Última actualización: 22 de junio de 2018
Es un error pensar que las situaciones difíciles o que nos generan un gran sufrimiento se resuelven con el simple paso del tiempo. No actuar por impulso o distraer la mente, en muchos casos, no es suficiente. Si el problema o trauma no se elabora o aborda, es poco probable que el sufrimiento cese por completo, aunque el desplazamiento de las páginas del calendario puede mitigarlo. Hablamos, pues, de sufrimientos no resueltos.
Por regla general, ni centrarse únicamente en el dolor ni evitarlo por completo son soluciones eficaces. Estas experiencias dolorosas requieren una digestión activa. Esto significa comprenderlos a fondo y actuar sobre la huella que dejarán en nuestra vida.
En caso de sufrimiento no resuelto, la vida empieza a complicarse. El estado de ánimo se vuelve crónico, el sistema inmunológico se debilita y mantener la concentración requiere un gran sacrificio. Además, te sientes enfermo, pero no puedes encontrar la fuente de este malestar. Todos estos signos indican que no has superado un evento de tu pasado.
Este es uno de los principales síntomas del sufrimiento no resuelto, que se filtra en tu vida en forma de irritación constante. Nos enfadamos por cualquier cosa y discusiones oi conflitti con otros se vuelven frecuentes. Estamos de mal humor en cualquier momento y no hay ningún gesto o evento afortunado que mejore nuestro estado de ánimo.