Lo curioso es que aprender un idioma no es solo un proceso racional, sino que está sujeto a muchos factores, algunos de los cuales van más allá de nuestra conciencia, pero afortunadamente las últimas investigaciones los han sacado a la luz.
1. Recuerdos familiares
Cuando vivimos en un país extranjero, ver cosas o personas que nos recuerdan a nuestro país nos hace sentir seguros. Sin embargo, un estudio de la Universidad de Columbia encontró que la familiaridad reduce nuestra capacidad para hablar un idioma extranjero. Los psicólogos llevaron a cabo una serie de experimentos curiosos con algunos jóvenes chinos que estudiaban en universidades estadounidenses.
A algunos se les pidió que simularan una conversación con una persona, solo en algunos casos se les dio una foto de una persona con rasgos caucásicos y en otros casos asiáticos. De esta forma se pudo apreciar que la fluidez y la calidad gramatical se veían comprometidas cuando la persona veía un rostro con rasgos somáticos familiares. Lo mismo sucedió cuando tuvieron que describir un monumento de su país natal o cuando se les acercó un objeto familiar en su cultura.
Los investigadores creen que este efecto se debe al fenómeno de cebado. Es decir, los recuerdos de la cultura de origen activarían la lengua materna, lo que interferiría con la lengua extranjera, afectando también la comprensión de esta última.
2. Hablar para memorizar oraciones y acento
Obtener el acento suele ser uno de los pasos más complicados en el proceso de aprendizaje de un idioma extranjero. Normalmente los profesores nos aconsejan escuchar y practicar, pero a veces los constantes errores y fracasos nos hacen sentir estúpidos y nos desaniman. Pero ahora un estudio realizado en la Université de la Méditerranée nos muestra que esta estrategia no es del todo segura, lo ideal sería utilizar la música.
Los investigadores crearon algunas palabras sin sentido que constaban de 11 sílabas, las grabaron y luego las transmitieron a las personas durante 7 minutos. Más tarde les pidieron que identificaran estas palabras dentro de un discurso. La mayoría de la gente no podría hacerlo. Sin embargo, todo eso cambió cuando los investigadores asociaron una melodía con las palabras. En ese entonces, la gente podía detectar el 64% de las palabras, lo que indica que se estaban apropiando del acento.
Por supuesto, este no es el único estudio que vincula la música con el aprendizaje de un nuevo idioma. Un experimento realizado en la Universidad de Edimburgo ha demostrado que las personas que aprenden un idioma extranjero a través de la música tardan el doble de tiempo que quienes simplemente las repiten. Esto se debe a que la música suele ser más motivadora para nosotros, atrae nuestra atención, atrae las emociones y activa partes del cerebro que no se activan con la simple repetición.
3. Concéntrate en hablar solo
Puede parecer una contradicción, pero lo cierto es que cuando estás aprendiendo un idioma extranjero, concentrarte únicamente en hablar puede resultar contraproducente. Esto fue evidenciado por un curioso experimento realizado en la Universidad de Ottawa, en el que participaron 106 estudiantes que querían aprender francés. A la mitad de ellos se les enseñaron lecciones tradicionales, lo que les permitió escuchar y hablar. La otra mitad tenía el mismo maestro, pero las lecciones se centraban en escuchar.
Con el tiempo, aunque todos los alumnos habían comenzado en el mismo nivel, los que se concentraban principalmente en aprender a escuchar habían mejorado mucho, no solo habían adquirido más vocabulario sino que entendían mejor y hablaban con mayor fluidez. La clave es hacer predicciones sobre el tema en cuestión antes de iniciar la conversación y adoptar una actitud de "escucha activa". De esta manera puedes mantenerte enfocado sin confundirte con detalles que no comprendes, y procedes apropiándote del sentido general. Poco a poco, pasamos de la percepción de lo esencial a una comprensión más detallada sin demasiada presión.