Última actualización: 22 septiembre, 2015
"Las grandes locuras dejan grandes recuerdos..."
, Baila Vega
Sería bueno, querido lector, que leyeras estas humildes palabras ascoltando la inconfundible voz del Maestro Vecchioni y emocionándote como lo estoy haciendo ahora, con los recuerdos, con los recuerdos que cada uno tenemos y que de vez en cuando surgen para hacernos llorar o para hacernos reír...
Esos recuerdos imborrables, maravillosos, que nada ni nadie podrá borrar; la sonrisa de nuestra madre mientras nos acunaba, nuestro primer beso, la primera carta de amor, el primer dibujo de nuestro hijo cuando corría como un loco para enseñárselo a mamá y papá…
Esos recuerdos que quedan en nuestra mente y que a veces reaparecen como el mayor de los tesoros, mientras buscábamos en un rincón, en un papel o en un cajón.
Es entonces que reaparece esa foto de cuando solo éramos niños o esa carta amarillenta del novio de entonces, de la juventud... las cartas ahora son tan viejas que las encontramos solo en nuestros recuerdos y en los museos... es tan.
esa rosa marchita entre las páginas de un libro que aún nos recuerda nuestra veintena y la inconfundible inocencia de nuestro primer amor; ese recetario de cocina que con tanto esfuerzo hizo nuestra abuela, y que todavía sabe a carne hervida y bizcocho, o ese diario del que no sabíamos y que aparece en nuestras vidas como un vórtice dispuesto a trastornarnos el corazón.
Recuerdo que hace un tiempo encontraron las primeras páginas de lo que se convertiría en un diario, el diario de mi abuelo. Lamentablemente no pudo terminar lo que había comenzado con tanto esfuerzo… la vida es así.
Nunca conocí a mi abuelo, por lo que estas palabras escritas marcaron un antes y un después...
Cuando comenzaron a leer sus escritos en voz alta, mientras me quedé silencioso y absorto como ante la mejor película, una gran emocion me invadio, y de repente me sentí como si estuviera viajando en una máquina del tiempo. Era como si de alguna manera conociera a mi abuelo, ese ya anciano, que contaba sus aventuras de joven con las mismas palabras y la misma vivacidad con que se las contaba a mi abuela, su amada vida. compañero.
En ese momento sentí que las palabras de mi abuelo adquirieron tanta fuerza que podía sentirlo un poco más cerca de mí, a pesar de nunca haberlo conocido. Sin embargo, en ese momento fue como si a través de esas palabras hubiera querido que sus nietos más pequeños supieran a ese abuelo que nunca habían podido disfrutar.
La historia era tan hermosa que perdimos la noción del tiempo. y seguimos leyendo y leyendo... sus travesuras en la escuela, sus relaciones con las personas que amaba... Hasta que en cierto momento se hizo el silencio... El abuelo sólo había llegado a escribir unas pocas páginas de lo que debió ser su diario, no le dio tiempo a continuar...
Fue entonces cuando nos dimos cuenta de que se había ido demasiado pronto, y que aunque sentados en sus piernas no habíamos podido apreciar sus historias, al menos habíamos podido revivir sus palabras aquella tarde... Esa tarde hecha de recuerdos.
(Joan Manuel Serrat)
La gente cree
quienes fueron asesinados
por el tiempo y la ausencia.
Pero su tren
les vendió el boleto
viaje ida y vuelta.
Son esas pequeñas cosas,
que nos dejo un tiempo de rosas
en una esquina
en una hoja
o en un cajón.
como un ladrón
te espían
desde detrás de la puerta.
eres completamente
a su merced
como hojas
que el viento lleva aquí y allá,
que te sonríe con tristeza
y fans si eso
lloramos cuando
nadie nos ve.
Y ahora volveré a escuchar esta maravillosa canción mientras escribo estas palabras y mientras las releo y entiendo la fuerza poderosa que tienen los recuerdos en nosotros, recuerdas eso"Echa al fuego la poesía, toda la música que es mía, guarda en ella mis cartas con flores justo anteayer…”.