Última actualización: 26 de junio de 2015
Hay tres características que definen la soledad:
- Es una experiencia subjetiva, porque puedes sentirla incluso cuando estás en un grupo;
- Es el resultado de una o más relaciones sociales insuficientes;
- Es desagradable y produce angustia o depresión.
Con raras excepciones, la soledad no es algo que desees, como lo es la tristeza. Se distingue del aislamiento social, porque la persona no quiere estar explícitamente sola: simplemente no se siente a gusto con los amigos y compañeros que tiene, porque los considera superficiales, vacíos o poco confiables. Por tanto, podemos decir que la soledad tiene que ver tanto con el ámbito social como con el emocional; según los expertos, además, esta condición también está ligada a la incapacidad de las personas para expresar sus opiniones o sus sentimientos.
Si las habilidades para relacionarse con los demás son insuficientes, hay más posibilidades de estar solo, porque las relaciones resultan desprovistas de empatía y alegría.. Los que padecen neurosis no parecen muy amables ni admirables, porque rechazan a posibles amigos de todo tipo para protegerse de un posible rechazo.
La definición más frecuente de “soledad” es “falta de compañía” y está ligada a estados de desamor, tristeza y negatividad. Sin embargo, esta definición no considera los beneficios que puede traer la soledad ocasional y deliberada. La típica frase "Necesito estar solo" es útil para pensar, para entender ciertas cosas, para descansar, para despejar la mente, etc.
La situación contraria es cuando, por ejemplo, se pierde un ser querido: una presencia desaparece de nuestra vida y deja en su lugar un gran vacío, difícil de llenar. La tristeza, la desesperación y otros sentimientos similares tardan poco en hacer sentir sus efectos: nos hacen sentir perdidos, sin puntos de referencia para seguir adelante. Es lo que se denomina “soledad no deseada”, que provoca mucho dolor y es una de las circunstancias más complicadas de afrontar.
Como somos "animales sociales", necesitamos de los demás para poder sentirnos bien. Esto no quiere decir que estemos con los demás solo para satisfacer nuestras necesidades: estar juntos también ayuda al desarrollo de la otra persona, ayuda a aumentar la autoestima, mejorar la empatía y corregir las actitudes a asumir, etc.
La pérdida de un ser querido (y la consiguiente soledad) es algo insustituible, pero no irreparable: ese hueco permanecerá así hasta que nos permitamos llenarlo. ¿Cómo? Si tenemos confianza en nosotros mismos, obtendremos la fuerza suficiente para establecer nuevas relaciones. Esto no significa que el proceso terminará de la noche a la mañana, sino que tarde o temprano sucederá. Debemos procurar que la falta del desaparecido no se convierta en un problema social o general, es decir, dirigido a todos los demás seres de esta tierra.
Sin duda es una soledad dolorosa, pero tenemos la capacidad de convertirla en algo positivo si la interpretamos o la vemos como una oportunidad para aprender a vivir diferente. Debemos interiorizar y controlar ese sentimiento tan profundo e irracional, aprendiendo a no temerlo tanto y a no verlo como una debilidad. Al contrario, hay que tomarlo como una oportunidad para fortalecernos.
¿Qué es la soledad social?
Una persona que sufre de soledad social apenas habla con nadie o lo hace solo con ciertos miembros de la familia. Esta es una condición cada vez más común en las ciudades: apenas sabemos quién vive en la casa de al lado. Si a esto le sumamos el hecho de que las personas rara vez se encuentran en persona, porque envían mensajes a través de sus teléfonos móviles, correos electrónicos o se comunican a través de las redes sociales, notamos que la situación es aún peor.
Las obligaciones diarias, las ajetreadas jornadas laborales, el estrés y las crisis son otros aliados de la soledad social que hoy padecemos. Las relaciones ya no son las mismas cuando se podía confiar en las personas; ahora la única preocupación de la gente es tener una cuenta personal. Estamos cambiando nuestra naturaleza y dejando de ser animales sociales para convertirnos en seres tecnológicos o máquinas.
Cómo combatir la soledad no deseada
Estos sencillos pasos te ayudarán a dejar de lado la tristeza y el dolor que te atenaza:
- Diagnosticar el problema: ¿qué tipo de soledad estás sufriendo? ¿A qué se debe? Es fundamental que seas lo más objetivo posible en este punto.
- Llegar a conocer unos a otros: elimina el miedo que te impide mirar dentro de ti mismo, enfrenta la necesidad de ser como eres, descubre tus deseos, tus limitaciones, tus miedos, etc.
- Di adiós a la timidez: Toma la iniciativa en tus relaciones o crea nuevas. Decide qué tipo de personas te interesan y desarrolla una estrategia para conectarte con ellas.
- Recuerda que no tienes nada que perder: de hecho, se puede ganar mucho. El miedo al rechazo es uno de los mayores obstáculos de este problema, tanto a la hora de conseguir pareja como de un amigo.
- no sean victimas: el mundo está lleno de gente mala, cruel, materialista o superficial, pero seguro que hay igual cantidad de gente llena de virtudes.
- No te encierres en la casa: si sufres de soledad social, pero sigues quedándote en casa frente a la computadora, la situación no podrá cambiar.