Última actualización: 16 de febrero de 2017
La frustración es una emoción universal. que todos vivimos. Al igual que otras emociones negativas, como el miedo o la tristeza, es necesario, ya que indica que algo anda mal y que hay que cambiarlo. Como el resto de emociones, también puede llevarnos a comportarnos de forma agresiva.
Sin embargo, dentro del estado emocional de frustración, es necesario identificar el grado de intensidad con el que se manifiesta y la forma en que se regula. Algunas personas sienten una frustración desproporcionada en comparación con lo que la desencadena, también responden de forma exagerada, con arrebatos de ira y agresión: padecen el llamado trastorno explosivo intermitente.
¿Qué es el Trastorno Explosivo Intermitente?
Es un trastorno en el que se ven comprometidos el control de los impulsos y la regulación emocional. También podemos decir que se caracteriza por dos factores fundamentales:
- La persona afectada por este trastorno experimenta episodios recurrentes en los que presenta arrebatos de ira. Estados en los que muestra descontrol y agresividad, con actitud amenazante que se manifiesta a través de gritos y, muchas veces, daño físico a objetos de alrededor e incluso a animales o personas. No se trata de episodios aislados, sino de un estado emocional descontrolado que se repite en el tiempo.
- Estos episodios de ira no son proporcionales a la causa que los desencadena. Suelen estar provocados por una situación que el sujeto interpreta como negativa, pero que otras personas manejarían fácilmente, con un poco de discusión: un trabajo mal hecho, una crítica de un compañero de trabajo... En algunos casos la causa puede incluso ser imaginarios, como, por ejemplo, sentirse atacado en una discusión cuando en realidad no se produce ningún ataque, o depender de celos inmotivados. Todas estas son "razones" que desencadenan una fuerte agresión.
El trastorno explosivo intermitente es un obstáculo
No manejar la ira tiene consecuencias devastadoras en la vida de las personas con este trastorno y de quienes les rodean. controlar los impulsos agresivos es fundamental para vivir en sociedad.
La mayoría de las personas con esta condición tienen problemas para tener relaciones interpersonales, ya sean familiares, de pareja o de amistad. Vivir al lado de una persona con este trastorno significa estar en un estado de tensión perenne: no es posible predecir cuándo estallará, condición que lleva a las personas a alejarse por miedo a los ataques de ira y sus consecuencias.
Este trastorno también afecta a la vida laboral de los afectados. Dado que la persona no sabe controlar o prevenir los arranques de ira, ciertas situaciones frustrantes que todo el mundo vive en el ámbito laboral, como las discusiones con los compañeros o las críticas de los superiores, tarde o temprano acaban desencadenando una crisis. Esta situación crea un ambiente tenso y posible despido si es frecuente.
¿Por qué algunas personas tienen arrebatos de agresión?
Algunos estudios indican que los estallidos de agresión son el resultado de una deficiencia de serotonina en el cerebro, así como lesiones en la corteza prefrontal. La corteza prefrontal es exactamente la parte del cerebro relacionada con el control de los impulsos y la que está a cargo del pensamiento superior.
Aunque esto sugiere causas biológicas, otro aspecto a señalar es que la mayoría de las personas con este síndrome han vivido en entornos en los que una o más personas presentaban arrebatos de ira. Esto nos lleva a pensar que, además de una predisposición biológica, también juega un papel muy importante haber aprendido a gestionar las emociones desde niño.
Si un niño crece percibiendo la ira y la violencia sin límites como herramientas válidas para conseguir objetivos, es de esperar que estas conductas se mantengan en el tiempo. y apoyado por el pasado. Los niños necesitan estar presentes con ejemplos saludables de resolución de conflictos y manejo de la frustración en los que se destaque la paciencia y el diálogo.
Es igualmente importante ayudar a los niños a comprender su frustración y cómo gestionarla, especialmente si tienen tendencia a quejarse por tener rabietas, incluso con ayuda profesional si es necesario. Así salvaremos a estos pequeños de muchos problemas futuros.
El trastorno explosivo intermitente se puede tratar
Nunca es demasiado tarde para aprender más sobre nuestras emociones y cómo manejarlas. A través de la terapia cognitivo-conductual, es posible llevar a estas personas a identificar los primeros signos de una rabieta y, así, detenerlo antes de que crezca y cause daños graves. Para frenarlos, se les dan varias alternativas, como salir de la situación que les está provocando la sensación de frustración. Esta salida puede ser mental (desviar la atención) o física.
Las técnicas de relajación también son útiles, que reducen el estado general de ansiedad y tratan de disminuir el tono de activación general canalizando la energía a través de la práctica de algún deporte, por ejemplo. En algunos casos, ciertos medicamentos que regulan la producción de serotonina también pueden ser útiles.
Lo importante es que, tomando conciencia del problema y buscando ayuda, podamos aprender a gestionar la ira y mejorar nuestra vida y la de los que nos rodean. Esto se aplica a las personas con una enfermedad, pero también a todos nosotros en situaciones extraordinarias.
"Cuando atravesé la puerta caminando hacia la puerta que me llevaría a la libertad, supe que si no dejaba atrás la amargura y el odio, todavía estaría en prisión"
¿Conoces a alguien que sufra este trastorno o que creas que pueda estar padeciendolo? ¿Cómo afecta esto a su vida diaria?