“Manejar el silencio es más difícil que lidiar con el discurso”, dijo el periodista y político Georges Clemenceau. Sin duda, el silencio puede decir mucho sin decir nada, pero hay que tener mucho cuidado al usarlo porque, en palabras del músico Miles Davis, “el silencio es el ruido más fuerte”.
Muchas personas utilizan el silencio como arma psicológica, como herramienta para expresar su enfado, su descontento o simplemente para castigar a los demás. De esta forma, cuando se enfadan, "castigan" a los demás dejando de hablarles. ¿Es esta una buena estrategia? ¿Qué se esconde realmente detrás de este tipo de silencio?
¿Por qué algunas personas reaccionan a los conflictos con el silencio?
En primer lugar, es importante distinguir entre el silencio que surge del deseo de no discutir más, porque se ha entendido que el conflicto ha llegado a un punto muerto y no hay necesidad de echar leña al fuego, y el silencio que se utiliza como arma para castigar o castigar al otro.
La persona que recurre al silencio como castigo suele hacerlo porque no tiene otros recursos psicológicos para afrontar la situación. El silencio es su respuesta por varias razones:
- Cree que su interlocutor no lo escucha, que no está abierto a su punto de vista y usa el silencio para "obligar" al otro a escucharlo.
- Piensa que su interlocutor debería disculparse por su actitud o sus palabras, y usar el silencio como advertencia.
- Cree que es inútil hablar del tema porque no podrá llegar a un acuerdo, por lo que usa el silencio para hacer que el otro se rinda.
- Se siente profundamente ofendido, pero no quiere reconocerlo y usa el silencio para que el otro se arrepienta.
- No quiere abordar un tema delicado, por eso acusa al otro y lo castiga con el silencio, para hacerle cambiar de tema.
Sea cual sea el motivo, este uso del silencio tiene como objetivo doblegar al otro, es una especie de castigo mediante el cual uno culpa al otro y pone la responsabilidad de la relación en sus manos. Es como decir “no diré nada más, ves lo que quieres hacer, la responsabilidad última es tuya”.
Esto significa que la persona que guarda silencio no está interesada en resolver el conflicto a través del diálogo, sino que simplemente quiere que la otra persona acepte su punto de vista.
El uso del silencio como castigo implica una actitud manipuladora y agresiva
Usar el silencio como arma psicológica para castigar a alguien es una actitud infantil que no resuelve nada, porque aunque proporcione una gratificación egoísta a quien lo aplica, deja un sabor amargo en la boca del interlocutor y también deja marcas en la relación. De hecho, poco a poco se establece una relación de manipulación emocional en la que la persona es sometida mediante el silencio.
No hay duda de que el silencio puede tener múltiples significados, pero usarlo como castigo implica una actitud pasivo-agresiva. Es decir, dejar de hablar con una persona es una agresión velada. De hecho, en algunos casos este tipo de silencio puede dejar cicatrices más profundas que la agresión verbal directa, porque el silencio es un vacío susceptible de cualquier tipo de interpretación.
Debemos recordar que la distancia emocional que impone el silencio no es la mejor forma de resolver conflictos y reducir distancias. La comprensión se logra mediante el diálogo, no mediante el uso de un silencio agudo que agudiza las diferencias.
Si bien es cierto que en algunos casos el silencio puede funcionar y la otra persona se disculpa y se rinde, en última instancia esta táctica solo puede generar resentimientos y problemas, ya que el conflicto no se ha resuelto realmente, solo se ha encubierto.
¿Cómo se siente la persona que sufre la estrategia del "silencio"?
El silencio se puede interpretar de muchas formas, pero solemos interpretarlo de la peor forma posible. Un metaanálisis realizado en la Universidad de Texas que incluyó los resultados de 74 estudios en los que participaron 14.000 personas concluyó que el silencio suele ser muy destructivo en las relaciones y la gente lo interpreta como una falta de implicación de la pareja, otros y un intento de sumisión emocional.
Estos psicólogos han visto que el uso del silencio como castigo es común en las parejas y es uno de los factores que llevan al divorcio, no solo porque estas personas se sienten menos satisfechas con la relación, sino también porque perciben a su pareja como más distante emocionalmente.
De hecho, uno de los problemas es que quienes sufren el silencio se sienten cada vez más frustrados por la falta de respuesta y la implicación del otro, por lo que la relación se volverá cada vez más tensa y habrá más conflictos.
La persona que es víctima del silencio se sentirá confundida, frustrada e incluso culpable. También es probable que se sienta sola e incomprendida. Evidentemente, estos sentimientos no contribuyen a mejorar las relaciones y resolver conflictos, al contrario, crean una brecha cada vez mayor.
Los usos positivos del silencio
A veces es mejor guardar silencio, como:
- Cuando estamos demasiado enojados y nos damos cuenta de que podríamos decir cosas de las que nos arrepentiríamos más tarde.
- Cuando nuestro interlocutor está demasiado emocionado y la discusión se está degenerando.
- Cuando el silencio se utiliza como pausa en la discusión para que el otro reflexione sobre sus palabras.
La diferencia entre estos usos positivos del silencio y el silencio que se usa como castigo es que muestran respeto mutuo y no tienen la intención de doblegar o lastimar a nadie.
En cualquier caso, es importante pensar que el silencio es un dardo vacío que puede adquirir múltiples significados, por eso si alguien es realmente importante para nosotros lo mejor es decir asertivamente lo que pensamos y sentimos. Por lo tanto, no habrá más lugar para malentendidos.
De hecho, un estudio realizado en la Universidad de Lovaina encontró que el silencio no ayuda a hacer desaparecer u olvidar los problemas, al contrario, los fortalece. Estos psicólogos han descubierto que la mejor manera de dejar atrás los conflictos es hablar de ellos.