responden inadecuadamente a las emociones negativas del bebé. Se ven abrumados fácilmente por la angustia o la ansiedad del niño, volviéndose irritados y nerviosos.
La mujer reacciona según su estado de ánimo. Si está de mal humor, critica al bebé por llorar o enfadarse. El diálogo que establece con su hijo es mínimo, al igual que el contacto físico.
Este tipo de sensibilidad materna provoca rigidez y manía de control.. La maternidad es angustiosa para la mujer que compensa el malestar sentido con una excesiva preocupación por el hijo, ejerciendo así una sobreprotección asfixiante.
Tal vínculo genera niños ansiosos, que estarán de mal humor sin motivo aparente, se sentirán inferiores y serán muy sensibles a las críticas de los demás.
4. Sensibilidad materna: madre ambigua
Entre los estilos de sensibilidad materna, la madre ambigua aparece como una figura amenazadora y protectora al mismo tiempo. Esta es una mujer que ha sentido y siente mucho dolor.
Su ambigüedad hacia el niño no es moderada, sino extrema y va desde las caricias hasta el comportamiento violento. Esta madre ama y abusa al mismo tiempo.
No muestra una conducta consistente, ya que los gestos de cariño y amenaza ocurren aleatoriamente. Puede proteger durante largos períodos, solo para volverse inestable y amenazante.
Típicamente, es una persona que no ha sanado sus heridas de la infancia y por ello establece un vínculo de dependencia tóxica con sus hijos. Genera confusión e inestabilidad muchas veces al impartir una educación que favorece conductas de riesgo.
Conclusiones
La mayoría de las madres dicen que quieren ver felices a sus hijos. Sin embargo, no todos tienen un concepto saludable de la felicidad y algunos no se dan cuenta de que están teniendo un comportamiento poco saludable.