Última actualización: 03 marzo, 2017
En tiempos oscuros siempre hay personas que nos "iluminan", que nos guían. Son como la luz del sol atravesando un cristal para inspirarnos, para darnos esperanza en los momentos en que perdemos el ritmo, el coraje y la dirección de nuestra brújula vital. Son una medicina para el corazón en momentos de dificultad.
Es cierto que todos necesitamos a alguien que se preocupe por nosotros. Podemos amar nuestra independencia, nuestra orgullosa autosuficiencia e incluso pensar que tenemos el sol dentro de nosotros. Sin embargo, cuando la tormenta llega afuera, tarde o temprano sentimos la tristeza, el miedo, el insomnio y la desesperación que solo el apoyo emocional, la empatía y el cariño pueden aliviar.
En este punto surge un dato curioso: la psicología social revela que dar apoyo emocional es un arte que no todos saben ofrecer de la manera adecuada. Por extraño que parezca, quienes más nos quieren pueden ofrecernos una atención exagerada que genera en nosotros un sentimiento de dependencia, ineficacia o debilidad.
El tipo de apoyo más eficaz es el de alguien que está siempre presente, pero de forma imperceptible, sincera y auténtica. Hablamos de esa clase de ayuda de la que nadie se siente endeudado, porque no hay “dadores” ni “receptores” de cariño, hay un vínculo maravilloso basado en la verdadera reciprocidad.
Los invitamos a reflexionar sobre este interesantísimo tema, caracterizado por diferentes matices.
Gente que erosiona y gente que ilumina
Todos sabemos qué es la empatía y cuál es su impacto en las relaciones cotidianas. Seguro que más de una vez habrás tenido que lidiar con alguien incapaz de conectar con los demás, alguien con rasgos agresivos, hostiles e incluso destructivos y pensar que esa persona no era empática.
Simon Baron-Cohen, profesor de la Universidad de Cambridge y experto en el desarrollo de la psicopatología, define estas características psicológicas con una expresión que vale la pena recordar, a saber, "empatía erosiva". Según el profesor, este comportamiento surge cuando alguien no solo deja de conectarse con los demás, sino que erosiona, compromete y quiebra a los más cercanos con persistente lentitud. Se trata de personas que sin duda se caracterizan por cierta oscuridad.
En el polo opuesto, están las personas "ilustradas". Más que gente de gran nobleza de alma y bondad, podríamos definirlos como individuos que “saben vivir y que dejan vivir“, que promueven la armonía interior, que restablecen el equilibrio emocional uniendo nuestras piezas y recordándonos lo importantes que podemos ser.
Características psicológicas de las personas que son una luz en la oscuridad
Hemos adelantado que dar el apoyo adecuado es un arte que no todo el mundo sabe poner en práctica. Por ejemplo, vale la pena recordar que cuando se distinguen claramente el donante y el receptor, pueden surgir algunos malentendidos. El receptor puede sentirse "endeudado" o volverse dependiente de un donante que explota su papel de "sanador"..
- Los ilustrados, en cambio, nunca asumen el papel de "curanderos", son "facilitadores".
- Saben estar presentes sin controlar, juzgar o ejercer una atención constante sobre el otro que puede generar una especie de adicción. Son expertos en fomentar un proceso de auténtico crecimiento personal.
- Respetan los espacios, saben quedarse cuando se les necesita y protegen la intimidad del otro cuando lo necesitan.
- Son presencias constantes pero no intrusivas, con la excepcional capacidad de recordarnos quiénes somos. Nos cuidan, nos dan positividad, coraje, esperanza para ayudarnos a volver a sintonizar con el ritmo de la vida, del optimismo.
- Hay que evitar aumentar la ansiedad de los que tenemos delante con las clásicas expresiones "¡No es nada!" o "Podría ser peor".
- Finalmente, debemos entender que aquellos que están realmente enfermos ni siquiera necesitan frases benéficas como "Estoy aquí si los necesitas" o "Puedes contar conmigo". Esta persona no necesita palabras, sino hechos reales, tangibles y visibles.
Las personas "iluminadas" son de pocas palabras, pero de grandes hechos. Siempre están a nuestro lado si se lo pedimos y sabrán leer en nuestra mirada la tristeza y la preocupación.
En conclusión, lo que a veces ofrecemos como soporte en realidad no es. Un buen apoyo no se basa solo en las palabras correctas, sino también en hechos, pequeños actos de bondad y demostraciones de interés genuino.