Última actualización: 16 de diciembre de 2015
Un abrazo sincero calienta el alma, nutre profundamente nuestro corazón, lo aprieta, nos estremece, sensibiliza la piel, calienta la casa. El hecho es que abrazar a las personas que amamos las hace sentir especiales, únicas y afortunadas.
El calor de un abrazo construye caminos, nos obliga a tirarnos y contemplar el silencio. Gracias a estos gestos de cariño tenemos la oportunidad de recordar lo que nos reconforta, de tenerlo presente aunque no seamos conscientes de ello y de sonreír aunque no tengamos por qué.
Los abrazos son una forma de decirles a nuestros seres queridos que los amamos sin tener que decir una palabra. Poder sumergirse en el grato recuerdo de un abrazo significa liberar nuestros sentimientos y dejar que nos calienten la piel.