Nuestro valor relacional es una variable que tenemos en cuenta en muchas de nuestras acciones. Normalmente tener la sensación de aumentarla es un refuerzo para nosotros y en muchas ocasiones también tendemos a idear planes para hacerlo realidad.
Última actualización: 28 de junio de 2021
La aceptación y el rechazo por parte de los demás son experiencias que forman parte de nuestro desarrollo personal.. Esta idea se basa en el hecho de que los seres humanos son por naturaleza seres sociales.
Como resultado, tendemos a establecer interacciones con nuestros semejantes y también queremos que otros quieran vincularse con nosotros. El deseo que sentimos de aceptación y pertenencia es la base de muchos de nuestros comportamientos.
Por ello, tratamos de adaptar nuestra conducta a patrones que animen a los demás a aceptarnos. Asimismo, por regla general, nos comprometemos a evitar que las relaciones que establecemos terminen, aunque eso signifique que tengamos que pagar un precio bastante alto para mantenerlas.
A pesar de esto, en numerosas ocasiones somos rechazados o sentimos que lo es. ¿Por qué pasó esto? ¿Cómo podemos rastrear el origen de estas experiencias? Exploremos el tema en las siguientes líneas.
Aceptación y rechazo por parte de los demás.
Quizás la mejor manera de explicar estas experiencias altamente subjetivas es verlas como partes de un "Valor relacional percibido". Este concepto expresa el grado en que una persona cree que los demás la consideran valiosa o importante en función de la relación que ha establecido con ellos.
En otras palabras, si percibimos que nuestro valor relacional para otra persona o grupo es alto, tendremos la sensación de ser aceptados. Por el contrario, aparece un sentimiento de rechazo cuando percibimos que los demás no aprecian la relación que tienen con nosotros.
Se trata por tanto de una experiencia subjetiva, interna y personal, que poco tiene que ver con el grado de aceptación o rechazo real. Por lo tanto, ser valorado relacionalmente aumenta la probabilidad de aceptación. Y muchos de nuestros comportamientos están dirigidos a promover y mantener nuestro valor relacional.
Medición del valor relacional
Es posible medir el valor relacional a través de la llamada teoría del sociómetro. Según esta teoría, las personas tienen un sistema psicológico que rastrea las señales del entorno social que son relevantes para el valor relacional. Es decir interpreta las señales de aceptación y rechazo.
Además, de alguna manera advierte a la persona cuando se detectan señales de valor de relación bajo o en declive. Estos síntomas provocarían un estado de ánimo negativo, consecuentemente una disminución de la autoestima. Pero no se detiene allí.
Una rama de la teoría del sociómetro sostiene que las personas también tienen a su disposición un sistema de seguimiento social. Este sistema entra en juego cuando nos preocupamos por nuestro nivel de aceptación e integración.
Una mayor necesidad de pertenencia aumenta la sensibilidad de las personas a la información social, ayudándolos a lidiar con éxito con los contextos sociales. Parecería que este sistema se activa en momentos en que la gente está preocupada por el rechazo social. En resumen, se podría decir que estos sistemas:
- Buscan pistas relevantes para la aceptación y el rechazo.
- Advierten al individuo cuando se detectan amenazas potenciales al valor de su relación.
- Motivan comportamientos que protegen o restauran ese valor.
- Aumentan la sensibilidad de las personas a la información social, lo que hará que sea más probable que sean aceptados.
Sin embargo, la intención de querer interactuar con los demás, y ser estimado y aceptado por ellos, no se manifiesta con la misma intensidad hacia todas las personas: se manifiesta en mayor medida hacia aquellos que nos atraen.
Aceptación y rechazo: atracción interpersonal
La atracción da como resultado una evaluación positiva de otra persona y un deseo de acercarse. Pero no hay una definición precisa del término.
Una de las teorías más influyentes considera la atracción interpersonal como una tendencia o predisposición individual a valorar a otra persona de forma positiva o negativa. Cuanto más positiva sea la evaluación, mayor será la atracción que sentimos hacia él..
La atracción se considera una actitud con componentes cognitivos, afectivos y conductuales. Con el tiempo se acentúan los aspectos emocionales, sobre todo teniendo en cuenta que la atracción implica, no sólo la evaluación, sino también el deseo de iniciar un contacto o establecer una intimidad.